Jack Babiloni es atleta de maratón.
En 1993, tras obtener la Beca Fin de Carrera LIVE ART I en Gstaad (Suiza), la Fundación Thyssen de Lugano lo nombró mejor artista plástico joven del mundo, argumento cuyo estúpido olimpismo conminó a Babiloni a dedicarse a ser bailarín de claqué, jugador de rugby, actor de teatro del absurdo, saltador hípico, tatuador, profesor de piano y tirador con arco.
Como artista plástico y escritor ha recibido, hasta la fecha, 24 premios y distinciones internacionales. Su obra plástica se encuentra dispersa en colecciones públicas y privadas de Oceanía, Asia, Estados Unidos y Europa. Es autor de 6 novelas, 12 poemarios, 2 libros de relatos, 3 álbumes infantiles ilustrados, un ensayo sobre arte y una novela gráfica. A excepción de sus esporádicas y muy selectivas publicaciones en revistas periódicas, todos sus trabajos literarios (no premiados) permanecen inéditos en español, por razones que necesitarían mayor cancha argumentativa.
El 23 de abril de 2008 presentó la edición de su primera obra para niños: el álbum infantil ilustrado Yo no me aburro nunca (VIII Premio Internacional Tombatossals de Álbum Infantil Ilustrado 2007). En el verano de 2008 un jurado internacional convocado por la prestigiosa editora de libros de arte Index Book consideró esta obra como uno de los más sobresalientes trabajos enfocados a la infancia publicados en cualquier parte del mundo en lo que va de siglo XXI, por lo que unas generosas muestras gráficas de él figuran en el epatante libro Growing Graphics for Kids (2009). A finales de 2008 otro jurado internacional, esta vez en Seoul (Corea del Sur) consideró a Yo no me aburro nunca como uno de los álbumes infantiles ilustrados de mayor excelencia creativa publicados en el mundo en las últimas décadas.
A petición de la firma Salvador Bachiller, Babiloni creó en 2006 la colección Bushido, pintando uno a uno 279 bolsos de esta firma marroquinera; casi toda la edición limitada fue adquirida por coleccionistas privados de Extremo Oriente.
De 1997 a 2001 Babiloni trabajó por cuenta ajena para 17 agencias de publicidad o estudios de diseño. Comoquiera que Jack Babiloni sostiene que no existe evolución artística que no sea, ontológicamente, individual, a comienzos de 2001 decidió abandonar para siempre su actividad de director creativo a las órdenes de otros e involucrarse liberal y esporádicamente en proyectos reconfortantes, tanto da si frisan la bancarrota, cuando no poner en pie otros caprichosos, personales y de apetente urgencia, sin más detonante marchamo que el de la autoexigencia creativa. Sus inmersiones en todos los proyectos de la editorial JTS Brown y Asociados hasta la fecha sólo han de auscultarse bajo semejante prisma, ya que sus responsables dejan hacer a Jack lo que buenamente se le ponga en el ánimo, sin cortapisas, directrices o sugerencias; Babiloni, cómo no, luce encantado con semejante ausencia de molestias.
En 1999 Babiloni recibió el encargo de la dirección de arte del número especial de enero 2000 de la revista Duende de Madrid (hoy, Duende), que supuso un antes y un después en la concepción del diseño creativo de publicaciones periódicas en España; ese número de la revista, hoy inencontrable fuera de los círculos coleccionistas, es influencia reconocida en toda una generación de directores de arte coetáneos, ha sido multipremiado en incontables certámenes de diseño editorial y hace una década que es objeto de culto para diseñadores de todo el mundo.
Del 4 al 28 de marzo de 2008 pintó con motivos mitográficos helénicos las dos fachadas y el chaflán (más de 900 metros cuadrados) de un céntrico edificio madrileño de 1886. A la obra la bautizó con el título Todo es felicidá, y su visionado puede disfrutarse a pie de calle desde mediados de mayo de 2008, fecha de desmantelamiento del andamio, en la confluencia de las calles Orellana y Campoamor.
En los últimos 15 años Babiloni ha efectuado otras intervenciones parietales externas urbanas en Turín, Gstaad, Calgary y Nueva York. Continúan (diciembre de 2008) las negociaciones para tres nuevas obras, una en EEUU, otra en Alemania y otra en Colombia; huelga decir que con capital privado.
En 2004, tras 13 años de actividad artística , pasó a ser marchante exclusivo de su propia obra, que desde entonces sólo puede adquirirse en su taller madrileño o a través de su página web oficial: www.jackbabiloni.com
En los lapsos entre entrenamientos de maratón, Babiloni vive recluido en su taller practicando caligrafía, origami y gimnasia samuráy, estudiando idiomas y saxofón y ayunando, amén de preparando textos y obra plástica para publicaciones y ediciones limitadas. Es alérgico a la profesionalidad y el profesionalismo. Sin embargo es un defensor encarnizado de la profesionalización, la autodisciplina, el autocontrol y la fuerza de voluntad. No cree en el trabajo en equipo. (Por supuesto, no tiene hijos). Hasta sus 150 años, en los que dará carpetazo a su actual encarnación, tiene previsto seguir practicando el diletantismo y la sonrisa discrecional.
Aún no sabe qué quiere ser de mayor.
En 1993, tras obtener la Beca Fin de Carrera LIVE ART I en Gstaad (Suiza), la Fundación Thyssen de Lugano lo nombró mejor artista plástico joven del mundo, argumento cuyo estúpido olimpismo conminó a Babiloni a dedicarse a ser bailarín de claqué, jugador de rugby, actor de teatro del absurdo, saltador hípico, tatuador, profesor de piano y tirador con arco.
Como artista plástico y escritor ha recibido, hasta la fecha, 24 premios y distinciones internacionales. Su obra plástica se encuentra dispersa en colecciones públicas y privadas de Oceanía, Asia, Estados Unidos y Europa. Es autor de 6 novelas, 12 poemarios, 2 libros de relatos, 3 álbumes infantiles ilustrados, un ensayo sobre arte y una novela gráfica. A excepción de sus esporádicas y muy selectivas publicaciones en revistas periódicas, todos sus trabajos literarios (no premiados) permanecen inéditos en español, por razones que necesitarían mayor cancha argumentativa.
El 23 de abril de 2008 presentó la edición de su primera obra para niños: el álbum infantil ilustrado Yo no me aburro nunca (VIII Premio Internacional Tombatossals de Álbum Infantil Ilustrado 2007). En el verano de 2008 un jurado internacional convocado por la prestigiosa editora de libros de arte Index Book consideró esta obra como uno de los más sobresalientes trabajos enfocados a la infancia publicados en cualquier parte del mundo en lo que va de siglo XXI, por lo que unas generosas muestras gráficas de él figuran en el epatante libro Growing Graphics for Kids (2009). A finales de 2008 otro jurado internacional, esta vez en Seoul (Corea del Sur) consideró a Yo no me aburro nunca como uno de los álbumes infantiles ilustrados de mayor excelencia creativa publicados en el mundo en las últimas décadas.
A petición de la firma Salvador Bachiller, Babiloni creó en 2006 la colección Bushido, pintando uno a uno 279 bolsos de esta firma marroquinera; casi toda la edición limitada fue adquirida por coleccionistas privados de Extremo Oriente.
De 1997 a 2001 Babiloni trabajó por cuenta ajena para 17 agencias de publicidad o estudios de diseño. Comoquiera que Jack Babiloni sostiene que no existe evolución artística que no sea, ontológicamente, individual, a comienzos de 2001 decidió abandonar para siempre su actividad de director creativo a las órdenes de otros e involucrarse liberal y esporádicamente en proyectos reconfortantes, tanto da si frisan la bancarrota, cuando no poner en pie otros caprichosos, personales y de apetente urgencia, sin más detonante marchamo que el de la autoexigencia creativa. Sus inmersiones en todos los proyectos de la editorial JTS Brown y Asociados hasta la fecha sólo han de auscultarse bajo semejante prisma, ya que sus responsables dejan hacer a Jack lo que buenamente se le ponga en el ánimo, sin cortapisas, directrices o sugerencias; Babiloni, cómo no, luce encantado con semejante ausencia de molestias.
En 1999 Babiloni recibió el encargo de la dirección de arte del número especial de enero 2000 de la revista Duende de Madrid (hoy, Duende), que supuso un antes y un después en la concepción del diseño creativo de publicaciones periódicas en España; ese número de la revista, hoy inencontrable fuera de los círculos coleccionistas, es influencia reconocida en toda una generación de directores de arte coetáneos, ha sido multipremiado en incontables certámenes de diseño editorial y hace una década que es objeto de culto para diseñadores de todo el mundo.
Del 4 al 28 de marzo de 2008 pintó con motivos mitográficos helénicos las dos fachadas y el chaflán (más de 900 metros cuadrados) de un céntrico edificio madrileño de 1886. A la obra la bautizó con el título Todo es felicidá, y su visionado puede disfrutarse a pie de calle desde mediados de mayo de 2008, fecha de desmantelamiento del andamio, en la confluencia de las calles Orellana y Campoamor.
En los últimos 15 años Babiloni ha efectuado otras intervenciones parietales externas urbanas en Turín, Gstaad, Calgary y Nueva York. Continúan (diciembre de 2008) las negociaciones para tres nuevas obras, una en EEUU, otra en Alemania y otra en Colombia; huelga decir que con capital privado.
En 2004, tras 13 años de actividad artística , pasó a ser marchante exclusivo de su propia obra, que desde entonces sólo puede adquirirse en su taller madrileño o a través de su página web oficial: www.jackbabiloni.com
En los lapsos entre entrenamientos de maratón, Babiloni vive recluido en su taller practicando caligrafía, origami y gimnasia samuráy, estudiando idiomas y saxofón y ayunando, amén de preparando textos y obra plástica para publicaciones y ediciones limitadas. Es alérgico a la profesionalidad y el profesionalismo. Sin embargo es un defensor encarnizado de la profesionalización, la autodisciplina, el autocontrol y la fuerza de voluntad. No cree en el trabajo en equipo. (Por supuesto, no tiene hijos). Hasta sus 150 años, en los que dará carpetazo a su actual encarnación, tiene previsto seguir practicando el diletantismo y la sonrisa discrecional.
Aún no sabe qué quiere ser de mayor.
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