No puedo evitar entristecerme ante la imagen de edificios parcialmente destruidos. Sueños de gente que un día merodeaba por allí. Vidas que existen, o quizá ya no, sobre edificios a punto de desaparecer para siempre. Recuerdos de gritos y carreras infantiles. Recintos rotos que un día abrazaron a niños que gritaban, a jóvenes que se besaban, a matrimonios que reían, a ancianos que esperaban un nuevo amanecer. Vida que ya no está allí. Muerte anunciada.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
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