Había una vez un país en el que
las muchachas jóvenes no podían hacer el amor hasta que no lo hubiesen
hecho antes sus hermanas mayores.
En aquel país vivió una vez un
hombre que desde joven se planteó tener 9 hijas. Nada más que 9 hijas. Por
eso, cada vez que nacía un varón lo sacrificaba. Y a la madre también. Sólo la última de sus esposas le sobrevivió.
Atormentada por la terrible historia de su familia,
la mayor de las hijas de aquel hombre nunca a nadie entregó su corazón.
De acuerdo con la ley, esa decisión influyó
irremediablemente en la vida de sus hermanas y así, con la muerte de la última de las hermanas, se borró el código genético del ogro que las engendró.
Luis Cercós
Santiago, Chile