IN MEMORIAMBernard Schwartz (Tony Curtis, Nueva York, 3 de junio de 1925 - Las Vegas, 29 de septiembre de 2010)
En los días previos a la huelga general del 29 de septiembre de 2010 una parte de la derecha más combativa se ha dedicado a demonizar a los sindicatos y a ironizar sobre el apoyo de gentes de la cultura al cambio que en su momento representó José Luis Rodríguez Zapatero.
El pasado 28 de septiembre, con el diario PÚBLICO como testigo, el poeta Luis García Montero y el cantante Joaquín Sabina, hablaron sobre una huelga que, al menos ellos, consideraban imprescindible.
PÚBLICO. ¿Ven algún paralelismo entre la demonización de los sindicatos y la de la gente de la cultura?
LGM: Tienen muy claro lo que puede hacer daño a la política neoliberal y se lanzan a triturarlo: la gente de la cultura representa una conciencia; los sindicatos, una voluntad social de organización. Lo que menos desean es la conciencia que piensa sobre sí misma y que además quiere organizarse. Por esto denigran a los sindicatos y a la gente de la cultura.
JS: No conozco a ningún país donde se ataque de esta manera a los escritores, a los cantantes, a los actores ¡Yo jamás he tenido una subvención! Ese odio visceral a los titiriteros, que por cierto es una palabra hermosísima, no lo he visto en ningún lugar. Y luego está la manipulación horrible del acto del otro día, que la mayoría de medios presentó como algo "de los de la ceja", cuando allí casi no había ninguno que hubiera sido de la ceja. Yo sí lo fui y, aunque muchos amigos me echaron una bronca, estoy orgulloso de ello. Hice lo que creía que debía hacer y ahora hago lo que creo que debo hacer. Yo he respetado y sigo respetando mucho las buenas intenciones de Zapatero, que me parecen reales. Pero su discurso apoyando a Sarkozy fue realmente obsceno.
Nacido en el Bronx de Nueva York, hijo de emigrantes húngaros judíos, luchó durante la II Guerra Mundial en un submarino, uno de los destinos más claustrofóbicos en los que puede servir un marino. Ver en la bahía de Tokio, desde unos prismáticos, la rendición de Japón fue, según sus palabras: “uno de los grandes momentos de mi vida”.
En wikipedia y en los obituarios se puede leer que participó en un centenar de películas, pero como si hoy quisiera responder a Sabina sobre la hermosura de ser cómico de la legua, titiritero, saltimbanqui, bate, juglar, nómada, transeúnte, buscador de libertad, recitador de sueños, mimo, payaso, proscrito, desterrado, desarraigado o simplemente, poeta, me vienen a la memoria los versos que Tony Curtis recitó a sus compañeros esclavos en la mítica Spartacus (Stanley Kubrick, 1960):
Cuando el sol resplandeciente desaparecía del cielo,
cuando el viento agonizaba en la montaña,
cuando no se oía ya la alondra en el prado y la cigarra no cantaba su canción,
cuando la espuma del mar dormía con una muchacha y el crepúsculo rosado acariciaba el mundo, volví a casa,
crucé la sombra de los bosques morados y azules y volví a casa,
al hogar que me vio nacer donde me esperaban siempre mis padres con un beso prendido en los labios.
Ahora que estoy solo y perdido en un mundo grande y oscuro y aun así,
Cuando el sol desaparece y el viento lentamente agoniza y duerme la espuma del mar,
Vuelvo en sueños a casa.
- ¿Quién te enseño eso?, le preguntó Spartacus (Kirk Douglas) a Antonino (Tony Curtis)
- Mi padre lo recitaba.
- Me equivoqué respecto a ti. Tú, no lucharás. Recitarás versos.
- Yo he venido a luchar.
- Luchar sabe cualquiera.
- Quiero aprender a luchar.
- ¿Cómo te llamas?
- Antonino.
- Antonino, hay tiempo para luchar y tiempo para cantar. Tú no lucharás. Recitarás versos. Luchar, … , hasta las bestias pueden hacerlo. Pero tú puedes hacernos creer en las bellezas que cantas.
O lo que es lo mismo: nadie hablará de la mayoría de los políticos cuando estén muertos, pero muchos años después de eso, las nuevas generaciones seguirán emocionándose con ese canto a la libertad que supone ver películas como ésta o escuchar canciones como las que cantas tú.