No parece que tengan muy claro los dirigentes políticos de este país, el significado mismo de la palabra que les define: es la política la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos, pero también la actividad de los ciudadanos cuando intervienen en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo. Son las reglas de la democracia. O lo que es lo mismo, no hay diferencia, por tanto, entre la presidenta de la Comunidad de Madrid y un liberado sindical de Renfe, pongamos por caso, pues en principio ninguno de los dos desarrolla el trabajo para el que inicialmente parecía predestinado.
Parece olvidar Doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, Condesa de Murillo y Grande de España (Madrid, 1952), licenciada en Derecho (1974) y funcionaria del Cuerpo de Técnicos de Información y Turismo (1976) que a partir de 1979 ocupó diversos cargos administrativos de designación directa en el Ministerio de Cultura. Tuvo que abandonar, por tanto, la plaza para la que inicialmente opositó. No tengo especial interés en bucear más en esta cuestión, pero apostaría a que el coste de las excedencias para desempeñar cargos públicos o los permisos retribuidos para desempeñar otras funciones ajenas a la Secretaría de Estado de Turismo, seguían siendo asumidas, en su totalidad o en parte, por ésta.
Tan claro es que el sindicalismo es una parte de la política que, desde su puesto sindical alcanzaron la presidencia del gobierno de sus respectivos países, Lech Wallesa y Luiz Inácio Lula da Silva (Caetés –antes Sao Caetano-, Brasil, 1945), éste último recientemente considerado por la revista Time, el líder más influyente del mundo en 2010 (por delante del todopoderoso Obama). El pequeño Lula (diminutivo de Luiz) consiguió a los catorce años un puesto en una empreas metalúrgica donde trabajaba doce horas diarias. En el año 1966 comenzó a trabajar en las Industrias Villares. Era por aquel entonces un jovencísimo obrero, sino apolítico, sí "despolitizado" que se inició en el sindicalismo como consecuencia del arresto y tortura sufrido por su hermano mayor Frei Chico, afiliado al Partido Comunista Brasileño. Su participación activa como sindicalista fue su manera de luchar contra la entonces dictadura militar brasileña.
El mismo camino que muchos años antes hubo de tomar el líder sindicalista español Marcelino Camacho Abad (Osma-La Rasa, Soria, 1918), fundador y primer secretario general del sindicato español Comisiones Obreras (CC.OO.) y diputado comunista por Madrid (¡qué casualidad, diputado también!) entre 1977 y 1981. Afiliado al Partido Comunista de España (PCE) en 1935 y afiliado posteriormente a la Unión General de Trabajadores (UGT), participó junto a otros sindicalistas y ferroviarios (su padre era guardagujas en la estación de ferrocarril de La Rasa) en el corte de vías de tren para impedir (o al menos retrasar) el avance de las fuerzas fascistas. Cruzó posteriormente andando la sierra madrileña para unirse al bando republicano en el que luchó durante toda la Guerra Civil Española (1936-1939). Juzgado por los vencedores por defender voluntariamente a la República Española, fue condenado a trabajos forzados en diferentes campos hasta terminar en Tánger. En 1957 tras ser indultado, regresaría a España para trabajar como obrero metalúrgico en Perkins Hispania. Por sus actividades sindicales y políticas fue encarcelado en 1967, pasando nueve años en la cárcel del barrio de Carabanchel en Madrid.
A la salida de la prisión, Marcelino Camacho pronunció una frase que pasaría a la historia de la lucha antifranquista: «ni nos doblaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar».
Con relación al anteriormente citado Lech Wałlęsa (Popowo, Polonia, 1943), antiguo sindicalista, cofundador de Solidaridad, primer sindicato independiente del bloque soviético, que más decir que ganó el Premio Nobel de la Paz en 1983 y que fue presidente de Polonia entre 1990 y 1995.
Por mi parte, sólo ya reiterar que en este debate sobre sindicalistas liberados, más allá de equívocos, subyace una clara tergiversación que no todos nos tragamos. En palabras de Miguel Rodríguez-Piñero Royo, catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad de Huelva:
Se es liberado de trabajar, en el sentido de que durante unas horas no se acude al puesto de trabajo, pero no de todas las obligaciones derivadas del contrato. Y se es liberado para algo, para desempeñar funciones de representación relacionadas con el cargo que se ocupa. Nuestras leyes hablan de "crédito de horas", que supone el reconocimiento a los representantes de los trabajadores de un número de éstas "para el ejercicio de sus funciones representativas" (artículo 68 del Estatuto de los Trabajadores).
Por cierto, durante mis años de trabajador del Ministerio de Defensa (1981-1991), primero como electricista y después como administrativo, mientras realizaba mis estudios de arquitecto técnico fui invitado por mis compañeros a formar parte del Comité de Empresa del Taller de Precisión y Centro Electrotécnico de Artillería. Y aunque sólo sea en recuerdo a aquellos años y por los amigos que allí tuve, he decidido secundar la huelga general del próximo 29 de septiembre.
Bueno, por eso y porque la señora Aguirre, Condesa de Murillo y Grande de España, representa mucho de lo que no quiero que conozcan mis hijos, por muchas elecciones que ella gane, con ayuda o sin ayuda de diputados tránsfugas.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
luiscercos@hotmail.es
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