Estamos en campaña electoral en España. El domingo de la semana que viene, 20 de noviembre, antes de la media noche ya sabremos el nombre del nuevo presidente de su gobierno. Ninguno de los dos favoritos, uno mucho más favorito que el otro, me parece especialmente carismático pero ambos pueden llegar a ser buenos jefes de gobierno. El lunes pasado se enfrentaron en un debate excesivamente negociado previamente por asesores y colaboradores, pero resultó más intenso de lo agoreramente previsto. Discutieron, pero no percibí en ellos la distancia que ha habido en otras ocasiones entre otros contrincantes políticos.
Sobre quien ganó o perdió, depende de los colores de cada uno, que en esto de la política o de la religión, pasa lo mismo que con el fútbol. Cada uno ve el partido según sus simpatías.
No voy a estar en España el día de las elecciones y lo siento. Debería haber solicitado el voto por correo, pero no tenía previsto este próximo viaje. El debate me tranquilizó. En lo que a mí respecta, me sirvió, no tanto para decidir mi voto, sino para aceptar el cambio de rumbo que aparentemente va a llegar. Tengo serias dudas sobre lo que va a llegar, pero entiendo y acepto la decisión de una mayoría que votará con ilusión, a pesar de que el ajuste va a ser tanto o más duro que lo que ya hemos pasado. No hay más que mirar las duras políticas de ajuste y restricción que están férreamente aplicando los gobiernos regiones constituidos con posterioridad a las elecciones municipales y autonómicas del pasado marzo.
Y si no se abre el grifo, el agua no saldrá por las tuberías. Dificilísimo dilema, inversión pública que reactive la economía o ahorro estricto que reduzca el déficit nacional. La previsión, muchos meses por delante de ajuste y dificultades.
Luis Cercós (LC-Architects)
Madrid – Buenos Aires
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