¿Es la ciudad un lugar para vivir o un lugar donde morir poco a poco?
No es fácil la vida en las grandes ciudades. Tampoco es difícil: nos levantamos, vamos a trabajar, podemos comprar el periódico, tomarnos un refresco, quedar con los amigos, ir al teatro, al cine o a un concierto. Nos movemos de un lado para otro en bus, en metro, en nuestro propio coche, en tren de cercanías, en taxi, o simplemente andando. Vamos, venimos. La mayor de las veces corriendo.
Tenemos conexión con otros lugares. Bueno, no, con otros lugares, no. Lo que verdaderamente tenemos es conexión con otras ciudades, con otros puertos, con otras estaciones de ferrocarril, con otros aeropuertos.
Así, entre ciudad y ciudad, va pasando la vida del hombre urbano. Y un día, las luces de neón se apagan y ya no tenemos tiempo de volver a mojar nuestros pies en el riachuelo o de volver a pisar la suave arena de la playa.
¿Qué recuerdos está dejando el urbanita en la memoria de sus hijos? ¿A qué olerán sus recuerdos? ¿Evocarán a sus abuelos al volver a sentir el olor del asfalto, el humo de las chimeneas o la gasolina? ¿Dónde se perdió el olor de la tierra mojada o de la hierba recién cortada?
Al inicio del siglo XX, sólo el 10% de la población mundial vivía en ciudades. En 1950, sólo Nueva York y Londres tenían más de 8 millones de habitantes. En Bombay, la población se ha cuadriplicado en 30 años, la mitad viven en chabolas y 700.000 de sus habitantes duermen directamente en la calle. Corea ha tardado 40 años en pasar de 80% de población rural a 80% de población urbana. [i]
La primera de las fotografías que ilustra esta entrada procede del catalogo de la muestra Archilab 2006 (21 octubre – 23 diciembre, Orlèans, Francia), Nested in the city: architecture and design in tune with the urban environment (http://www.archilab.org/).
La segunda es una fotografía del fotógrafo brasileño André Cypriano (Sao Paulo, 1964). En 1990 comenzó sus estudios de fotografía en San Francisco (EE.UU.). Durante su carrera ha fotografiado el pueblo de Nias, en la costa oeste de Sumatra, las prácticas rituales de Bali o la favela de Rocinha, en Rio de Janeiro. Tras trabajar como fotógrafo free lance en Nueva York volvió a Brasil para vivir en Ilha Grande, para admirar a beleza como fazia em mihna juventude.
[i] Rem Koolhass, mutaciones. Fuentes citadas en la obra: Global Urban Observatory.