miércoles, 3 de diciembre de 2025

Restaurar desde el presente





En la historia de la restauración solemos insistir en las diferencias entre autores: Viollet-le-Duc frente a Ruskin, los italianos de Boito y Giovannoni frente a los españoles de comienzos del siglo XX, o la formulación teórica de Brandi frente a los modelos administrativos franceses. Pero si se mira con atención, aparece algo más profundo y sorprendentemente estable: todas estas posturas, incluso las más distantes, parten siempre del presente.

Valadier interviene en Roma desde la cultura ilustrada de su tiempo; Viollet-le-Duc restaura con los criterios funcionales, constructivos y estilísticos del siglo XIX; Ruskin, defensor de la pátina, habla desde la sensibilidad moral y estética victoriana; 
Boito y Giovannoni incorporan la lectura científica de los monumentos propia de su época; Brandi formula que la obra restaurada solo existe “en la conciencia del observador actual”, una de las ideas más sólidas de la teoría moderna; Françoise Choay demuestra que la noción de “monumento histórico” tiene sentido únicamente dentro de un marco cultural contemporáneo.

En España, el panorama confirma este patrón: Ricardo Velázquez Bosco interviene en la Mezquita de Córdoba y en otros monumentos desde la arqueología positivista y la sensibilidad historicista del siglo XIX. Leopoldo Torres Balbás, figura clave del siglo XX, desarrolla una restauración científica basada en el respeto estricto de las fases históricas, la mínima intervención y la reversibilidad: principios que siguen siendo válidos hoy.

La Mezquita de Córdoba, restaurada en distintos momentos y según criterios diversos, muestra con claridad esta idea: cada intervención responde a la cultura, el conocimiento y las necesidades de su propio tiempo.


Nadie trabaja desde el pasado: todos interpretan el pasado desde el presente.

Este hecho es constante a lo largo de la disciplina. Los edificios que existen hoy —románicos, renacentistas, barrocos, modernos— son contemporáneos entre sí porque los habitamos ahora.
Solo son pasado los edificios destruidos.

La restauración no es un viaje hacia atrás, sino una acción contemporánea sobre una obra heredada. Por eso, la única categoría verdaderamente común a todas las teorías no es el estilo ni la técnica, sino la pertinencia: intervenir de forma justa, lúcida y necesaria en el presente que nos toca vivir.

Esa idea —simple y a la vez profunda— es la que guía el libro que estoy escribiendo sobre la evolución de la disciplina, La Restauración como Conciencia del Presente.

LC, París, diciembre 2025

No hay comentarios:

Publicar un comentario