Un reciente pero gran amigo mío (no es el tiempo sino la intensidad o la complicidad lo que, bajo mi punto de vista, definen la verdadera “amistad”: conocerte antes, no significa quererte más) y yo hemos celebrado hoy varias cosas con una comida muy agradable, muy bien servida y muy bien cocinada. Lo más ilusionante para mí es que el trabajo de una semana de nuestro estudio le ha ayudado a contratar una obra de cierta singularidad.
Nuestro estudio creció al realizar ese pequeño encargo (nos sirvió para probar nuestra capacidad cuando se dispone de un tiempo muy ajustado) y ya sólo por eso habría merecido la pena acometerlo.
A propósito de todo esto se me ocurre hoy que la única manera de salir de esta crisis es precisamente así: trabajando juntos, aprovechando nuestras capacidades y colaborando con los que son mejores que nosotros en otras especialidades de un mismo sector.
Estaba dándole vueltas a esto cuando instintivamente me puse a ojear periódicos viejos. El pasado 3 de enero se publicó en EL PAÍS un artículo que entonces me pasó desapercibido (Li Kequiang, viceprimer ministro del Consejo de Estado de la República China, Trabajemos de la mano, página 27, opinión).
China considera a España un líder mundial en informática, turismo, servicios bancarios, energía renovable y agricultura moderna y tiene plena confianza en el mercado financiero español.
Si cada chino comprara una botella de aceite de oliva, no alcanzaría toda la producción anual española.
Carlos, que así se llama mi querido amigo, me ha dicho varias cosas de mucho interés. Me quedó ahora con una de ellas:
Somos supervivientes de entre los más de un millón de profesionales que han tenido que cerrar sus pequeños o medianos estudios, las medianas y/o pequeñas empresas que fundaron, los despachos que abrieron, las oficinas que un día daban servicio a muchos miles de clientes. Puestos en fila, la cola resulta espeluznante. Lo vamos a conseguir. Estamos a la puerta de poderlo conseguir. La crisis no podrá con nosotros. Porque nosotros no nos vamos a rendir.
O lo que es lo mismo, la solución de las empresas que quedan está, precisamente en la colaboración profesional entre ellas. No serán los gobiernos ni los bancos los que garantizarán nuestra supervivencia. Simplemente las alianzas que entre nosotros podamos tejar. Más allá de falsas y absurdas competencias, unir nuestras fuerzas, trasvasar nuestros talentos, ser más fuertes juntos de lo que lo somos separados, llegar más lejos unidos de que lo que nunca llegaríamos completamente aislados.
Gracias Carlos. De todo corazón.
Luis Cercós (LC-Architects & Cabas y Cercós Arquitectos)
http://www.lc-architects.com/
http://www.2c-architects.com/
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