El arquitecto Diébédo Francis Kéré nació en Gando,
una pequeña aldea al este de Burkina Faso. Gracias a que su padre era el jefe
de esa aldea, fue el primer niño de esa comunidad en ir a una escuela. Una
beca, muchos años después, le llevó a Alemania, donde estudió arquitectura. Apoyado
por todos sus paisanos, se sentía en deuda con su pueblo. Por haber pasado por
ellas, sabía de lo mal diseñadas que en su país, estaban las escuelas:
temperaturas diurnas que alcanzan los 40 grados, en aulas con más de 100
alumnos. A pesar de ser construidas en África, los edificios dotacionales se
construyen en hormigón y se recalientan de forma insoportable, haciendo
imposible que los niños estudien y se concentren.
¿Cómo construir una
escuela para Primaria con un ambiente interior fresco, sin usar aire
acondicionado u otras tecnologías inasequibles, con un coste de mantenimiento
imposible de mantener en la África más rural?
Diébédo Francis Kére
lo explica así:
El desarrollo de África se ve obstaculizado
por la falta de educación y de conocimientos arquitectónicos. En la parte francófona
de África Occidental solo hay una escuela de arquitectura, a la que muy pocos
pueden permitirse el lujo de asistir. A esto hay que añadir que la mayor parte
de los arquitectos africanos miran hacia Occidente buscando inspiración, o
tienen clientes que les piden que imiten los diseños occidentales. Todo ello
provoca que los edificios no estén bien adaptados y que dependan de
importaciones tanto para su construcción como para su posterior mantenimiento. Por
una parte, África tiene una necesidad desesperada de dotaciones sociales, como
las escuelas; por otra, debe construirlas con un tipo de arquitectura que tenga
en cuenta el contexto sociocultural y económico de la región. Mi objetivo como
arquitecto es dar respuesta a ambas necesidades.
En el caso de la construcción de la escuela
de tierra en Gando (Burkina Faso), mi aldea natal, intenté combinar materiales
y técnicas de construcción tradicionales con las ideas que había desarrollado
durante mi periodo de formación como arquitecto, para producir una arquitectura
que estuviera en sintonía con la cultura y el clima locales.
Con este fin, decidí levantar la escuela con
tierra, que es el material de construcción local y es abundante en la zona. Las
paredes de barro son duraderas, pero tienen que protegerse de la lluvia. Esta es
la razón por la cual cada clase de la escuela está levantada sobre una pequeña
plataforma de piedra y cemento, y tiene una amplia cubierta formada por piezas
de cinc. Muchas casas de Burkina Faso tienen cubiertas semejantes de chapa de
cinc o de acero ondulado, que (colocadas tradicionalmente) acumulan el calor
del sol, convirtiendo el espacio interior en un lugar sofocante. Mi diseño
(alternativo) evita este problema, porque la cubierta de cinc no está
directamente encima de los espacios vivideros. El techo, que está hecho también
de barro, tiene unos agujeros que permiten evacuar el aire caliente. Por encima
de este techo, una estructura de acero soporta la cubierta de cinc. Esta disposición
permite que el aire circule entre el techo y la cubierta, reduciendo así la
temperatura interior de las aulas entre 6 y 8 grados, sin necesidad de aire
acondicionado ni electricidad.
Cuando en 2001 propuse construir la escuela
con adobe, la/mi comunidad reaccionó de un modo muy escéptico, pues prefería
hacerla de una manera convencional, con hormigón armado, convencida de que un
edificio de tierra no sobreviviría a la estación de lluvias. Con todo,
construimos maquetas y conminamos a la gente de Gando a probar su resistencia y
durabilidad, ganándonos así su confianza. La primera escuela se terminó en 2001
y todavía está en pie (el texto que transcribo está escrito en enero de 2013),
nunca ha necesitado mantenimiento de ningún tipo, y es el orgullo de la
comunidad.
Se invitó a todo el mundo a participar en la
construcción de su escuela. Los hombres construyeron los muros con adobe; las
mujeres amasaron el barro; los niños trajeron piedras para los cimientos.
Los habitantes de Gando son extremadamente
pobres; necesitan, de un modo desesperado, desarrollarse. Pero son también el
mayor activo del país, la clave para la solución de sus propios problemas. Su
entusiasmo y su voluntad de participar son esenciales para la sostenibilidad
del proyecto, y esto es lo que traté de aprovechar para la arquitectura.
La escuela ganó en
2004 el Premio Aga Khan de Arquitectura y atrajo a muchos niños de los
alrededores. Posteriormente se construyó una ampliación, con nuevas aulas, una
biblioteca, alojamiento para maestros y una cooperativa para mujeres. En 2013
se terminará la escuela de enseñanza secundaria.