Hoy, revisando la carpeta donde guardo las cosas que me gustan, he vuelto a reparar en un reportaje de EL PAÍS SEMANAL de hace unos meses (quizá menos). Habla de la casa que el arquitecto Javier Peña diseñó para una cliente que puso en sus manos el solar en el que ella nació, en aquel momento todavía ocupado por una casa húmeda, oscura y humildemente construida.
“Podría hacer un libro de viviendas baratas y de clientes valientes”.
En aquel contenedor se concentraban sus recuerdos, el aroma de sus hijas, todavía pequeñas, y los muebles de la abuela.Tenían poco presupuesto pero encontraron al arquitecto adecuado. Las necesidades de la pareja permitían renunciar a la edificabilidad máxima permitida, caso infrecuente en los recién pasados años de espejismo pero de una coherencia demoledora: calidad en lugar de cantidad. Sentencia que vale para todo.
El resultado es una casa toscamente confortable. Moderna. Cerrada a la calle principal, oscura y estrecha, pero abierta al pequeño jardín posterior. En resumen, un lujo de casa.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
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