Por Álvaro García.
Nos encontramos en un periodo en el cual lo digital comienza a aplastar lo analógico, nuevos software y las ultimas herramientas de dibujo asistido por ordenador nos abren nuevos horizontes proyectuales e infinitas posibilidades para nuestra profesión. Sin embargo estas nuevas arquitecturas virtuales, que a pesar de su carácter virtual, comienzan con un simple boceto, algo conceptual, sintético, manual, directo, pero con un gran potencial proyectual. Un trazo rápido e improvisado, que surge de forma espontanea en cualquier lugar o situación, da igual el soporte.
Nos encontramos en un periodo en el cual lo digital comienza a aplastar lo analógico, nuevos software y las ultimas herramientas de dibujo asistido por ordenador nos abren nuevos horizontes proyectuales e infinitas posibilidades para nuestra profesión. Sin embargo estas nuevas arquitecturas virtuales, que a pesar de su carácter virtual, comienzan con un simple boceto, algo conceptual, sintético, manual, directo, pero con un gran potencial proyectual. Un trazo rápido e improvisado, que surge de forma espontanea en cualquier lugar o situación, da igual el soporte.
Nuestros pensamientos más íntimos, más primitivos, planteados como el mejor camino para comprender la esencia de nuestras propuestas arquitectónicas. En esta era digital, llama poderosamente la atención, el contraste entre la vanguardia tecnológica simbolizada por los edificios del arquitecto y el soporte utilizado para hacerlo, sus papeles y cuadernos.
Y más allá del valor fetichista de un genial boceto, que sin lugar a dudas muestran nuestro carácter, estos dibujos muestran con total claridad cómo se organiza el proceso creativo de su arquitectura.
El dibujo manual, des dechado por muchos, se percibe en los grandes de la arquitectura (imagen. Antonio Sant Elia) con toda su potencia con un lenguaje propio, como un vehículo al servicio del arquitecto, a través del cual reflexionar, pensar, expresarse y contar la arquitectura.
Si observamos los dibujos de algunos de los principales referentes arquitectónicos de la historia de la arquitectura,como Brunelleschi, Bernini o Piranesi, o incluso figuras del movimiento moderno como Le Corbusier, Alvar Aalto o Mies, resulta complicado encontrar trazos coincidentes en estas personalidades tan fuertes, aunque todos ellos desde niños mostraron una gran facilidad para expresarse mediante el dibujo. Esta habilidad expresiva, supera el manejo de la técnica del dibujo, ya que incorpora la necesidad de narrar mediante líneas. En arquitectura, los dibujos no buscan representar de una forma foto realista el espacio, el territorio o el paisaje, sino comunicar una idea, un concepto, una teoría. Es decir, el dibujo además de representar una realidad física, debe ser capaz de trasladar, de comunicar la esencia, el alma del proyecto.
El dibujo es básicamente un problema centrado en el observar, en el saber mirar, en el saber entender, más que en la materialización técnica del trazo. El dibujo se convierte en un modo de concentración, que incluso podríamos dibujar con los ojos cerrados para comprobar el control que tiene el cerebro sobre la mano sin necesidad de mirar lo dibujado. Este proceso “a ciega” ejemplifica mejor que ninguna otra situación, la distancia entre la carga conceptual, filosófica del dibujo y su materialización técnica.
Actualmente coexiste multitud de aplicaciones informáticas capaces de resolver problemas de gran complejidad tecnica, pero por el momento no ha podido resolver la componente conceptual de los dibujos. El largo camino entre ambos mundos, sería similar al recorrido por Frank Gehry en la resolución del Museo Guggenheim, mientras el cuaderno de bocetos a mano del arquitecto canadiense se imponía en el concurso, la concreción de las superficies del museo requirió la utilización de un sistema informático de alta tecnología.
Es precisamente esta separación la que los métodos de representación tridimensional mediante programas informáticos, no pueden alcanzar. Al igual que hay que reconocer que múltiples arquitecturas de vanguardia no podrían ni tan siquiera plantearse sin el apoyo de tecnología informática para su concreción formal, definición constructiva o representación mediante secciones paralelas, tan bien es cierto que la tecnología informática difícilmente podrá sustituir el alma, la inmediatez y la intuición que destilan los de los grandes arquitectos.
La ultima imagen pertenece a una aplicación informática, que permite visualizar gráficamente las trayectorias del cursor y los puntos de parada del mismo. Tras una tarde de trabajo se puede ver un resultado similar al de la imagen. Será esta la Caligrafía Actual de la arquitectura…espero que no.
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