RESTAURACIÓN DE REVESTIMIENTOS SINGULARES
Resumen
Hoy en día, una vez superados los años en que era realmente difícil encontrar albañiles que recordaran las técnicas de manipulación y aplicación de revocos realizados con cal grasa, lo prioritario no es ya la ejecución de nuevos revocos siguiendo las técnicas tradicionales, sino la conservación y restauración de los escasos revestimientos que bien por su edad, calidad artística o cualquier otra singularidad merezcan ser conservados. Una llamada de atención sobre la existencia aún de revestimientos realizados hace 200 ó 300 años y el modo en que debemos afrontar su reparación, constituyen la base de esta comunicación. Ilustra este resumen una fotografía del revoco existente en las fachadas exteriores del Convento de San Vicente el Real de Segovia. Como un detalle ornamental más está grabada la fecha de su ejecución: 1 691 AÑO.
Introducción
Motivos económicos y el uso generalizado de los morteros de cemento provocaron en España, fundamentalmente a partir de su Guerra Civil y la dura posguerra, la disminución alarmante en nuestro país del oficio de revocador, que hasta esa fecha se transmitía, casi exclusivamente en forma oral de padres a hijos. Cuando a partir de la segunda mitad de los años setenta, la sociedad española comienza a preocuparse de nuevo por el mantenimiento de las fachadas, los técnicos encargados de aquellas intervenciones deben buscar soluciones en los textos antiguos y en la colaboración estrecha con albañiles que aún recordaran las técnicas tradicionales que aprendieron de sus maestros en los primeros años de oficio.
Aquella generación de técnicos se enfrentó de pronto con la necesidad de comenzar a restaurar las viejas fachadas de los centros antiguos y se encontraron en una encrucijada con dos caminos: uno, el que indicaban los textos clásicos y que literalmente apuntaba que "la cal ha de ser de la mejor, más limpia y bien preparada" y el segundo, el que debieron de tomar obligados por la situación de la construcción en España: la cal grasa no se sabía trabajar, o no existía, o había que esperar mucho (5, 6 ó más meses) para poderla tener en condiciones correctas de trabajabilidad. Esto obligó a improvisar y así se sustituyeron muchos revocos de cal por enfoscados de cemento, con acabados más o menos bastos dependiendo del gusto y la profesionalidad de los aplicadores, sobre los que posteriormente se aplicaban pinturas industriales de diferentes calidades.
Sin embargo, la unión de una serie de circunstancias es vital para que poco a poco se comience a generalizar el uso de morteros de cal: la preocupación de los responsables municipales por conservar las texturas y colores de las centros urbanos que se plasman en normativas y ordenanzas municipales; la aprobación de ayudas para la rehabilitación de edificios; la celebración de diferentes master, cursos y seminarios sobre técnicas y teoría de la restauración que llenan, en parte, el vacío existente en los programas oficiales de las carreras técnicas y sobre todo, la ejecución máxima de restauraciones y rehabilitaciones que en la década de los 80 obligan a todas las partes implicadas a estudiar, investigar y ejecutar cada vez con mayor criterio.
Lo que queda por hacer
En este contexto y una vez asumido que los centros históricos y los monumentos deben ser restaurados, siempre que sea posible, con los mismos materiales con los que se diseñaron y construyeron, quedan únicamente dos puntos por abordar, en lo que a restauración de revocos se refiere:
1º. La eliminación de los morteros de cemento en las fases previas al revoco. No se deben utilizar morteros total o parcialmente compuestos de cemento portland en los trabajos de rejuntado y/o preparación de soportes, es decir en la ejecución de enfoscados de preparación del muro (técnicamente: jaharrados).
2º. Modificar el criterio predominante entre los técnicos a sustituir los revocos y preocuparnos más por limpiar o restaurar los que han llegado a nuestras manos, generalmente mucho mejor ejecutados (por haber sido realizados por mejores artesanos y con mejor materia prima) que los que actualmente van a reemplazarlos. Picar es destruir y a veces no seremos capaces de reproducir correctamente lo que hemos eliminado (fotografías nº 2 y 3: antes y después de la restauración del revoco esgrafiado de la fachada principal de la Iglesia de las Calatrava en Madrid. Año 1994-95. El revoco original fue realizado en el año 1886, según proyecto de Juan de Madrazo y Kunt, inspirándose en el renacimiento milanés, en color rojizo terracota).
Fotografía 1
Fotografía 2
El jaharrado o enfoscado de preparación
La función de este primer tendido de mortero sobre el paramento es doble: en primer lugar ocultar todos los defectos de ejecución del muro de cerramiento y en segundo lugar, servir de soporte a la capa ornamental externa, es decir, al revoco propiamente dicho.
Hasta la aparición del cemento portland (en nuestro país la primera fábrica data de 1.898), el enfoscado y el posterior revoco se realizan empleando únicamente morteros de cal de diferente dosificación (más pobres en aglomerante las interiores y más ricas las capas exteriores). El conjunto de ambos fragua conjuntamente en contacto con el anhídrido carbónico del aire muy lentamente, y los morteros se adhieren al soporte adaptándose a los movimientos y asentamientos de la fábrica. Estos morteros (por su constitución porosa) permiten además el rápido secado y la respiración del muro y no aportan sales al proceso constructivo ni provocan humedades de condensación en el interior de las viviendas. Si por el contrario utilizamos morteros de cemento en las capas inferiores, éstos, aún en bajas dosificaciones dificultan por su baja porosidad la transpiración de los muros que cubren (produciéndose humedades de condensación en el interior de las viviendas), fraguan de una manera diferente al posterior revoco de cal, aportan sales de muy difícil extracción, favorecen, por retracción, entre otras circunstancias la fisuración de los revocos y además son mucho más duros que los revestimientos de cal que van a soportar, lo que rompe con 2ª de las dos normas fundamentales que hay que respetar siempre que queramos cubrir una pared y que a continuación se enumeran:
1ª. Siempre es mejor colocar dos capas superpuestas de menor espesor, que una sola que por su propio peso pueda descolgarse.
2ª. Los enfoscados inferiores, más gruesos que los de superficie y por tanto más propensos a fisurar por retracción, deben ser más pobres en aglomerante y por tanto menos duros.
Ahora que es relativamente fácil encontrar albañiles y revocadores que sepan manipular la cal, la única circunstancia que impide que todo el proceso se realice únicamente con morteros de cal, es el tiempo de espera necesario para revocar sobre un jaharrado o enfoscado de cal. En efecto, al fraguar estos morteros mucho más lentamente que los de cemento, es necesario esperar, al menos, un día por mm. aplicado. De esta forma, para un enfoscado de 2 cm. de espesor medio, debemos esperar entre 20 y 25 días para poder aplicar sobre el jaharrado el revoco de acabado. Transcurrido este tiempo, el jaharrado resistirá sin disgregarse el tendido y repretado de la capa posterior de revoco. Esta espera puede ser, si planificamos bien la obra, absorbida por la realización de otros trabajos propios de la restauración de una fachada.
Restauración de revocos singulares
Todo lo dicho hasta ahora es especialmente importante si se trata de restaurar revocos que por su singularidad merezcan ser respetados como testimonio del buen hacer del pasado o como muestras artísticas de gran notoriedad. En estos casos, la colaboración de restauradores y revocadores es la única forma de afrontar el encargo. Los primeros se encargarán de los trabajos de limpieza, consolidación y protección y los segundos de preparar y aplicar los morteros con que se cubrirán las diferentes lagunas (faltas de material).
El ejemplo europeo. Francia e Italia.
Como es tradicional en tantos otros temas de restauración, franceses e italianos, son pioneros en la conservación de estos revestimientos. Así, en los años sesenta, Francia pone en marcha las primeras campañas con objeto de recuperar los revocos que todavía se conservaban de los siglos XVII, XVIII y XIX.
Con respecto a Italia, y ya hablando de actuaciones concretas, se destacan aquí la restauración de las pinturas murales de la Plaza Mayor de Vigevano (fotografía nº 4. Año 1.995) o la restauración del revoco del siglo XV de las fachadas del Palacio Branda, en la localidad de Castiglione Olona, provincia de Varese.
Fotografía 3
Esta intervención está perfectamente documentada en el nº 1 (año 1.993) de la revista italiana RECUPERARE. La actuación diseñada por el arquitecto Ludovico Barbiano de Belgiojoso, fue dirigida por el arquitecto Andrea Ferattini entre los años 1990 y 1991. El revoco original, formado por mortero de cal está decorado con terminaciones de falso almohadillado realizadas al fresco bicolor. La composición del revoco se analizó sobre 14 muestras sacadas en puntos en los que el estado de deterioro de la superficie era tal, que la extirpación podía realizarse sin la ayuda de medios mecánicos. El estudio de las muestras permitió la identificación de los morteros y la datación de los mismos, comprobándose que los restos pertenecían al menos a dos fechas distintas de ejecución.
La limpieza superficial previa se realizó con agua y alcohol y en el caso de superficies sujetas a fenómenos de sulfatación con carbonato de amonio, aplicado mediante emplastos realizados con hojas de papel japonés previamente colocados y manteniéndolos constantemente húmedos. Después de haber quitado los residuos del tratamiento con agua destilada, el revoco se fortaleció con emplastos de pasta de madera impregnada de hidróxido de bario en solución acuosa concentrada.
El arquitecto español Dr. Ignacio Gárate Rojas en su libro "Artes de la Cal", editado por el Mº de Cultura, 1ª edición 1.993, autor de la restauración de las pinturas murales de la Carrera del Darro de Granada, fotografía nº 5 (premio Europa Nostra 1992) recomienda las limpiezas con agua e incluso la utilización de una solución acuosa de amoníaco al 10-20%, que se aplica suavemente con una almohadilla de guata, teniendo especial cuidado con los colores menos resistentes. En el caso de aparición de depósitos de sales solubles suele aplicarse el sistema de aplicación de papetas de celulosa. La celulosa se vende en el comercio en seco. Una vez mojada se coloca en forma de cataplasma sobre la pared y debe ser sustituida por otras hasta la completa absorción de las sales.
Fotografía 4
Volviendo al ejemplo italiano, el relleno de las bolsas se realizó mediante inyección lenta de un compuesto adhesivo formado por cal como aglomerante, polvo de mármol y/o arena de sílice como inerte y aditivos a base de resinas acrílicas. Las fisuras se sellan con morteros igualmente realizados con cal, polvo de mármol y emulsiones acrílicas.
En las zonas donde faltaba el original revoco del siglo XV, se ha llevado a cabo una intervención pictórica para igualar la decoración que caracteriza todo el paño. La pintura se ha realizado con sucesivas veladuras, de color neutro, con productos a base de silicato de potasio no estabilizado, para obtener una permanencia en el tiempo que con otros técnicas (la original a base de agua de cal y pigmentos inorgánicos solo es posible en las primeras 24 horas de vida del revoco, es decir, al fresco) no se hubiera podido conseguir.
Ejemplos españoles. La restauración del Palacio de Abrantes. C/ Mayor. Madrid. 1996. (Fotografía nº 6)
Muy similar en el proceso ha sido la restauración de los esgrafiados pintados al fresco que decoran la última planta de la fachada principal del madrileño Palacio de Abrantes, hoy Instituto Italiano de Cultura. La restauración realizada por las restauradoras Susana Pérez de Toledo y Mª Ángeles Muñoz Martínez se realizó, en el verano de 1.996, de la misma forma que la descrita en el caso del Palacio Branda.
Fotografía 5
Conviene mencionar el tratamiento que se aplicó en las zonas en que el revoco estaba muy desprendido de la pared y existía pérdidas y riesgo de destrucción inminente durante los trabajos de restauración. Se realizó en estas zonas una consolidación de urgencia y se aplicó un refuerzo provisional del lienzo mediante un empapelado de la superficie con papel japonés. La adhesión de esta lámina de papel se realizó con una resina acrílica de estructura polimérica (PARALOID B-72), disuelta en disolvente nitrocelulósico al 20-30%.
La forma de aplicación del papel será a base de cuadrados de 15 a 20 cm. En las zonas muy debilitadas, como pueden ser las zonas colindantes con grietas o con los bordes de grandes desprendimientos, se aplicaron encima tiras de gasa de algodón por tener mayor resistencia al peso. Las telas de gasa de algodón se colocaron sobre una lámina de papel japonés para evitar que la textura del tejido haga impronta sobre la superficie pictórica. (ver fotografía nº 7).
Fotografía 6
Luis Cercós (LC-Architects)
Madrid - Buenos Aires - Santiago de Chile