El día que ganamos al Athleti de Bilbao, para celebrar la Liga, se organizó una cena. De aquel episodio yo me mantengo al margen por razones obvias, porque era el Director General y el Presidente los que negociaban la forma de celebrar el título con los jugadores y se hizo muy mal y eso pasa factura. Los capitanes hablaron con el Presidente y no fue una situación agradable, un asunto menor terminó por encrespar los ánimos. De un Fernando Hierro renovado se pasó a fulminarlo con el consiguiente coste económico para el club.
Con estas palabras explicaba Vicente del Bosque, en 2005, la forma en la que Fernando Hierro fue despedido del Real Madrid, pocas horas antes de que él mismo conociese también que el club prescindía de sus servicios. Hoy, EL PAÍS, suplemento “domingo”, 18 de julio de 2010, páginas 3 y 4), lo recuerda así:
Entre uno y otro compromiso, Del Bosque hizo una parada en el Bernabeú mientras su mujer, Trini, aguardaba en el coche. … “No vas a seguir”, le dijo Valdano. “Algo así me podía imaginar”, respondió Del Bosque.
A pesar de que había pasado 36 años en el club, la conversación de finiquito, en mitad de un pasillo, apenas duró un par de minutos. En el trayecto hacia la Gran Vía, Del Bosque recibió la llamada de Fernando Hierro (en aquel momento, capitán de la primera plantilla del Real Madrid, C.F.):
- Me han echado, míster.
Recuero los años en los que cualquier contratiempo suponía el fin del mundo. El fin de mi mundo. Hoy, 45 años cumplidos, sé que todo cambia y que es precisamente en los malos momentos donde se cimenta el futuro.
Cinco años después, Fernando Hierro, volvió a llamar a Vicente del Bosque, ésta vez desde su puesto de director técnico de la Real Federación Española de Fútbol:
“¿Te puedo proponer como seleccionador nacional?”.
El pasado domingo, aquellos dos defenestrados subieron a un avión con destino a España y viajaban acompañados de la Copa del Mundo, el más importante trofeo del mundo del fútbol y la copa de mayor repercusión mediática mundial.
En otras palabras, la victoria de dos supervivientes. O como dice hoy Manuel Vicent:
Vicente del Bosque por fuera parece un español algo rudo, pero su alma no responde para nada a su diseño exterior. En realidad este hombre posee un espíritu dotado por naturaleza con todas las virtudes anglosajonas más refinadas, que costarían un dineral si tuviera uno que aprenderlas en Oxford o en Cambridge.
Por cierto, esta crisis algún día va a terminar y el otro día le recordé al banco en el que domicilié allá por septiembre de 1981 mi primera nómina que cuando la tormenta amaine a nosotros nos pillará haciendo arquitectura. Como siempre ha sido y a pesar de todo y de todos.
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