Un pequeño país de América del Sur vuelve a ponerse hoy a la cabeza de las sociedades intelectualmente más avanzadas del mundo. Ya lo hizo en varias ocasiones durante finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo pasado: Uruguay fue uno de los primeros países en establecer por ley el derecho al divorcio (año 1917) y uno de los primeros países en el mundo en establecer el derecho del sufragio femenino. Fue la segunda nación del mundo que, siguiendo los postulados de José Pedro Varela, estableció por ley un sistema educativo gratuito, obligatorio y laico (año 1877).
La población tiene acceso a educación gratuita desde primer nivel de jardinera (Educación Inicial) hasta la graduación en la universidad. El país cuenta con una universidad pública, la Universidad de la República, que consta de varias facultades y servicios anexos. Se está implantando la creación del IUDE (Instituto Universitario de Educación), como paso intermedio a mediano plazo, de la formación de una segunda universidad pública. El panorama de los servicios educativos uruguayos se completa con instituciones de educación privada que abarcan desde la educación preescolar hasta la terciaria.
Uno de los logros más importantes de la enseñanza en el país es el alto índice de alfabetización que llegó al 97,7% en 2006 según elI.N.E., destacándose el Uruguay como uno de los países con mayor tasa de alfabetización de América Latina.
Hoy, EL País (diario español) lleva a Uruguay a sus páginas de opinión con una editorial que comparto completamente. Por eso la transcribo:
Hoy, EL País (diario español) lleva a Uruguay a sus páginas de opinión con una editorial que comparto completamente. Por eso la transcribo:
Las drogas producen tanto dolor en quienes caen bajo su influjo, generan tanto dinero, tantos crímenes y tanta corrupción, tantos excesos, que la fórmula que se consideró más eficaz para combatirlas ha sido la prohibición. No parece haber funcionado, y donde su fracaso resulta más evidente es en Latinoamérica, donde la violencia de los carteles del narcotráfico está llegando incluso a dinamitar la viabilidad de algunos Estados. Por eso, desde hace cuatro años, tres expresidentes -el mexicano Ernesto Zedillo, el colombiano César Gaviria y el brasileño Henrique Cardoso- llevan defendiendo la idea de abrir un debate para discutir la eficacia de las políticas actuales y hablan, entre otras cosas, de legalizar el consumo de marihuana. El primer presidente que ha tenido sin embargo el coraje de enfrentarse a este problema ha sido el uruguayo José Mujica. "Alguien tiene que ser el primero", ha dicho, "porque estamos perdiendo la batalla contra las drogas y el crimen en el continente".
El pasado jueves, su Gobierno presentó un proyecto de ley para legalizar la producción y comercialización de la marihuana de manera regulada y controlada y bajo monopolio estatal. El proceso se está llevando con mucho cuidado. Nada de improvisaciones ni de demagogia: hace falta abrir un debate dentro del país sobre la propuesta y luego es necesario estudiar qué implicaciones internacionales puede tener la medida y cómo se lo tomarán los países vecinos. La idea es que el Estado esté siempre encima y que la marihuana se venda a consumidores adultos registrados. Siempre se ha hablado de que esta batalla no la puede librar un país en solitario, pero Uruguay considera que debe combatir la prohibición, ya que, según el Ministro de Defensa, "está generando más problemas que la droga misma".
Son unos 47 millones de euros los que mueve la marihuana cada año en Uruguay, donde la consumen 150.000 personas (el 5% de la población). Lavado de dinero, corrupción, delincuencia e inseguridad ciudadana son el correlato diabólico de esas cifras. La única manera de paliar los males es empezar por tocar la marihuana, aunque queme. Mujica se ha atrevido. Ojalá le vaya bien.
Lo dicho: ojalá le vaya bien, presidente. Y como dice el cartel: "(los uruguayos) cumplimos 200 años, (se supone) que podemos hablar de ciertas cosas".
Luis Cercós (LC-Architects)
Buenos Aires - Montevideo - Santiago de Chile