Tenía una cita con una mujer muy hermosa, y había decidido asistir, dando muestras de su inmensa insensatez, al baile de verano de la Embajada suiza, a pesar de que ni era suizo ni bailaba, pero hasta un monstruo merece de cuando en cuando un paseíto fuera de la jaula.
Ray Loriga, Ya sólo habla de amor, 2008