A mi hija C. Ella sabe que la amo.
El hemisferio izquierdo es el responsable del lenguaje verbal, de la habilidad lingüistica, de la capacidad de análisis, de la resolución de problemas matemáticos. También es el responsable de la memoria y del pensamiento lógico y racional.
El derecho, por el contrario, está más vinculado sensorial de todo aquello que sabemos que no puede expresarse con palabras, pero no por ello es menos real. El hemisferio derecho nos brinda la habilidad de interpretar señales, signos y metáforas. Y nos da la capacidad de soñar y de comprender el significado oculto de las cosas. Es el hemisferio que nos conecta con la dimensión emocional y espiritual de nuestra condición humana.
El hemisferio derecho nos permite sentir la parte cualitativa, intangible e inmaterial de las cosas. Es el más artístico, original y rebelde de las dos partes en que se divide nuestro cerebro. Al hemisferio derecho le gusta salirse de la norma e ir más allá de lo socialmente establecido. No tiene sentido del tiempo y está totalmente centrado y arraigado en el presente.
El hemisferio derecho es experto en relacionarse con los demás y se le dan bien la percepción espacial, el movimiento y la orientación (desde muy pequeña, C, sabía y reconocía por dónde estábamos pasando y cerca de dónde nos encontrábamos).
El hemisferio derecho nos permite desarrollar la intuición, la imaginación, la innovación y el pensamiento creativo. Y tiene facilidad para visualizar ideas e inventar cosas que no existían (o que los otros no son capaces de ver) y que aparentemente no eran posibles.
El hemisferio derecho nos nutre de confianza para atrevernos a seguir nuestra propia voz interior y, en consecuencia, recorrer nuestro propio camino.
El hemisferio izquierdo, todavía, sigue siendo el único protagonista en las aulas. La inteligencia y el valor de nuestros hijos se sigue midiendo con la puntuación que ellos obtienen en los exámenes, colegios, institutos y universidades.
No es así. Mamá y yo, querida hijita, estamos a tu lado para ayudarte a escuchar lo que sientes en tu corazón.
Fuente: El País Semanal, nº 1899, 17 de febrero de 2013. Transcripción libre y adaptada del artículo de Borja Vilaseca, págs. 20 y 21.