Con la consolidación de la República conservadora, que permitió una estabilidad política y el despegue de la Hacienda fiscal, atribuido principalmente a la explotación minera y agrícola, la arquitectura comenzó a dar señales de cambio, ya que hasta esos momentos el diseño arquitectónico capitalino conservaba el modelo "típicamente" español. Los edificios eran sencillos y sobrios, con abundantes corredores, enrejados y zaguanes. A partir de 1850, las construcciones toman nuevas influencias, venidas principalmente del embrujo francés, aunque también, en menor medida, se encuentran los modelos ingleses, nórdicos y norteamericanos.
La responsabilidad de este cambio, se encuentra en la política innovadora de los gobiernos conservadores, de contratar en el extranjero a una serie de maestros destacados en diversas áreas, con tal de impulsar el arte, las letras y la cultura. Sólo por citar algunos nombres de éstos extranjeros, tenemos a Andrés Bello, Claudio Gay, Alejandro Cicarelli y Domingo Faustino Sarmiento. En el ámbito arquitectónico, la llegada de maestros como Herbage, Brunet Debaines, Henault y Chelli, aportó de manera sustancial al desarrollo de la arquitectura y con ello los nuevos modelos de edificaciones, además de cimentar dentro del ámbito educacional, el camino de la cátedra de arquitectura en Chile.
"en 1840 contratado por el gobierno llega al país el primer arquitecto francés, Juan Herbage, comisionado para edificar el Instituto Nacional, además de supervisar una serie de otras obras menores a lo largo del territorio. Ocho años después arriba su compatriota Claude Francois Brunet de Baines, con un contrato del gobierno por seis años para ejecutar diversas obras chilenas. No sólo se dedico a la construcción, también enseño su oficio".
Claude Francois Brunet de Baines, fundó la Escuela de Arquitectura, la cual se desarrolló bajo el alero de la Universidad de Chile. El 17 de noviembre de 1849, se materializó la idea de Andrés Bello de desarrollar una escuela que pudiera satisfacer la creciente necesidad de obras públicas del país. Brunet de Baines fijó entonces, los principios de lo que debería ser una Escuela de Arquitectura, dentro de la cual lentamente germinaron los primeros arquitectos generales de la República. Desde estas cátedras iniciadas en 1850, egresaron por ejemplo Manuel Aldunate y Fermín Vivaceta.
Uno de los principales proyectos en los cuales trabajó De Baines, fue la planificación de la edificación del edificio del Congreso Nacional. Este proyecto comenzó a ser elaborado por de Baines, en 1848, a encargo del Gobierno de Chile, el cual, consiente de la necesidad de que la nueva institucionalidad republicana, funcionase en edificios especialmente construidos para el ejercicio de sus funciones, depositó en este arquitecto francés, su proyecto de construcción.
Este proyecto con el correr de los años, sumó la aprobación del propio Congreso Nacional, autorizando con ello al Presidente de República, Manuel Montt "para que invirtiera las cantidades que fuesen necesarias en la construcción de una casa de sesiones del Congreso Nacional", esta ley fue promulgada el 8 de agosto de 1854.
Sin embargo, la muerte de Brunet de Baines, ocurrida en 1855, frenó su ascendente carrera y el proyecto del edificio, por ello fue necesario contratar a otro arquitecto que asumiera sus responsabilidades. Ante tal escenario, las autoridades de gobierno, encomendaron a Manuel Blanco Encalada, quien se desempeñaba como Ministro Plenipotenciario de Chile en Francia, la función de contratar un nuevo arquitecto que continuase la labor dejada por Brunet de Baines.
De esta manera, el 31 de octubre de 1856 se firmó en París el contrato entre Lucien Henault y Manuel Blanco Encalada, como representante del gobierno del gobierno de Chile, de esta manera, otro francés llegó a Santiago, para hacerse cargo de la cátedra de arquitectura, y la continuación de los proyectos suspendidos tras la muerte de Brunet de Baines.
Así, la construcción del edificio del Congreso Nacional en Santiago, comenzó bajo las órdenes de Henault en diciembre del año 1857. Los terrenos elegidos para esta obra, habían pertenecido a los Jesuitas, hasta antes de su expulsión. Este sitio, ubicado ligeramente al poniente del lugar donde estaba la Iglesia de la Compañía, prácticamente es el mismo que ocupa hoy el antiguo edificio del Congreso Nacional, mirando hacia calle Compañía, Morandé y Catedral, dejando un espacio hacia esta última calle, donde se planificó la existencia de una plazuela. En el sitio de entrada a la Cámara de Diputados, existió una calle, bordeando el edificio del Congreso y la Iglesia de la Compañía, según planos de Lucien Henault, esta calle se llamó "Calle del Congreso".
Desde el siglo XVI, gran parte de ésta manzana había pertenecido a los Jesuitas, en donde se construyeron el Colegio Máximo de San Miguel y la Iglesia de la Compañía. El solar, comprendido por calle compañía, entre las calles "de la Bandera" y Morandé había pertenecido al conquistador Gabriel de la Cruz; el cual, después se dividió en dos sitios que pertenecieron al Gobernador de Chile, Rodrigo de Quiroga, quien los vendió a los Jesuítas el año 1593. En tanto el solar esquinado, entre Bandera y Catedral, fue en un principio de propiedad de Francisco de Valenzuela, pasando a manos de Lope de Peña, quien lo vendió definitivamente a los Jesuítas en 1608. Finalmente, la esquina de Catedral con Morande, fue adquirida por los Jesuitas a Martín García.
Tras su expulsión, en 1767, las propiedades de los Jesuitas pasaron a una Junta de Temporalidades que las repartió, cambiando incluso el nombre del Colegio Máximo de San Miguel por el de Convictorio Carolino (1772). Esta manzana quedó bajo el dominio de la Corona de España y con el advenimiento de la Independencia fue entregada a la administración pública. En esta manzana también funcionaron otros organismos, como la Casa de Moneda, el Instituto Nacional y el Teatro oficial.
Luego de tres años de trabajos, en 1860, la construcción del edificio del Congreso Nacional, quedó suspendida por falta de recursos. Hasta ese momento se había invertido la suma de $ 154.000 pesos, lo que financió principalmente la edificación del primer piso con "murallas que son de cal i ladrillos, i una parte de la obra de cantería".
Sumado a la paralización de las obras, existió un hecho que a pesar de lo trágico, aportó con nuevos terrenos al entorno del edificio del Congreso Nacional. El día 8 de diciembre de 1863, un incendio destruyó la Iglesia de la Compañía y con ella la vida de miles de fieles que perecieron entre las llamas. Estos terrenos ubicados en la calle Bandera, entre Compañía y Catedral, fueron posteriormente destinados para ser parte de los jardines del edificio del Congreso, denominándose Plaza de la Compañía, hasta que el Intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna la rebautizo como Plaza del Congreso (1873).
Como forma de recordar a las victimas "del incendio de la Compañía", se acordó erigir un monumento en el lugar de la tragedia. Se construyó así, una columna con una virgen de bronce, obra del escultor francés Carrier Belleuse.
Mientras esto ocurría, la Cámara de Diputados tuvo que compartir sala desde el año 1853 con el Senado, a causa de la demolición del edificio que perteneció a la Universidad de San Felipe, terrenos que sirvieron para la construcción del edificio del Teatro Municipal. Por ello, ambas Cámaras debieron alternar los días de sesión en el Consulado, esta situación se prolongó hasta 1876, año en que ambas Cámaras se trasladaron al "nuevo edificio" de calle Compañía. Hacia 1872, esta era la realidad que vivan las Cámara en el edificio del Consulado,
"Ambas Cámaras funcionan actualmente en el edificio del antiguo Consulado, en un mismo salón, alternando sus sesiones en los días de la semana; la de diputados suele funcionar también de noche. Ambas tienen una mesa taquigráfica, compuesta, la del Senado, de un redactor i dos taquígrafos, i la de diputados de tres redactores i seis taquígrafos, cuyos sueldos varían de 1,000 a 1,500 pesos".Fuente: Biblioteca del Congreso, gobierno de Chile. Página web oficial.