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sábado, 20 de noviembre de 2010
Guess Who's Coming to Dinner (Stanley Kramer, 1967)
A pesar de la enorme lista de libros o de películas que todavía no he leído o visto, me encanta revisar obras que ya han pasado por mi vida con anterioridad. Hoy, a propósito de una conversación de la que fui testigo el pasado jueves, he sentido la necesidad de revisar la última película del actor Spencer Tracy (quizá debería decir la penúltima, pues el personaje protagonista de Up (Pixar, 2009) está reconocidamente inspirado en él http://lc-architects.blogspot.com/2010/01/up.html).
También tiene que ver la revisión de esta película con la entrevista a Barack Obama publicada ayer 19 de noviembre en el diario EL PAÍS (portada a 5 columnas y páginas 2, 3 y 35). Dice el actual presidente del imperio: “Sigo teniendo el entusiasmo y la capacidad para cambiar el mundo” y yo me pregunto: ¿Por qué será, entonces, que no puede siquiera cambiar la situación de un pequeño lugar (Guantánamo) en una pequeña isla del Caribe?”.
El caso es que en un momento del filme, su co-protagonista masculino Sidney Poitier (el primer actor afroamericano ganador de un Oscar, primera estrella negra del celuloide americano, director de cine y reconocido activista proderechos humanos) confiesa al padre de su novia blanca:
- No es que ella considere que no tiene importancia la diferencia de color de nuestra piel, sino que ella no es consciente de esa diferencia. Así la educaron ustedes. Y piensa que nuestro hijo será Presidente de los EE.UU.
- ¿Y qué opina usted, doctor?, le interpela Tracy- Bueno, me conformaría con que llegara a ser Secretario de Estado.
La realidad, una vez más, supera a la ficción, pues cuando se rodaban estos diálogos, nadie podía imaginar que el primer presidente mestizo (padre negro, madre blanca) de los EE.UU. de América, había nacido 6 años antes (Barack Obama, Honolulú, EE.UU., agosto de 1961).
De hecho, en un giro del destino, los padres del futuro presidente se conocen en el mismo lugar del mundo en el que se conocen los protagonistas de la película, la Universidad de Hawai. ¿Increíble, verdad? No me digan ustedes que no hay, de vez en cuando, motivos para pensar que en realidad somos criaturas dirigidas por algo superior.
Los matrimonios mixtos no son sólo aquellos entre personas de distintas razas, también pueden ser considerados así los celebrados entre hombres y mujeres de distintas religiones, de distintas nacionalidades o incluso de distinto (o muy distinto) estrato social.
El testimonio final, las últimas palabras que pronunció Spencer Tracy frente a una cámara de cine, en la última secuencia de su última película, tienen todavía hoy, 43 años después, un valor absoluto e incuestionable. Decía, más o menos, lo siguiente:
En cuanto a los problemas con que vais a enfrentaros son, poco menos que inimaginables. Pero os consta, esto es seguro, a lo que os exponéis. Habrá un millón de personas, y eso sólo aquí, en este país, que se horrorizará, se escandalizará con vuestro matrimonio. Tendréis que afrontar esas consecuencias durante el resto de vuestras vidas. Pero tendréis que ignorar a todos esos pobres diablos y compadecerlos. Son víctimas de antiguos prejuicios, fanatismos, ciegos odios y miedos. Cuando llegue el caso tendréis que apoyaros el uno en el otro. Notaréis sus miradas y sus pensamientos. Pero en la mayoría de los casos no os las expondrán. No os importen. La réplica es tan sencilla... Vosotros dos sólo tenéis un pequeño problema de pigmentación. Lo único malo de vuestra boda sería, sabiendo lo que pensáis, sabiendo lo que sois, sabiendo lo que os queréis, … que no se celebrara.
Y ahora, ... ¿qué os parece si nos vamos todos a cenar?
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
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