IN MEMÓRIAM
José Saramago, Azinhaga (Portugal), 1922 - Lanzarote (España), 2010)
El pasado 15 de mayo titulábamos la entrada de aquel día con el nombre de José Saramago y encabezábamos el texto con su cita de apoyo al juez Baltasar Garzón (http://lc-architects.blogspot.com/2010/05/jose-saramago-2010.html). Más allá de su obra literaria y sobre todo a raíz de la concesión del Nobel de Literatura, el escritor fue en cierto modo devorado por el hombre comprometido. Las autoridades portuguesas, a sabiendas de eso, han intentado esquivar las polémicas que en el pasado mantuvieron con el autor, no vaya a ser que pierdan votos de uno u otro signo. Como dice la tradición portuguesa: “De los muertos, o se habla bien o no se habla”.
Ayer, en nuestra reunión de viabilidad empresarial y arquitectónica, hablamos de José Saramago en nuestro taller recién supimos de su fallecimiento: un defensor, como tantos otros (entre los que me incluyo) de una unidad supranacional ibérica por encima de los dos "pequeños" países que en la actualidad somos. Algo que ya se intentó con mayor o menor fortuna en el pasado y que probablemente, cosas de la geopolítica actual, nunca se conseguirá. Una lástima.
Si aquel pasado 15 de mayo mencionábamos la opinión de Saramago sobre Garzón, justo parece que hagamos hoy lo contrario (Público, 19 de junio de 2010):
“Si le pedías que se implicará en una causa reivindicativa lo hacía sin dudarlo un instante. En 2007 aceptó escribirnos el prólogo del libro –El alma de los verdugos- sobre la intensa represión de la dictadura militar en Argentina. … Se trataba de un prólogo breve pero durísimo contra los dictadores que impulsaron la represión, pero también de un recuerdo sentido a las víctimas del régimen militar. … Textos como este convirtieron a José Saramago en uno de los referentes éticos indispensables de una sociedad en la que hay una grave ausencia de liderazgo moral”.
La manera en la que cada uno de nosotros nos ganemos la vida puede tener diferentes nombres. En la base de la pirámide todavía hay que gente que trabaja en los límites de una esclavitud apenas ocultada. Esta misma semana, por ejemplo, en el programa de TVE “Españoles por el Mundo”, se mostraba la casa de un empresario español de la hostelería (4.500 dólares al mes) y, a pocos minutos de allí, la fábrica de zapatos alicantinos de su amigo (¡en Vietnam!) en la que se reconocía que el sueldo medio de los trabajadores de la cadena de montaje apenas alcazaba los 100 dólares/mes.
Escalón a escalón tenemos a gente que soporta su destino, gente que acepta su suerte, gente a la que le gusta su trabajo, gente que se considera razonablemente bien pagada e incluso otros a los que divierte y apasiona lo que hace (nosotros mismos, por ejemplo).
Satisfechas pues las necesidades más primitivas, algunos hombres tienen la oportunidad de dedicar una parte de su trabajo diario a decir o a escribir cosas: de su prestigio, de su fama y de su capacidad de convocatoria depende que los lean o escuchen cuatro gatos o millones de personas.
¡Como han cambiado las cosas! Al salir de la universidad quería trabajar en la construcción. Hoy, 20 años después, quiero construir cosas: para mi sociedad y para mis hijos. Por eso mi mujer y yo lamentábamos ayer la muerte de un grande: un anciano al que todavía le quedaba orgullo y voz para decir que no todo se debe conservar y que la mejor manera de iniciar la reconstrucción es, en ocasiones, proyectar bien la demolición de lo preexistente.
“Ni el arte ni la literatura tienen que darnos lecciones de moral. Somos nosotros los que tenemos que salvarnos, y solo es posible con una postura ciudadana ética, aunque pueda sonar a antiguo y anacrónico". (José Saramago, El Mundo, Madrid, 22 de mayo de 1996, citado en una noticia firmada por la periodista Emma Rodríguez” y que hoy recuerda el diario EL PAÍS (Cultura, vida&artes, 19 de junio de 2010, página 48).
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
luiscercos@hotmail.es
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