Antítesis es la figura literaria que consiste en contraponer una frase o una palabra a otra de significado aparentemente contrario y, en eso, Marcos Roitman (Profesor de Estructura Social de América Latina, Universidad Complutense de Madrid) es un maestro, como demuestra el magnífico titulo de su libro Democracia sin demócratas y otras invenciones (Ediciones Sequitur, Madrid, 2007):
El primer enfrentamiento se da en el campo del lenguaje. Si no tenemos capacidad para enunciar el mundo, otros imponen su dominio sobre la realidad. Dar un significado a la palabra democracia es parte de una guerra teórica y política por controlar el mundo.
La añorada democracia se convierte así en un objeto más de consumo:
La añorada democracia se convierte así en un objeto más de consumo:
En lo estratégico, la palabra "democracia" será repetida una y otra vez, hasta calar en los huesos y, en contrapartida, el consumidor debe creer en la posibilidad de adquirirla.
Bajo esta premisa, emergen como demócratas Berlusconi, Aznar, Bush, Blair, Calderón y sus partidos políticos. Convirtiéndose en democráticas, prácticas y proyectos totalitarios.
No satisfecho con el lanzamiento de bombas como estas, el autor vuelve a darnos muestras de su dominio de la antítesis en el artículo aparecido en la página 8 del número de octubre de 2010 de Le Monde Diplomatique en español, Miopía del “neoliberalismo de izquierda”, donde acuña, además del susodicho, otras perlas como “izquierda neoliberal” o “progresismo social-conformista”.
Bajo esta premisa, emergen como demócratas Berlusconi, Aznar, Bush, Blair, Calderón y sus partidos políticos. Convirtiéndose en democráticas, prácticas y proyectos totalitarios.
No satisfecho con el lanzamiento de bombas como estas, el autor vuelve a darnos muestras de su dominio de la antítesis en el artículo aparecido en la página 8 del número de octubre de 2010 de Le Monde Diplomatique en español, Miopía del “neoliberalismo de izquierda”, donde acuña, además del susodicho, otras perlas como “izquierda neoliberal” o “progresismo social-conformista”.
Me acordé de todo eso en la rueda de prensa de presentación del nuevo gobierno español que José Luis Rodríguez Zapatero dio en La Moncloa el pasado miércoles, donde el presidente se las vio y se las deseó para evitar pronunciar la palabra “socialista” que supuestamente debiera representarle. No es el presidente, socialista, sino, “social progresista”, que aunque parece lo mismo, no lo es. Lo explica de manera sencilla, el citado Roitman:
“… podríamos afirmar que cualquier partidario de luchar contra el efecto invernadero o de salvar al lince ibérico es “progresista” por definición … Así, la actriz francesa Brigitte Bardot puede ser considerada un estandarte del progresismo cuando rechaza la matanza de focas para el comercio de pieles, y a la par, conservadora cuando simpatiza con el Frente Nacional del ultraderechista Jean-Marie Le Pen. En esta circunstancia esquizofrénica hay dudas: ¿Puede uno aliarse con Brigitte Bardot en su lucha contra la matanza de las indefensas focas y abstraer sus amistades neofascistas? El desconcierto aumenta al leer a Bardot. … Tal vez haya que ver el lado positivo: Brigitte Bardot, ha sido un sex-simbol, no importa que sea racista y xenófoba, a fin de cuentas se trata de focas o de animales. Por consiguiente, …, “no importa de qué color es el gato, lo importante es que cace ratones”.
Llegados a este punto, cualquier tipo de alianza contra natura se puede justificar. Uno se levanta progresista y se acuesta conservador.
Preocupante, ¿verdad?
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
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