Actúa estos días en la Puerta del Sol de Madrid, en horario seminocturno, tres sesiones de 40 minutos y a partir de las 21:00 horas, Rodolfo Meneses, chileno, artísticamente conocido como el mimo Tuga. No sabía nada de él hasta que leí que el pasado viernes fue retenido y trasladado a la comisaria de la calle Montera de Madrid para ser “identificado con tranquilidad”. Eufemismo éste que me produjo cierto escalofrío (sensación producida por una emoción intensa, especialmente de terror).
He intentado ver en youtube alguna de sus actuaciones, pero son lentísimas de cargar. Aparentemente es un mimo como tantos otros, pero algo de artista debe tener cuando es capaz de congregar a más de 500 personas en sus actuaciones. En la presentación de uno de sus videos, en youtube, un abuelo comenta así el video que presumiblemente, quizá desde su teléfono móvil, acaba de cargar:
- Un regalo para mi nieto, que es fan del mimo Tuga.
En todos los videos que he podido ver de él, invade la calzada e interactúa con conductores de autobús, de taxi. Retiene el tráfico ligeramente, sí. Pero no me ha parecido especialmente grave lo que hacía.
- Siete agentes me pidieron el pasaporte y que les acompañara a la comisaria.
Parece ser que, sin abandonar el papel que interpreta, permaneció, a instancias de los agentes, sin mediar palabra. Trató de escribir en su pizarra, pero “ellos decían que eso no valía porque podía hablar”.
Pero no. El caso es que no podía hablar. Hasta mis hijos saben que los mimos no hablan. Asignatura que no debe de estar programada en las Academias de Policía.
Quien sí puede hablar es Rodolfo Meneses. Pero no Tuga. El mimo Tuga, como todo el mundo sabe, no puede hablar. Parece lo mismo, pero no lo es. ¿A quién detuvo la policía de Madrid el pasado viernes: ¿a Rodolfo Meneses o al mimo Tuga? El detenido llevaba la cara pintada como un poirret y vestía un mono mecánico rojo. Sí. No hay duda: la policía detuvo al mimo. Por subversivo, peligroso y además, por contravenir la ley de espectáculos públicos y por mantener una actitud arrogante y despreciativa antes las fuerzas de seguridad. Mirá tú quién fue a hablar: las fuerzas de seguridad.
Dice el periodista que firma la noticia (Sara España, EL PAÍS, Madrid, página 7, sábado 28 de agosto de 2010) que normalmente, la Policía Municipal disuelve las grandes concentraciones alrededor de mimos y estatuas callejeras de la Puerta del Sol porque atraen a carteristas y se producen más hurtos al descuido.
Todo bien pero hay una cosa en todo esto que me produce cierto desasosiego: ¿por qué razón el Estado muestra tanta diligencia con algunos y tanta benevolencia con otros?
Digo esto a propósito del expediente abierto contra nuestra intervención en el edificio de la C/ Orellana, 5 de Madrid o de las diligencias inmediatas de embargo que cursa a gran celeridad, en estos días, la Agencia Tributaria. Créanme, sé de lo que estoy hablando.
Parece ser que no es la primera vez que tiene problemas con la policía. Ya le pasó en Chile y en Argentina. ¡Qué casualidad! Las policías del mundo unidas en lucha contra un pobre mimo.
- Me han tratado como si fuera un delincuente o un terrorista y sólo soy un payaso.
Pero ya se sabe: no hay nada ni nadie más peligroso que un simple payaso que además, lleva la cara pintada.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
luiscercos@hotmail.es
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domingo, 29 de agosto de 2010
Oscar Niemeyer y otra gente sin complejos
La palabra “complejo” tiene dos acepciones: una buena (lo que se compone de elementos diversos) y otra mala (el conjunto de ideas, emociones y tendencias generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del sujeto, que perturban su comportamiento). Hasta aquí, como casi todo lo que no es bueno o malo en sí mismo. También tiene una acepción arquitectónica: conjunto de edificios o instalaciones agrupados para una actividad común.
Reconozco muchos complejos: me gustaría ser más alto, más delgado, tener más pelo. Nada importante, por otro lado.
Los países tienen también complejos: de no ser demasiado importantes, demasiado demócratas, demasiado ricos o demasiado pobres.
Este blog, como queda demostrado en la entrada anterior, tiene un gran complejo: se titula de arquitectura y habla poco de ello. ¿Y por qué no abres otro segundo blog?, me ha preguntado hoy mi esposa.
No la he respondido yo, sino uno de esos personajes con los que merece la pena tomar una copa, charlar y dar un paseo al borde del mar. Por cierto, él es arquitecto y si no fuese como es, no habría hecho la arquitectura que ha hecho.
O lo que es lo mismo: adiós complejos.
A este personaje, Max Seitz (BBC Estudio Abierto) le hizo una entrevista a partir de preguntas enviadas por sus lectores (http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/forums/newsid_6639000/6639823.stm).
- Usted dice que le gustaría crear una universidad donde no existan especialidades. ¿Nos podría contar sobre este proyecto?
Fue en Argelia donde yo construí la primera universidad. Estaba allí con el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, muy inteligente y muy educador. Él defendía la buena relación entre estudiantes para que hubiera un intercambio de experiencias.
En la Universidad de Constantino prevaleció esa idea. En lugar de construir un predio para cada facultad, construimos dos grandes edificios: uno de ciencias y el otro que utilizan todos los estudiantes de la universidad para lograr esa relación que debe existir entre los hombres, evitando salir de la facultad sabiendo sólo de su profesión. Allí se dan conferencias sobre literatura, filosofía y ciencias, para que el alumno se haga una idea del mundo en el que va a vivir, no pensando sólo en ser un vencedor.
Es importante que la persona tenga un saber para la vida, conociendo las cosas generales. No queremos hacer un intelectual, sino un hombre interesado por la vida. Y que lea. La lectura es lo más importante para conocer el mundo en el que se vive.
Quizá ya lo has adivinado: quien habla se llama Oscar Niemeyer y está a punto de cumplir 103 años.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
luiscercos@hotmail.es
Reconozco muchos complejos: me gustaría ser más alto, más delgado, tener más pelo. Nada importante, por otro lado.
Los países tienen también complejos: de no ser demasiado importantes, demasiado demócratas, demasiado ricos o demasiado pobres.
Este blog, como queda demostrado en la entrada anterior, tiene un gran complejo: se titula de arquitectura y habla poco de ello. ¿Y por qué no abres otro segundo blog?, me ha preguntado hoy mi esposa.
No la he respondido yo, sino uno de esos personajes con los que merece la pena tomar una copa, charlar y dar un paseo al borde del mar. Por cierto, él es arquitecto y si no fuese como es, no habría hecho la arquitectura que ha hecho.
O lo que es lo mismo: adiós complejos.
A este personaje, Max Seitz (BBC Estudio Abierto) le hizo una entrevista a partir de preguntas enviadas por sus lectores (http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/forums/newsid_6639000/6639823.stm).
- Usted dice que le gustaría crear una universidad donde no existan especialidades. ¿Nos podría contar sobre este proyecto?
Fue en Argelia donde yo construí la primera universidad. Estaba allí con el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, muy inteligente y muy educador. Él defendía la buena relación entre estudiantes para que hubiera un intercambio de experiencias.
En la Universidad de Constantino prevaleció esa idea. En lugar de construir un predio para cada facultad, construimos dos grandes edificios: uno de ciencias y el otro que utilizan todos los estudiantes de la universidad para lograr esa relación que debe existir entre los hombres, evitando salir de la facultad sabiendo sólo de su profesión. Allí se dan conferencias sobre literatura, filosofía y ciencias, para que el alumno se haga una idea del mundo en el que va a vivir, no pensando sólo en ser un vencedor.
Es importante que la persona tenga un saber para la vida, conociendo las cosas generales. No queremos hacer un intelectual, sino un hombre interesado por la vida. Y que lea. La lectura es lo más importante para conocer el mundo en el que se vive.
Quizá ya lo has adivinado: quien habla se llama Oscar Niemeyer y está a punto de cumplir 103 años.
Luis Cercós (LC-Architects)
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tirios y troyanos
Hablando hoy con Javier Perera, arquitecto de nuestro estudio, de la evolución de este blog y de otras muchas cosas que tienen que ver, casi literalmente, con lo divino y con lo humano, hemos de reconocer que, aparentemente, hace días que no hablamos de arquitectura.
Subyace en esto el viejo debate sobre lo qué es y lo qué no es arquitectura. Asunto de tirios y troyanos, por otro lado, que no conduce a nada. Porque, a nuestro modo de ver, lo importante no es definir el termino sino comprometerse con él.
Para un lingüista, la arquitectura es, simple y llanamente, el arte de proyectar y construir edificios, pero habréis de coincidir conmigo en que en la mayoría de los casos, no hay arte de ningún tipo en la producción arquitectónica actual. No nos sirve, por lo tanto, esta definición.
La arquitectura está vinculada al tiempo y a la sociedad en la cual fueron creadas cada una de las piezas del catalogo. El Coliseo romano, por ejemplo, es arquitectura hoy porque se construyó hace ya mucho tiempo y es vestigio y testigo de una antigua civilización. No sería arquitectura construir hoy una réplica que sirviera como recinto escénico aunque se demuestre que la misma configuración espacial nos sirve todavía.
Las piezas diseñadas hoy tienen que entenderse dentro de nuestro tiempo y por tanto sólo es posible hacer (o intentar hacer) arquitectura siendo conscientes del momento en el que vivimos y la sociedad de la que formamos parte.
Este blog peca de muchas cosas, pero intenta buscar en sus reflexiones el compromiso que permita que nuestro trabajo, (quizá uno sólo de nuestros trabajos y ya habrá merecido la pena), pueda ser entendido como producto del tiempo en el que vivimos.
Luis Cercós (LC-Architects)
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luiscercos@hotmail.es
Subyace en esto el viejo debate sobre lo qué es y lo qué no es arquitectura. Asunto de tirios y troyanos, por otro lado, que no conduce a nada. Porque, a nuestro modo de ver, lo importante no es definir el termino sino comprometerse con él.
Para un lingüista, la arquitectura es, simple y llanamente, el arte de proyectar y construir edificios, pero habréis de coincidir conmigo en que en la mayoría de los casos, no hay arte de ningún tipo en la producción arquitectónica actual. No nos sirve, por lo tanto, esta definición.
La arquitectura está vinculada al tiempo y a la sociedad en la cual fueron creadas cada una de las piezas del catalogo. El Coliseo romano, por ejemplo, es arquitectura hoy porque se construyó hace ya mucho tiempo y es vestigio y testigo de una antigua civilización. No sería arquitectura construir hoy una réplica que sirviera como recinto escénico aunque se demuestre que la misma configuración espacial nos sirve todavía.
Las piezas diseñadas hoy tienen que entenderse dentro de nuestro tiempo y por tanto sólo es posible hacer (o intentar hacer) arquitectura siendo conscientes del momento en el que vivimos y la sociedad de la que formamos parte.
Este blog peca de muchas cosas, pero intenta buscar en sus reflexiones el compromiso que permita que nuestro trabajo, (quizá uno sólo de nuestros trabajos y ya habrá merecido la pena), pueda ser entendido como producto del tiempo en el que vivimos.
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viernes, 27 de agosto de 2010
ejército y sociedad
In Memoriam del capitán José María Galera Córdoba, el alférez Abraham Leoncio Bravo Picallo y el intérprete Ataollah Taefik Alili, asesinados anteayer en Afganistán por Ghulam Skahi, policía infiltrado.
En estos días en que España lamenta la pérdida de dos militares y un intérprete en Afganistán quizá sea oportuno recordar que el ejército español de la democracia es una de las instituciones que más ha evolucionado durante estos últimos años.
La importante participación de nuestros soldados, a lo largo de estos años, en misiones humanitarias ha servido para acercar las Fuerzas Armadas a la sociedad civil española, pero no debemos olvidar, sin embargo, que el Ejército no sólo es también sociedad, sino que tiene que sentirse integrado en ella o no sería el Ejército democrático que todos queremos y que nuestro país merece. El militar es ante todo un ciudadano y por encima de su pertenencia a una institución ha de sentirse participe como cualquier otro, de los avatares de la vida cotidiana.
Extender entre la sociedad el concepto genérico de “cultura de la defensa” es separar términos que para muchos parecen ser sinónimos y que sin embargo no lo son. Es decir, entender que no es lo mismo ser “pacifico” que “pacifista” o no confundir “anti-belicismo” con “anti-militarismo”.
Ya enunció Jorge Luis Borges en “El Aleph”, la complejidad y permanente vigencia del enfrentamiento entre contrarios. Distinguimos la felicidad, tras un periodo de desgracias y nos reconocemos saciados después de haber sentido apetito. De la misma manera el objetivo de todas las guerras y en especial las denominadas “justas”, es alcanzar una paz duradera. Los militares son por tanto, trabajadores por y para la paz. El pacifismo sería, por tanto, el fin que guía a las personas de buena voluntad a conseguir la paz entre las naciones, y en muy justificadas y concretas circunstancias, a utilizar la fuerza, que no la violencia, con criterios de legítima defensa, proporcionalidad, legitimidad internacional y evitando riesgos innecesarios.
En este debate civiles y, por supuesto, militares, debemos considerar la guerra como un último recurso y siempre el menos deseable. Pero es evidente que en ocasiones los riesgos de no actuar son mayores y más peligrosos que los derivados de la no agresión.
Luis Cercós (LC-Architects)
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martes, 24 de agosto de 2010
Sobre arquitectos y/o entrenadores de fútbol
A propósito de Menotti, Bielsa, Niemeyer y Aravena
El pasado domingo David Trueba apareció en dos momentos de mi día. Por casualidad revisé la película Los peores años de nuestra vida, que yo recordaba con cierta simpatía pero que en esta ocasión me aburrió considerablemente (el escritor firmó el guión en 1994, aunque el borrador era de algunos años antes). Por la noche leí un artículo suyo sobre Pep Guardiola (El hijo del "paleta", EL PAÍS SEMANAL, 27 de agosto de 2010, págs. 38 a 43). No me gustó el primer párrafo y estuve a punto de abandonarlo ahí mismo.
El catalán es una lengua hermosa que coquetea con el francés para desespañolizarse, que tiene música portuguesa, pero que cuando alcanza la mayor expresividad es puro italiano. En catalán, al albañil le dicen paleta, en ejemplo prodigioso de metonimia popular. La paleta es también el arma del pintor.
No dudo que en catalán llamen así a los albañiles, entre otras cosas porque también lo hacen así en el resto de España, de la misma manera en que se llama chispa a los electricistas. No creo que sea por tanto una palabra catalana.
Se llama paleta a los albañiles, en todas las obras de España por la sencilla razón de que usan, precisa y generalmente, la paleta de albañil, utensilio de palastro, de forma triangular y mango de madera, con la que manejan la mezcla, pastas o morteros.
Pero he de reconocer que una vez superado esa parte del texto, el resto me interesó, sobre todo cuando el escritor recuerda que recién retirado del fútbol (como jugador), Guardiola marchó a Argentina para seguir conociendo entrenadores: Ricardo La Volpe, Marcelo Bielsa, el flaco Menotti.
En ese momento del artículo paré la lectura para recordar que los profesionales reconocidos en cualquier disciplina humana lo son, entre otras cosas, por haber aprendido, en la mayoría de los casos, de quienes le precedían. Y no pude evitar fantasear con la idea de poder desplazarme a Latinoamérica para entrevistarme también con arquitectos a quienes admiro y con los que me gustaría citarme, no digo yo que en un restaurante de Belgrano, pero sí en su estudio de Copacabana (con Oscar Niemeyer, por supuesto) o en las aulas de la Universidad Católica de Chile, donde antes estudió y ahora enseña uno de los jóvenes arquitectos cuya obra más me interesa, Alejandro Aravena.
Quizá algún lo haga. Quizá algún día pueda hacerlo.
Mientras tanto me conformo con recordar, en homenaje al maestro, un comentario de Oscar Niemayer a propósito de su abuelo, que fue ministro del tribunal supremo y de quien dice haber heredado la solidaridad:
“Mi abuelo fue un hombre útil y murió pobre. Qué orgullo”
En eso estamos.
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El pasado domingo David Trueba apareció en dos momentos de mi día. Por casualidad revisé la película Los peores años de nuestra vida, que yo recordaba con cierta simpatía pero que en esta ocasión me aburrió considerablemente (el escritor firmó el guión en 1994, aunque el borrador era de algunos años antes). Por la noche leí un artículo suyo sobre Pep Guardiola (El hijo del "paleta", EL PAÍS SEMANAL, 27 de agosto de 2010, págs. 38 a 43). No me gustó el primer párrafo y estuve a punto de abandonarlo ahí mismo.
El catalán es una lengua hermosa que coquetea con el francés para desespañolizarse, que tiene música portuguesa, pero que cuando alcanza la mayor expresividad es puro italiano. En catalán, al albañil le dicen paleta, en ejemplo prodigioso de metonimia popular. La paleta es también el arma del pintor.
No dudo que en catalán llamen así a los albañiles, entre otras cosas porque también lo hacen así en el resto de España, de la misma manera en que se llama chispa a los electricistas. No creo que sea por tanto una palabra catalana.
Se llama paleta a los albañiles, en todas las obras de España por la sencilla razón de que usan, precisa y generalmente, la paleta de albañil, utensilio de palastro, de forma triangular y mango de madera, con la que manejan la mezcla, pastas o morteros.
Pero he de reconocer que una vez superado esa parte del texto, el resto me interesó, sobre todo cuando el escritor recuerda que recién retirado del fútbol (como jugador), Guardiola marchó a Argentina para seguir conociendo entrenadores: Ricardo La Volpe, Marcelo Bielsa, el flaco Menotti.
En ese momento del artículo paré la lectura para recordar que los profesionales reconocidos en cualquier disciplina humana lo son, entre otras cosas, por haber aprendido, en la mayoría de los casos, de quienes le precedían. Y no pude evitar fantasear con la idea de poder desplazarme a Latinoamérica para entrevistarme también con arquitectos a quienes admiro y con los que me gustaría citarme, no digo yo que en un restaurante de Belgrano, pero sí en su estudio de Copacabana (con Oscar Niemeyer, por supuesto) o en las aulas de la Universidad Católica de Chile, donde antes estudió y ahora enseña uno de los jóvenes arquitectos cuya obra más me interesa, Alejandro Aravena.
Quizá algún lo haga. Quizá algún día pueda hacerlo.
Mientras tanto me conformo con recordar, en homenaje al maestro, un comentario de Oscar Niemayer a propósito de su abuelo, que fue ministro del tribunal supremo y de quien dice haber heredado la solidaridad:
“Mi abuelo fue un hombre útil y murió pobre. Qué orgullo”
En eso estamos.
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Francisco Umbral (1932-2007)
Aquí tienen a uno de esos que a mí me caen bien y a muchos mal. Trabajó en prensa muchos años. Quizá por eso se murió en agosto. Y por eso lo recuerdo hoy.
El caso es que Umbral sólo fue un año a la escuela. Todo un record para un hombre que escribió miles de artículos y casi un centenar de libros.
Si Francisco Umbral te cayó mal alguna vez recuerda que nunca tuvo padre, que trabajó desde su niñez y que solo fue un año al colegio. O como se dice en el comienzo de El Gran Gastby, la nóvela de Scott Fitzgerald:
“Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien, ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas”.
A mí me sirve.
domingo, 22 de agosto de 2010
Sobre arte, tauromaquia, monarquia y otros intereses
Ya he reconocido en estas páginas (virtuales, pero páginas) mi pasada afición taurina, mi admiración por ciertos toreros y la emoción que he sentido, en muy contadas ocasiones (Curro Vázquez, Julio Aparicio, Joselito, …, quizá alguna vez más aunque ya no lo recuerdo) pero sentido, en los tendidos de la plaza de Madrid (por supuesto que fui a otros cosos también pero sólo disfruté verdaderamente con lo que ocurría en la arena madrileña, quizá por el escrupuloso cumplimiento del reglamento que en ella se regía).
Quiero con esto decir que estoy limpio de antitaurinismo de la misma manera que estoy limpio de antimonarquismo (enfermedad ésta última que también comienza a arraigar), pero en ambos casos tengo mi voto sobradamente decidido en caso de improbable referéndum: ya va siendo hora de entrar en la modernidad.
O como decía un amigo mío: el día que mi hijo pueda heredar mi cátedra universitaria, volveré a ser monárquico.
O como decía el otro: yo monárquico, pero no monarcólogo (dicese de la persona que profesa la monarcología o tiene especiales conocimientos de ella. Palabra, por supuesto, inventada por él y que denota perdón hacia todo error real, entendiendo “real” no como de probada existencia sino como “perteneciente o relativo al rey o a la realeza”. Por supuesto, monarcólogo, parafraseando al magistral Cela de La Colmena, puede utilizarse como sustantivo.
O finalmente, como he dicho yo en multitud de cenas: ¿Qué ocurre con los príncipes europeos de hoy que les encanta jugar con republicanas? O lo que es lo mismo: jugar al fútbol con las reglas, si así conviene, del baloncesto.
El caso es que Pablo de Lora, José Luis Martí y Félix Ovejero, todos ellos profesores titulares de universidad (los dos primeros de Filosofía del Derecho, el tercero de Ética y Economía), publicaron el pasado 19 de agosto un magistral artículo de opinión (EL PAÍS, la cuarta página, página 23) que se resume en un encabezamiento que no deja lugar a dudas:
Ni la tradición, ni la libertad de empresa, ni la protección de una especie, ni el arte y la diversión de los aficionados sirven para justificar una actividad que produce dolor y sufrimiento a un mamífero superior.
No voy a enumerar en este blog de ¿arquitectura? (quizá cada vez menos) las razones de su dictamen pero no puedo evitar en este blog de arte (quizá cada vez más) trascribir un par de sus párrafos:
En último lugar, tal vez buscando ese otro valor que justifique el daño infligido, se esgrime habitualmente el argumento de que los toros son un arte –no los toros en sí mismos, entiéndase, sino las acciones que les provocan sufrimiento y al final la muerte-. Pero este razonamiento es, en el mejor de los casos, incompleto, y en el peor, inconcluyente. Lo que sí nos interesa subrayar es que, de resultas de este debate, cabe concluir que decir que algo es arte no le confiere ningún estatus o valor especial a la actividad en cuestión. Lo que da valor –estético- a un objeto no es, pues que dicho objeto sea simplemente catalogado como arte, sino el hecho de que se trate de buen arte o arte valioso. Por lo demás, igual que una tradición no es, por el hecho de serlo, buena o mala moralmente, tampoco lo es el buen arte.
No confundamos, por cierto, el supuesto “arte de los toros”, con el indiscutible “arte acerca de los toros”. Que algunos artistas hayan realizado magnificas obras a cuenta de las corridas (de toros), como tantos novelistas las han realizado a cuenta de los asesinatos, no les otorga –ni a las corridas ni al asesinato- ninguna dignidad artística. Los fusilamientos del 3 de mayo no se disculpan por la (posterior) pintura de Goya. Por seguir con la misma comparación: aunque Thomas de Quincey y algunos de los aficionados a las novelas de misterio tuvieran razón, y el asesinato fuera una de las bellas artes, ello no quiere decir que debamos derogar los artículos 138 a 143 del Código Penal.
O lo que es lo mismo: por fin un artículo abolicionista que trata a los taurinos con respeto intelectual: el único camino para que nos pongamos de acuerdo y las corridas de toros, así, sean fruto del pasado.
Por cierto señor Félix Ovejero, ¿qué tiene que ver la Ética con la Economía?
Luis Cercós (LC-Architects)
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Nuevas ciudades del mundo (8): Ceuta, Melilla y Gibraltar
Se ha hablado mucho durante este mes de agosto (en España y posiblemente en Marruecos, claro), pero especialmente aquí y durante la semana pasada de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Sobre todo a propósito de la visita a Melilla del ex presidente Aznar. Curioso viaje: se desplaza allí para hacer declaraciones a la prensa (por supuesto sin admitir preguntar) un ex presidente del gobierno español, en plena crisis por los últimos conflictos en la frontera hispano-marroquí, cuando nunca lo hizo en visita oficial durante sus años de mandato.
Respetando enormemente el derecho de los ceutíes y melillenses a seguir siendo españoles, no estoy tan seguro de que la historia oficial española sea la única historia verdadera. Duda que aumento cuando leo en las Cartas al Director del diario EL PAÍS del pasado 19 de agosto (página 22), la siguiente:
Ceuta y Melilla: hechos históricos (Mohamed Khachani. Universidad Mohammed V. Rabat, Marruecos)
La opinión pública española considera que la “españolidad” de Ceuta y Melilla es debida a su conquista antes de la constitución del Estado marroquí, confundiendo así la llegada de los alauís al trono de Marruecos con la propia creación del Estado. La historia de Marruecos no se reduce a la dinastía alauí, que es la última de una serie de dinastías que gobernaron Marruecos desde los idrisíes en el siglo VIII. De hecho, el Estado marroquí no solo existe como entidad política antes de la conquista (cristiana) de ambas ciudades (Ceuta, inicialmente por los portugueses en 1415 y en 1640 por España y, Melilla, conquistada en 1497), sino que alcanzó una gran potencia en el siglo XII.
Importante cuestión: si la españolidad de estas dos ciudades se basa en esto, tendríamos que concluir que siguen siendo también españolas, por extensión y por ejemplo, las ciudades de Buenos Aires, ciudad de Méjico o Quito, todas ellas fundadas, conquistadas y/o reconquistadas por españoles antes del nacimiento de las actuales repúblicas de Argentina, Méjico o Ecuador. Absurdo, ¿verdad?
Nos guste o no, Ceuta y Melilla son hoy vestigio de un antiguo imperio colonial español y están situadas en un continente africano en el que ya no tiene España intereses geográficos (quizá sí geopolíticos) y que perjudica notablemente la defensa de la territorialidad española sobre la hoy británica Gibraltar.
En todo caso, o dejamos las cosas como están (Ceuta y Melilla, españolas; Gibraltar, británico) o como dice el autor de la carta antes mencionada:
Parafraseando al filósofo francés Pascal, esto provoca la creencia en la existencia de dos verdades: la de este lado del Estrecho es mentira en el otro lado.
Por cierto. No soy el único que tiene dudas con este asunto pues fácilmente he encontrado en la red la opinión de otro español escéptico: http://www.gonzaloarias.net/gibraltar/textos/3trilogia.htm
Pero claro, no todos tenemos tan claro el lugar en el que encontrar la verdad como parecen tenerla los dirigentes del español Partido Popular y muchos de sus afiliados.
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lunes, 16 de agosto de 2010
Barry Lyndon, Stanley Kubrick, 1975
- Nunca es tarde para comenzar a tener mala suerte.
Y eso ocurrirá siempre en la vida de todos los que intentan arriesgar. La lista sería interminable.
Me viene a la cabeza esta reflexión a propósito de la revisión que ayer hice del poema visual que rodó Stanley Kubrick en 1975, Barry Lyndon. La película cuenta las peripecias, ascensión y caída de un desaprensivo aventurero irlandés en la sociedad inglesa del siglo XVIII. Magníficamente ambientada, la película consiguió los Oscars a la mejor dirección artística, mejor fotografía, mejor diseño de vestuario y mejor banda sonora.
La película fue rodada completamente en escenarios de época y con total ausencia de luz eléctrica (se utilizaron exclusivamente velas en las escenas nocturnas o de interior). Con la utilización de objetivos de cámara muy luminosos y mediante el tratamiento especial del negativo, esta película presenta una fotografía excepcional que acompaña el tono triste y sombrío de la historia.
El caso es que, más allá de ser o no ser un tipo despreciable, todos los hombres tienen/tenemos lados oscuros que no siempre podemos o queremos dominar. Aceptar que el instinto o las circunstancias condicionan nuestras decisiones implica aprender a vivir y a reaccionar. Por eso no me fio de los que afirman decir que nunca fueron o serán comprados. O son unos mentirosos o son, simplemente, tontos.
Con relación a Barry Lyndon la historia nos dice que murió solo y arruinado, pero la verdad es que empezó su vida con 20 guineas (todo lo que su madre pudo entregarle el día en que tuvo que huir de su casa) y la terminó con una renta anual de 500. No es mucho para quien ambicionó títulos y vivió en la absoluta riqueza, pero como dice el guión del film, la misma personalidad y condiciones que le llevaron al triunfo, fueron consecuencia directa de su desgracia.
En fin, cosas que conviene recordar en los momentos de euforia y, también, en los de desánimo.
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miércoles, 11 de agosto de 2010
Sobre amigos y enemigos
En estos días de buen tiempo (aquél que tiene que hacer en cada momento, más allá de que haga frío o calor) leer el periódico es, como siempre que estamos descansados o semidescansando, una buena opción para acompañar el desayuno y empezar la jornada.
He leído hoy con interés una noticia que nos llega desde la Córdoba argentina (primera página y página 12 de EL PAÍS, 11 de agosto de 2010):
VIDELA HUYE DE GARZÓN DESDE EL BANQUILLO. El ex-dictador abandona su juicio ante la presencia del juez, que fue insultado.
Primera cuestión: no comparto el subtítulo. Un dictador nunca deja de serlo. Lo que deja es de estar en el poder, que no es lo mismo. Por lo tanto, Videla, al dejar el cargo que usurpó tras el golpe militar del 24 de marzo de 1976 podrá ser tratado de ex militar (tras la recuperación de la democracia argentina fue juzgado y condenado a prisión perpetua, y destituido de su grado militar por los numerosos crímenes contra la humanidad cometidos por y durante su gobierno) y, si acaso, de ex presidente del antiguo gobierno antidemocrático de la República Argentina. Pero con relación a su condición de dictador, lo será hasta que se muera, pues nunca, nunca, nunca, podrá dejar de serlo.
Segunda cuestión. Dice un buen amigo mío que a cierta edad, la verdadera altura de nuestros logros se mide, no por las personas que puedan dar buenas referencias de uno, sino más bien por la entidad de tus enemigos. En conclusión, al final de los curricula es más esclarecedor referenciar a los que no te quieren que a los contrarios. O lo que es lo mismo, Baltasar Garzón, enemigo de narcos, enemigo de terroristas, enemigo de Pinochet y sus secuaces, enemigo de Videla y de los suyos, enemigo de la extrema derecha española es, por méritos propios, uno de los españoles más importantes de la historia reciente. Y ese es su gran logro y el legado que deja a los demás.
Ojalá hubiera muchos hombres, españoles o no, que pudieran ser merecedores de crónicas periodísticas como esta:
“El magistrado español Baltasar Garzón fue abucheado e insultado por familiares de militares juzgados por crímenes durante la dictadura argentina cuando asistió ayer entre el público a una sesión del proceso en la ciudad de Córdoba”.
Tercera cuestión: la razón está por encima de la sangre. No se puede elegir a tu padre o a la madre que le parió. No se puede elegir al hijo que te tocó en suerte en el reparto de hijos. Pero si uno u otro, padre o hijo de uno, es un asesino (Videla suma ya cuatro condenas a prisión perpetua por violaciones de los derechos humanos), lo menos que se puede hacer es retirarse discretamente a un segundo plano, reconocer como legítimos los íntimos motivos por los que, en contra de la fría lógica, les puedas seguir amando y pasar por la vida, con tu apellido y con tu estigma, de la manera más discreta posible. Porque lo contrario, hacer apología del asesinato o del terrorismo, es convertirse en cómplice. Inadmisible, por tanto, que ocurran cosas como ésta:
Ayer, el ¿ex? Dictador, de 84 años, decidió retirarse de la sala en la que está siendo juzgado en protesta por la presencia de Garzón. Los otros acusados siguieron sus pasos, mientras sus familiares soltaban una catarata de insultos contra el juez: “Vivan los cristianos de España, vivan los falangistas, vaya por los terroristas de ETA”, gritaban.
Lo dicho, inconcebible.
¿Y por qué hablo de todo esto en un blog de arquitectura? Pues porque este blog es mío, porque no puedo callar a lo que me molesta y porque la menor de mis hijas es, maravillosamente, argentina.
Y porque callar a estas cosas es destruir los principios por los que trabajamos, construimos y vivimos.
Luis Cercós (LC-Architects)
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He leído hoy con interés una noticia que nos llega desde la Córdoba argentina (primera página y página 12 de EL PAÍS, 11 de agosto de 2010):
VIDELA HUYE DE GARZÓN DESDE EL BANQUILLO. El ex-dictador abandona su juicio ante la presencia del juez, que fue insultado.
Primera cuestión: no comparto el subtítulo. Un dictador nunca deja de serlo. Lo que deja es de estar en el poder, que no es lo mismo. Por lo tanto, Videla, al dejar el cargo que usurpó tras el golpe militar del 24 de marzo de 1976 podrá ser tratado de ex militar (tras la recuperación de la democracia argentina fue juzgado y condenado a prisión perpetua, y destituido de su grado militar por los numerosos crímenes contra la humanidad cometidos por y durante su gobierno) y, si acaso, de ex presidente del antiguo gobierno antidemocrático de la República Argentina. Pero con relación a su condición de dictador, lo será hasta que se muera, pues nunca, nunca, nunca, podrá dejar de serlo.
Segunda cuestión. Dice un buen amigo mío que a cierta edad, la verdadera altura de nuestros logros se mide, no por las personas que puedan dar buenas referencias de uno, sino más bien por la entidad de tus enemigos. En conclusión, al final de los curricula es más esclarecedor referenciar a los que no te quieren que a los contrarios. O lo que es lo mismo, Baltasar Garzón, enemigo de narcos, enemigo de terroristas, enemigo de Pinochet y sus secuaces, enemigo de Videla y de los suyos, enemigo de la extrema derecha española es, por méritos propios, uno de los españoles más importantes de la historia reciente. Y ese es su gran logro y el legado que deja a los demás.
Ojalá hubiera muchos hombres, españoles o no, que pudieran ser merecedores de crónicas periodísticas como esta:
“El magistrado español Baltasar Garzón fue abucheado e insultado por familiares de militares juzgados por crímenes durante la dictadura argentina cuando asistió ayer entre el público a una sesión del proceso en la ciudad de Córdoba”.
Tercera cuestión: la razón está por encima de la sangre. No se puede elegir a tu padre o a la madre que le parió. No se puede elegir al hijo que te tocó en suerte en el reparto de hijos. Pero si uno u otro, padre o hijo de uno, es un asesino (Videla suma ya cuatro condenas a prisión perpetua por violaciones de los derechos humanos), lo menos que se puede hacer es retirarse discretamente a un segundo plano, reconocer como legítimos los íntimos motivos por los que, en contra de la fría lógica, les puedas seguir amando y pasar por la vida, con tu apellido y con tu estigma, de la manera más discreta posible. Porque lo contrario, hacer apología del asesinato o del terrorismo, es convertirse en cómplice. Inadmisible, por tanto, que ocurran cosas como ésta:
Ayer, el ¿ex? Dictador, de 84 años, decidió retirarse de la sala en la que está siendo juzgado en protesta por la presencia de Garzón. Los otros acusados siguieron sus pasos, mientras sus familiares soltaban una catarata de insultos contra el juez: “Vivan los cristianos de España, vivan los falangistas, vaya por los terroristas de ETA”, gritaban.
Lo dicho, inconcebible.
¿Y por qué hablo de todo esto en un blog de arquitectura? Pues porque este blog es mío, porque no puedo callar a lo que me molesta y porque la menor de mis hijas es, maravillosamente, argentina.
Y porque callar a estas cosas es destruir los principios por los que trabajamos, construimos y vivimos.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
luiscercos@hotmail.es
jueves, 5 de agosto de 2010
Soul Kitchen, 2009
Finalmente vimos la película alemana ‘Soul Kitchen’ (Fatih Akin, Alemania, 2009) en un cine de verano de Madrid, cuestión esta última de la que ya hablaremos en otro momento porque hoy nos vamos a centrar en el edificio protagonista de la película: una antigua nave industrial alemana adaptada como restaurante por Zinos, un tipo simpático que está atravesando un mal momento: deudas con el fisco alemán, problemas con su novia, costosos requerimientos de la inspección sanitaria que amenaza con cerrarle el local y, finalmente, una galopante hernia discal.
El local fotografía magníficamente en la película: una mínima reforma, supuestamente con pocos medios económicos, pero que permite el uso como restaurante del interior sin perder la esencia ni la atmósfera de su pasado industrial.
Y aunque el filme permite otras lecturas, yo me quedo precisamente con ésta: en muchas ocasiones, un presupuesto holgado, o claramente elevado, es el resultante de intervenciones que borran y/o destruyen los valores del edificio preexistente.
Por lo demás, qué mejor manera de pasar un rato en familia, viendo al aire libre una película de calidad rodada con humor, frescura e imaginación.