Claudia Schiffer, Cindy Crawford, Naomi Campbell, Christy Turlington, Linda Evangelista, Helena Christensen, Carla Bruni, Eva Herzigova y Nadja Auermann reinaron en la moda durante toda la década de los años noventa. Eran más deseadas que las más famosas actrices, el mundo bailaba a su alrededor, aparecían en las portadas de las revistas más importantes del mundo, posaban frente a la cámara de los fotógrafos más prestigiosos y las firmas más exclusivas las contrataban para sus millonarias campañas publicitarias, cobraban cifras astronómicas y se transformaron en marcas y empresarias.
En abril de 2010, las cuatro primeras modelos del último desfile de Cristian Dior en París respondían a los nombres de Karlie Kloss, Maryna Linchuk, Alla Kostromichova y Daria Strokus, absolutas desconocidas para el público no especializado.
¿Por qué terminó el reinado de las supermodelos? Los expertos no se ponen de acuerdo: quizá el gusto por el aire aniñado que impide a las nuevas modelos tener una carrera longeva, quizá la falta de apoyo de directores de revistas y diseñadores de moda que no quieren volver a estar en manos de un grupo de extravagantes y caprichosas divas, quizá una simple consecuencia de un más que discutible cambio social. Curiosamente, la única modelo que ha sido posteriormente capaz de captar el interés general, Kate Moss, era precisamente la antítesis de las anteriormente citadas.
En cierto modo, algo similar está ocurriendo hoy con los arquitectos estrella: la arquitectura icono está terminando. ¿Consecuencia única de la crisis económica mundial o fin de un modelo gastado y manipulado?
Hoy, Estrella de Diego (EL PAÍS, Babelia, 17 de julio de 2010, página 19) reflexiona sobre la falsa impostura de ciertos edificios y de este tipo de arquitectura:
“Ahora que se ha puesto de moda el concepto de “sostenibilidad” –que también empieza a ser un valor de cambio para algunos, por cierto, a medio camino entre ecología y reciclaje- los edificios icónicos y caros son parte del pasado: va a empezar a dejar de llevarse la rúbrica de los grandes estudios de arquitectura”
Y en medio de este cambio, la oportunidad para otros muchos de poder demostrar solvencia, preparación, capacidad de gestión de presupuestos y recursos humanos, respeto por los plazos y pasión por lo que queremos y sabemos hacer. O al menos lo intentamos: arquitectura.
Como decía Didier Fernández, el agente de toda la vida de Linda Evangelista (http://www.elpais.com/articulo/portada/fin/supermodelos/elpepusoceps/20100418elpepspor_10/Tes):
Eso de las top siempre fue un invento. Para mí, sólo hay tres categorías de modelos: buenas, normales y malas. Una mala no tiene futuro alguno. Una normal hará dinero y trabajará un tiempo. Una buena trasciende tendencias y épocas. Son mujeres interesantes, están interesadas en lo que hacen y duran. ¿Qué ha pasado con el trabajo, con aprender y crecer? Es como decir que un doctor es un genio tras su primera operación.
Luis Cercós (LC-Architects)
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