lunes, 14 de enero de 2013

Orellana, 5; making-of





por Jack Babiloni (+ LC-Architects)

El domingo 24 de febrero de 2008, recibí de Luis Cercós (LC-Architects [en adelante LC-A]) telefónica invitación para babilonizar la anacronísima (1886) tipología de fachada del inmueble madrileño sito en la confluencia de las calles Orellana y Campoamor. LC me explicó en una única reunión presencial cara a cara, días más tarde, que mi participación en el proyecto entrañaría la última de las actuaciones de rehabilitación integral diseñada y llevada a cabo ad hoc por LC-A en los meses precedentes.

Tras ciertos apuntes metodológicos y conceptuales que LC me participó, que necesitarían mención aparte, concerté con LC-A que el punto temático de partida incidiría en la revisión iconográfica de la mitografía helénica, una vez despreciados varios arranques filosófico-plásticos (de LC, míos o de ambos). La otra inviolable premisa fue que el procedimiento tecnológico que yo debía emplear era el de aplicación de silicatos sobre mortero de cal, lo que nos garantizaba una longevidad mínima de 500 años en el resultado final, y cuya técnica aplicativa y procesal, por otro lado, yo dominaba desde hacía más de veinte años, en mi época de prelicenciatura en Bellas Artes.

En principio la invitación de LC-A se restringía a mi intervención sobre 5 paños verticales entre balcones y sólo uno de los 4 chaflanes horizontales disponibles, que dejé listos entre los días 4, 5 y 6 de marzo de 2008. Ahí nacieron Poseidón e Hipocampo (en la fachada de la calle Campoamor), Quirón (en el chaflán) y Atenea, Amor y Helio (en la fachada de la calle Orellana). Al día siguiente, el viernes 7 de marzo, mostré a LC el resultado, en visita de obra in situ. Tras diez minutos de subidas y bajadas de los dos por escalinatas tubulares extramuros, recibí de LC una sonriente contraorden:

Babiloni, píntala toda. Ya veré yo cómo se lo explico a la propiedad…
Me propuse lo mismo de siempre: una gráfica tiernamente salvaje, rudamente diáfana, caligráficamente perturbadora, impepinablemente valiente, inequívocamente audaz o, lo que es lo mismo y pinceles en ristre, ser honrado, cariñoso, disciplinado y cabal. Pero eso sí: alumbrando solamente criaturas pletóricas, sonrientes, bondadosas y conmocionantes. Todo ello para no errar el tiro, pues no hay hombre honrado que no lleve razón en todo.

Y eso hice, brochazo a letrita, y allá en esos muros lo fui gestando durante quince días no correlativos comprendidos entre el 4 y el 28 de marzo de 2008, desestimando bocetos y prefacturas y dejando que la incipiente primavera meciera mi coreografía de aquella poética quincena sobre el andamio.

Así, por ejemplo, desaparecieron muchos personajes que en mi taller me apetecía pintar, pero que en pleno parto fueron resultándome insuficientemente eufóricos en lo emocional, sentimental o, siquiera, lírico. Mantuve, eso sí, la férrea vocación griega que prometí a LC-A, excepción hecha de un romano que se me coló de rondón y por la puerta grande: Marco Aurelio, irrebatible filósofo y olvidable emperador, cuya única obra literaria, Meditaciones, (uno de mis 5 libros de cabecera desde hace más de 20 años) tiñó de inefable placer intelectual mi presencia cotidiana sobre aquel andamio azotado por vientos preprimaverales superiores a los 90 km por hora.

A las 11:40 a.m. del viernes 28 de marzo de 2008, di mi última pincelada de silicato sobre el casi kilómetro cuadrado de revoco de cal: la tilde (rojo inglés) de TODO ES FELICIDÁ, caligrafiada en el chaflán del primer piso.

Entre los días 15, 16 y 17 de mayo de 2008, una cuadrilla plurinacional de ultrametódicos y encantadores caballeros iberoamericanos desmanteló el andamio.

El sábado 17 de mayo de 2008, TODO ES FELICIDÁ comenzó a convertirse en referente universal de maridaje entre rehabilitación arquitectónica global y diálogo plástico reactaulizados, entre respeto al bagaje ancestral e ingreso de éste en los pálpitos del siglo XXI, entre piel recuperada y nueva piel al descubierto y entre refinamiento sin taxidermias, exquisitez metodológica y discutibilidad estilística.

El 1 de junio de 2008 recibí un correo electrónico de los inquilinos del tercer piso, una pareja germano-española con dos críos de 5 y 2 años: “Mil gracias, Babiloni. Desde que vivimos en TODO ES FELICIDÁ, los niños apenas riñen, comen sin insistirles y duermen de un tirón”.
Hoy, 2 de noviembre de 2009, casi 20 meses después, ésta sigue siendo la crítica más conmovedora que he recibido y la única útil para entender la licitud emisora de lo que LC-Architects y servidor allá propusimos.

Paz y Empatía,
Jack Babiloni.
http://www.jackbabiloni.com/

Jack Babiloni es atleta de maratón.

En 1993 fue nombrado en Suiza mejor artista plástico joven del mundo. Su obra plástica figura en colecciones públicas y privadas de Oceanía, Europa y Norteamérica y, tanto por ella como por su obra literaria y gráfico-literaria, ha recibido (desde 1991) 39 premios internacionales en Europa, Asia y América. Hasta la fecha (noviembre 2009) es autor de once poemarios, siete novelas, dos libros de relatos, una novela gráfica, un ensayo y tres álbumes infantiles ilustrados.

Colabora esporádicamente en proyectos del estudio-taller multidisciplinar LC-Architects.

Jack Babiloni aún no sabe qué quiere ser de mayor.