Está de paso B-16 (escrito así, como si de un arma de guerra santa se tratase) por España (ayer Santiago de Compostela, hoy Barcelona) y muchos somos, cada vez más, los que ya no le esperábamos. No porque tengamos nada contra él, sino por la manera en la que no ha intervenido en asuntos en los que debería haber sido mucho más intransigente (http://lc-architects.blogspot.com/2010/10/verguenza-divina.html). Entre otras cosas.
Como se espera de un bombardero, B-16 ha venido en son de guerra: o estáis conmigo o estáis contra mí y así, Ratzinger, como ya podréis suponer a estas alturas del párrafo, subrayó ayer el valor de la familia como “núcleo de la sociedad”. Curioso que este hombre sea mucho más conocido todavía por su apellido (Ratzinger) que por el puesto que ocupa (Papa). Caso singular en la historia reciente. Por algo será que no convenza ni a los suyos. Primer Papa que llega a España y no cuelga el cartel de "no hay localidades".
Como hoy dice la prensa: "Santiago de Compostela está preparado para un aluvión de visitantes que no llegó" (EL PAÍS, 7/11/2010, pág. 15). La culpa de los huecos en el aforo es, como siempre, de los otros:
"Los 6000 polícias y los 200.000 visitantes han asustado a la gente. El Papa no ha venido para que los políticos tengan un rédito electoral. Hay una purificación en la fe y aquí está el que realmente quiere estar" (Diego Pérez, sacerdote del Opus Dei, diócesis de Tui, Vigo).
El caso es que estoy de acuerdo con el valor de la familia como primer eslabón de la sociedad, el conflicto llega cuando él y yo (y otros muchos, claro) comenzamos a definir lo que entendemos por “familia” y por “sociedad”.
Para B-16, la familia es tradicional: un matrimonio con hijos. Para mí, la familia es la que consideremos cada uno de nosotros como tal: mi mujer y yo, los hijos de mi mujer, mis hijos, nuestros hijos en común. Por supuesto B-16 no considera familia a la del juez y a su marido, a mi vecina y a su esposa, o a la formada por cualquiera de mis amigos gays y sus hijos adoptados. De la que forman María y sus dos amantes, ya por supuesto ni hablamos, aunque a la hija mayor de María le encante hacer senderismo con sus dos padres.
Para B-16, la sociedad debe ser religiosa y, a ser posible, de la suya. Para mí, la sociedad debe ser absolutamente laica (independiente de cualquier organización o confesión religiosa).
Para B-16, hay que combatir “el laicismo agresivo”. Para mí el hay que hacer lo propio con el fundamentalismo religioso.
Y así, ni él ni yo, conseguiremos ponernos nunca de acuerdo. Porque él viene y va con un discurso que considero obsoleto y yo, bajo su punto de vista, soy parte de un grave problema: el avance del secularismo y la laicidad del mundo occidental.
Pero mientras a mí no me importa que él viva como le dicte su dios, él a mí no me concede el mismo derecho.
Luis Cercós (LC-Architects)
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