viernes, 24 de agosto de 2012

El InMORtal


Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal. He notado que, pese a las religiones, esa convicción es rarísima. Israelitas, cristianos y musulmanes profesan la inmortalidad, pero la veneración que tributan al primer siglo prueba que sólo creen en él, ya que destinan todos los demás, en número infinito, a premiarlo o castigarlo. Más razonable me parece la rueda de ciertas religiones del Indostán; en esa rueda, que no tiene principio ni fin, cada vida es efecto de la anterior y engendra la siguiente, pero ninguna condiciona el conjunto ...

El Inmortal, El Aleph, Jorge Luis Borges, 1949

jueves, 23 de agosto de 2012

Enrique Nuere, un maestro








Dr. Arquitecto Enrique Nuere Matauco. Un erudito, un maestro, un pionero. He tenido la suerte de conocerle y de trabajar junto a él. Uno de los profesionales que más admiro.

Luis Cercós (Lc-Architects)
Buenos Aires-Santiago de Chile-Madrid

lunes, 20 de agosto de 2012

MaFALda: como SIEMpre, raZÓN

Sí: Ahora toca "El Sur"

Luis Cercós (LC-Architects)
Buenos Aires - Santiago de Chile

Assange, Correa y Garzón





Una cosa es evidente: la democracia y la alta política ha cambiado de hemisferio.

Luis Cercós (LC-Architects)
Buenos Aires - Santiago de Chile - Madrid

"América invertida": el Sur, nuestro Norte. Joaquín Torres García (Montevideo, Uruguay, 1874-1949)
"El Sur también Existe": Benedetti & Joan Manuel Serrat

domingo, 19 de agosto de 2012

LA resTAURacIÓN como RELIgiÓN


Fervor de Buenos Aires, publicado inicialmente en 1923, es, como sabéis, el primer libro de poesía de Borges. Por razones personales me identifico con su título y con todas las diferentes acepciones de la palabra “fervor”: entusiasmo desbordante, ardor apasionado, interpretación afectuosa (en este caso de la ciudad), celo ardiente hacia las cosas de la religión. Llegados a esto, hablemos de la defensa del patrimonio urbano como religión (“el patrimonio es mi laica religión”, qué decía uno de mis maestros más anárquicos, el Dr. Arquitecto Ignacio Gárate Rojas). Toda militancia conlleva riesgos: fundamentalismo, renuncia a la razón, intransigencia, negación de la modernidad, superstición, intolerancia hacia quienes piensan lo contrario que nosotros. ¡No!, el patrimonio no es motivo para iniciar una nueva cruzada entre progresistas y fundamentalistas sino el vínculo que une a nuestra generación (también a los que no están interesados en él) con las generaciones pasadas: ¿acaso no es cierto que Buenos Aires es lo que hoy es gracias, precisamente, a su pasado desordenado, desaforadamente ecléctico, mestizo, caótico, libre y absolutamente multicultural?

Siendo evidente que la llegada masiva de la emigración transformó el puerto en metrópolis, permitidme que os hable con la actitud y humildad del emigrante que hoy soy, recién llegado desde la vieja, herida y arruinada Europa. En mi actual posición de advenedizo y orgulloso consorte y padre porteño, no estoy en condiciones aún suficientes para profundizar sobre la posible y previsible laguna legal que, en el entorno de la muy mencionada últimamente Ley 2548, quizá haya permitido a especuladores sin principios destruir algunas piezas del patrimonio común de Buenos Aires. Pero dicho esto, es evidente que congelar el tejido urbano sin más motivo que su fecha de construcción no parece tener un sólido y suficiente apoyo científico. Comparto pues la opinión de quienes consideran arbitrario fijar la protección del patrimonio urbano de la ciudad en el año 1941 y anteriores, por más que sea esa la fecha de su primer catastro. Incluso quienes defienden esa fecha reconocen que aquel instrumento normativo sólo protegía un pequeño polígono de la capital y estaba documentado exclusivamente con fotografías aéreas.

La vejez por sí misma no tiene valor si no está acompañada de la experiencia y la reflexión. No es tampoco lo mismo “viejo” que “antiguo”, pues mientras que lo primero implica obsolescencia, lo segundo presupone valores consolidados. En el caso de Buenos Aires, el año 1941, a la manera de la novela de Orwell (1984) no puede suponer la existencia de un Gran Hermano que persiga, vigile y esclavice. ¡No! El patrimonio cultural en general no es una cadena cerrada, dolorosa e inquisitorial que cercene la libertad de todos y que limite en exceso la transformación de la ciudad. El patrimonio, como bien común que es implica un cordón continuo e infinito que debe también permitir a cada generación, incluso en sus centros históricos, ¿por qué no?, engarzar otro tipo de joyas. Ya lo dijo Mies, a su vez también profeta de esa otra religión que se llamó movimiento moderno: “Cuando en un collar falte una perla, siempre es mejor opción sustituirla por una esmeralda auténtica que por una perla falsa”.

La restauración implica negación del fundamentalismo por estar esta “religión” huérfana de dogmas. ¿Cómo explicar a los jóvenes que se acercan a esta disciplina que la historia de la restauración es una cadena interminable de pruebas y errores que, con intención de proteger el patrimonio ha conseguido, en muchas ocasiones,  precisamente lo contrario? Esto es, destruir y falsificar.

Mientras camino por sus calles, miro y admiro la ciudad de Buenos Aires con la ilusión de que un día llegue también a ser la mía: mi ciudad. Esta ciudad divertidamente crispada está poblada de incompletos collares de perlas, de obras de arte, de mágicos símbolos del ayer. Huelo Buenos Aires, toco sus texturas y absorbo las atmósferas que no se deberían perder. Pero al igual que una cebolla exige que retiremos entre lágrimas sus diferentes capas para poder degustarla, presiento que la vieja María del Buen Aire reclama -a quienes trabajan ya con ella, para ella o sobre ella- un tipo de intervención que pudiera transformarla, no en falso ni impostado Pigmalion de nadie sino en ejemplo de una nueva manera de intervenir sobre el patrimonio cultural arquitectónico. Estoy hablando de una nueva metodología que sirva para toda esa multitud de ciudades del nuevo mundo emergente que ya ha aprendido de la vieja Europa lo que no se debe hacer.

La historia de la restauración está llena de buenas intenciones con múltiples ejemplos de desastrosos resultados. Restaurar es elegir y, por tanto, también destruir. Buenos Aires tiene una gran ventaja: su patrimonio, al menos en apariencia, todavía no ha sido irreversiblemente violado (casi nadie lo tocó) ni sodomizado (salvo muy escasas excepciones nadie separó indiscriminadamente sus intestinos para dejar congeladas y colgadas de la nada las viejas fachadas de la ciudad, en estrategia que se demostró completamente equivocada en Europa). 

Conserva todavía la ciudad autónoma de Buenos Aires, los valores intrínsecos que se suponen adheridos a las manos de los arquitectos y albañiles que la construyeron. Sobre sus revocos, hoy parcialmente desconchados no veo aún la mano de brillos sintéticos que camuflen su rostro. Sobre sus ruinas y muñones no veo enfermedad terminal sino el simple paso del tiempo.

Camino por San Telmo, por La Boca, rodeo los muros del cementerio de Recoleta, paseo por sus grandes y majestuosas avenidas decimonónicas y me ilusiona pensar que muchos son todavía los secretos escondidos tras sus muros, ornamentos y estructuras. Veo edificios que no han sido avasallados aún con técnicas y presupuestos desbordantes que solo hubieran servido, como ya ocurrió en otros lugares del mundo, para dejarlos no nuevos sino “como nuevos”, atacados por el mal de la reconstrucción. La reproducción indiscriminada, digo, es el mayor enemigo de la autenticidad y el aliado perfecto de las espantosas falsificaciones que imitan o recrean atmósferas presuntas que en realidad no existieron jamás.

Entro en algunos edificios de Buenos Aires y siento que me encuentro bien precisamente en aquellos que están menos restaurados. Encuentro en ellos el elogio y la magia de la ruina y no he sentido en Buenos Aires, por el momento y salvo muy escasas excepciones, el desasosiego que me produce el brillo aparente de la falsa alquimia o el amargo sabor del pastiche.
Buenos Aires, 2 de agosto de 2012

ING. LUIS FRANCISCO CERCÓS GARCÍA (Madrid, España, 1965), socio nº 26.618 de la Sociedad Central de Arquitectos de la República Argentina, SCA, es Ingeniero de la Edificación (colegiado 8223 del Colegio Oficial de Ingenieros de Edificación de Madrid) y diplomado en Arquitectura por la Universidad Camilo José Cela de Madrid, Máster en Restauración y Rehabilitación del Patrimonio por la Universidad de Alcalá y Arquitecto Técnico por la Universidad Politécnica de Madrid. Entre 2000 y 2004 cursó estudios de historia en la UNED (España, Universidad Nacional de Educación a Distancia). Medalla de honor de la Universidad Jaguelónica de Cracovia (Polonia, 2007). Antiguo profesor de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad Alfonso X el Sabio (Madrid). Académico Correspondiente en Madrid (Sección de Arquitectura) de la Real Academia de Bellas y Nobles Artes de San Luis de Zaragoza, asociada al Instituto de España (2006). Es miembro desde 2006 de la “Fundación Casas Históricas y Singulares” y ex consultor (1996-2011) del Ayuntamiento de La Solana (Ciudad Real, España) para la restauración de su centro histórico. 


martes, 14 de agosto de 2012

Limpieza y Restauración


Restauración Fachada Principal de la Iglesia de San Pablo (Valladolid, España). Fundación Caja Madrid.

viernes, 10 de agosto de 2012

resTAUraCIóN de ESGRAfiAdos


Fotos 1 y 2: Restauración de Revocos Esgrafiados "Casa del Obispo".
Restaurción del Monasterio de Yuste (1999-2002). Fotografías: Luis Cercós 



Fotos 3 y 4: Restos de Esgrafiados Aplantillados en las ruinas del Convento de San Onofre, La Lapa, Badajoz, España. Fuente: http://remontando-el-vuelo.blogspot.com/2009/02/ruinas-del-convento-de-san-onofre-la.html

Esgrafiados Segovianos. Pedraza, Segovia, España


Restauración de revocos esgrafiados. El ejemplo de La Ermita de la Salud (Plasencia, Cáceres, España). José Orantos & Luis Cercós. http://www.coaatmca.com/gcw_designer/documentos/110.010_BIA_220%20RECUPERACION%20DE%20ESGRAFIADOS.pdf

reSTAUraCión de reVoCos Históricos


RESTAURACIÓN DE REVESTIMIENTOS SINGULARES
LUIS FRANCISCO CERCOS GARCIA


Resumen

Hoy en día, una vez superados los años en que era realmente difícil encontrar albañiles que recordaran las técnicas de manipulación y aplicación de revocos realizados con cal grasa, lo prioritario no es ya la ejecución de nuevos revocos siguiendo las técnicas tradicionales, sino la conservación y restauración de los escasos revestimientos que bien por su edad, calidad artística o cualquier otra singularidad merezcan ser conservados. Una llamada de atención sobre la existencia aún de revestimientos realizados hace 200 ó 300 años y el modo en que debemos afrontar su reparación, constituyen la base de esta comunicación. Ilustra este resumen una fotografía del revoco existente en las fachadas exteriores del Convento de San Vicente el Real de Segovia. Como un detalle ornamental más está grabada la fecha de su ejecución: 1 691 AÑO.

Introducción
Motivos económicos y el uso generalizado de los morteros de cemento provocaron en España, fundamentalmente a partir de su Guerra Civil y la dura posguerra, la disminución alarmante en nuestro país del oficio de revocador, que hasta esa fecha se transmitía, casi exclusivamente en forma oral de padres a hijos. Cuando a partir de la segunda mitad de los años setenta, la sociedad española comienza a preocuparse de nuevo por el mantenimiento de las fachadas, los técnicos encargados de aquellas intervenciones deben buscar soluciones en los textos antiguos y en la colaboración estrecha con albañiles que aún recordaran las técnicas tradicionales que aprendieron de sus maestros en los primeros años de oficio.

Aquella generación de técnicos se enfrentó de pronto con la necesidad de comenzar a restaurar las viejas fachadas de los centros antiguos y se encontraron en una encrucijada con dos caminos: uno, el que indicaban los textos clásicos y que literalmente apuntaba que "la cal ha de ser de la mejor, más limpia y bien preparada" y el segundo, el que debieron de tomar obligados por la situación de la construcción en España: la cal grasa no se sabía trabajar, o no existía, o había que esperar mucho (5, 6 ó más meses) para poderla tener en condiciones correctas de trabajabilidad. Esto obligó a improvisar y así se sustituyeron muchos revocos de cal por enfoscados de cemento, con acabados más o menos bastos dependiendo del gusto y la profesionalidad de los aplicadores, sobre los que posteriormente se aplicaban pinturas industriales de diferentes calidades.

Sin embargo, la unión de una serie de circunstancias es vital para que poco a poco se comience a generalizar el uso de morteros de cal: la preocupación de los responsables municipales por conservar las texturas y colores de las centros urbanos que se plasman en normativas y ordenanzas municipales; la aprobación de ayudas para la rehabilitación de edificios; la celebración de diferentes master, cursos y seminarios sobre técnicas y teoría de la restauración que llenan, en parte, el vacío existente en los programas oficiales de las carreras técnicas y sobre todo, la ejecución máxima de restauraciones y rehabilitaciones que en la década de los 80 obligan a todas las partes implicadas a estudiar, investigar y ejecutar cada vez con mayor criterio.

Lo que queda por hacer

En este contexto y una vez asumido que los centros históricos y los monumentos deben ser restaurados, siempre que sea posible, con los mismos materiales con los que se diseñaron y construyeron, quedan únicamente dos puntos por abordar, en lo que a restauración de revocos se refiere:

1º. La eliminación de los morteros de cemento en las fases previas al revoco. No se deben utilizar morteros total o parcialmente compuestos de cemento portland en los trabajos de rejuntado y/o preparación de soportes, es decir en la ejecución de enfoscados de preparación del muro (técnicamente: jaharrados).

2º. Modificar el criterio predominante entre los técnicos a sustituir los revocos y preocuparnos más por limpiar o restaurar los que han llegado a nuestras manos, generalmente mucho mejor ejecutados (por haber sido realizados por mejores artesanos y con mejor materia prima) que los que actualmente van a reemplazarlos. Picar es destruir y a veces no seremos capaces de reproducir correctamente lo que hemos eliminado (fotografías nº 2 y 3: antes y después de la restauración del revoco esgrafiado de la fachada principal de la Iglesia de las Calatrava en Madrid. Año 1994-95. El revoco original fue realizado en el año 1886, según proyecto de Juan de Madrazo y Kunt, inspirándose en el renacimiento milanés, en color rojizo terracota).

Fotografía 1
Fotografía 2

El jaharrado o enfoscado de preparación

La función de este primer tendido de mortero sobre el paramento es doble: en primer lugar ocultar todos los defectos de ejecución del muro de cerramiento y en segundo lugar, servir de soporte a la capa ornamental externa, es decir, al revoco propiamente dicho.

Hasta la aparición del cemento portland (en nuestro país la primera fábrica data de 1.898), el enfoscado y el posterior revoco se realizan empleando únicamente morteros de cal de diferente dosificación (más pobres en aglomerante las interiores y más ricas las capas exteriores). El conjunto de ambos fragua conjuntamente en contacto con el anhídrido carbónico del aire muy lentamente, y los morteros se adhieren al soporte adaptándose a los movimientos y asentamientos de la fábrica. Estos morteros (por su constitución porosa) permiten además el rápido secado y la respiración del muro y no aportan sales al proceso constructivo ni provocan humedades de condensación en el interior de las viviendas. Si por el contrario utilizamos morteros de cemento en las capas inferiores, éstos, aún en bajas dosificaciones dificultan por su baja porosidad la transpiración de los muros que cubren (produciéndose humedades de condensación en el interior de las viviendas), fraguan de una manera diferente al posterior revoco de cal, aportan sales de muy difícil extracción, favorecen, por retracción, entre otras circunstancias la fisuración de los revocos y además son mucho más duros que los revestimientos de cal que van a soportar, lo que rompe con 2ª de las dos normas fundamentales que hay que respetar siempre que queramos cubrir una pared y que a continuación se enumeran:

1ª. Siempre es mejor colocar dos capas superpuestas de menor espesor, que una sola que por su propio peso pueda descolgarse.

2ª. Los enfoscados inferiores, más gruesos que los de superficie y por tanto más propensos a fisurar por retracción, deben ser más pobres en aglomerante y por tanto menos duros.

Ahora que es relativamente fácil encontrar albañiles y revocadores que sepan manipular la cal, la única circunstancia que impide que todo el proceso se realice únicamente con morteros de cal, es el tiempo de espera necesario para revocar sobre un jaharrado o enfoscado de cal. En efecto, al fraguar estos morteros mucho más lentamente que los de cemento, es necesario esperar, al menos, un día por mm. aplicado. De esta forma, para un enfoscado de 2 cm. de espesor medio, debemos esperar entre 20 y 25 días para poder aplicar sobre el jaharrado el revoco de acabado. Transcurrido este tiempo, el jaharrado resistirá sin disgregarse el tendido y repretado de la capa posterior de revoco. Esta espera puede ser, si planificamos bien la obra, absorbida por la realización de otros trabajos propios de la restauración de una fachada.

Restauración de revocos singulares

Todo lo dicho hasta ahora es especialmente importante si se trata de restaurar revocos que por su singularidad merezcan ser respetados como testimonio del buen hacer del pasado o como muestras artísticas de gran notoriedad. En estos casos, la colaboración de restauradores y revocadores es la única forma de afrontar el encargo. Los primeros se encargarán de los trabajos de limpieza, consolidación y protección y los segundos de preparar y aplicar los morteros con que se cubrirán las diferentes lagunas (faltas de material).

El ejemplo europeo. Francia e Italia.

Como es tradicional en tantos otros temas de restauración, franceses e italianos, son pioneros en la conservación de estos revestimientos. Así, en los años sesenta, Francia pone en marcha las primeras campañas con objeto de recuperar los revocos que todavía se conservaban de los siglos XVII, XVIII y XIX.

Con respecto a Italia, y ya hablando de actuaciones concretas, se destacan aquí la restauración de las pinturas murales de la Plaza Mayor de Vigevano (fotografía nº 4. Año 1.995) o la restauración del revoco del siglo XV de las fachadas del Palacio Branda, en la localidad de Castiglione Olona, provincia de Varese.

Fotografía 3

Esta intervención está perfectamente documentada en el nº 1 (año 1.993) de la revista italiana RECUPERARE. La actuación diseñada por el arquitecto Ludovico Barbiano de Belgiojoso, fue dirigida por el arquitecto Andrea Ferattini entre los años 1990 y 1991. El revoco original, formado por mortero de cal está decorado con terminaciones de falso almohadillado realizadas al fresco bicolor. La composición del revoco se analizó sobre 14 muestras sacadas en puntos en los que el estado de deterioro de la superficie era tal, que la extirpación podía realizarse sin la ayuda de medios mecánicos. El estudio de las muestras permitió la identificación de los morteros y la datación de los mismos, comprobándose que los restos pertenecían al menos a dos fechas distintas de ejecución.

La limpieza superficial previa se realizó con agua y alcohol y en el caso de superficies sujetas a fenómenos de sulfatación con carbonato de amonio, aplicado mediante emplastos realizados con hojas de papel japonés previamente colocados y manteniéndolos constantemente húmedos. Después de haber quitado los residuos del tratamiento con agua destilada, el revoco se fortaleció con emplastos de pasta de madera impregnada de hidróxido de bario en solución acuosa concentrada.

El arquitecto español Dr. Ignacio Gárate Rojas en su libro "Artes de la Cal", editado por el Mº de Cultura, 1ª edición 1.993, autor de la restauración de las pinturas murales de la Carrera del Darro de Granada, fotografía nº 5 (premio Europa Nostra 1992) recomienda las limpiezas con agua e incluso la utilización de una solución acuosa de amoníaco al 10-20%, que se aplica suavemente con una almohadilla de guata, teniendo especial cuidado con los colores menos resistentes. En el caso de aparición de depósitos de sales solubles suele aplicarse el sistema de aplicación de papetas de celulosa. La celulosa se vende en el comercio en seco. Una vez mojada se coloca en forma de cataplasma sobre la pared y debe ser sustituida por otras hasta la completa absorción de las sales.

Fotografía 4
Volviendo al ejemplo italiano, el relleno de las bolsas se realizó mediante inyección lenta de un compuesto adhesivo formado por cal como aglomerante, polvo de mármol y/o arena de sílice como inerte y aditivos a base de resinas acrílicas. Las fisuras se sellan con morteros igualmente realizados con cal, polvo de mármol y emulsiones acrílicas.

En las zonas donde faltaba el original revoco del siglo XV, se ha llevado a cabo una intervención pictórica para igualar la decoración que caracteriza todo el paño. La pintura se ha realizado con sucesivas veladuras, de color neutro, con productos a base de silicato de potasio no estabilizado, para obtener una permanencia en el tiempo que con otros técnicas (la original a base de agua de cal y pigmentos inorgánicos solo es posible en las primeras 24 horas de vida del revoco, es decir, al fresco) no se hubiera podido conseguir.

Ejemplos españoles. La restauración del Palacio de Abrantes. C/ Mayor. Madrid. 1996. (Fotografía nº 6)

Muy similar en el proceso ha sido la restauración de los esgrafiados pintados al fresco que decoran la última planta de la fachada principal del madrileño Palacio de Abrantes, hoy Instituto Italiano de Cultura. La restauración realizada por las restauradoras Susana Pérez de Toledo y Mª Ángeles Muñoz Martínez se realizó, en el verano de 1.996, de la misma forma que la descrita en el caso del Palacio Branda.

Fotografía 5

Conviene mencionar el tratamiento que se aplicó en las zonas en que el revoco estaba muy desprendido de la pared y existía pérdidas y riesgo de destrucción inminente durante los trabajos de restauración. Se realizó en estas zonas una consolidación de urgencia y se aplicó un refuerzo provisional del lienzo mediante un empapelado de la superficie con papel japonés. La adhesión de esta lámina de papel se realizó con una resina acrílica de estructura polimérica (PARALOID B-72), disuelta en disolvente nitrocelulósico al 20-30%.

La forma de aplicación del papel será a base de cuadrados de 15 a 20 cm. En las zonas muy debilitadas, como pueden ser las zonas colindantes con grietas o con los bordes de grandes desprendimientos, se aplicaron encima tiras de gasa de algodón por tener mayor resistencia al peso. Las telas de gasa de algodón se colocaron sobre una lámina de papel japonés para evitar que la textura del tejido haga impronta sobre la superficie pictórica. (ver fotografía nº 7).

Fotografía 6

Luis Cercós (LC-Architects)
Madrid - Buenos Aires - Santiago de Chile

jueves, 9 de agosto de 2012

Herencia Bizantina


Bóvedas tabicadas extremeñas. Bóvedas sin cimbra.

miércoles, 8 de agosto de 2012

cosas que escuché en Chile


"El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error". Pablo Neruda.

martes, 7 de agosto de 2012

Alegría en la calle :-)


Se trata de un anuncio publicitario, pero es bonito. Me lo han enviado hoy vía París. :-)

sábado, 4 de agosto de 2012

Oscar Pistorius, deportista olímpico


El 4 de julio de 2012 el Comité Olímpico Sudafricano confirmó al atleta para que asista a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 convirtiéndose en el primer atleta con doble amputación que logra estar en una cita olímpica.
El corredor declaró: "Hoy verdaderamente es el día más orgulloso de mi vida. Haber sido seleccionado para representar al equipo de Sudáfrica a los juegos olímpicos de Londres 2012 en las pruebas de 400m individual y 4x400m por relevos es realmente un honor y estoy muy satisfecho que hayan fructificado todos estos años de arduo trabajo, determinación y sacrificio2 ".
El día 30 de diciembre de 2009, en este mismo blog, mostré mi admiración por él y mi deseo de verle competir en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Hoy le he visto correr. Enhorabuena: 
Tras haberse clasificado para las semifinales de la especialidad al ser segundo en la primera de las siete series disputadas en el Estadio Olímpico, Pistorius estaba feliz con su actuación y con el recibimiento que le dieron los 82.000 aficionados que presenciaron la prueba en el estadio: 
Simplemente estar aquí ya es un sueño hecho realidad. Me di cuenta de que estaba sonriendo en los bloques de salida, lo que es muy raro antes de una carrera de 400 metros. Es una experiencia increíble. Cuando salí del túnel y vi a toda mi familia y amigos allí... Mi abuela tiene 89 años y está aquí con una bandera sudafricana. Fue una experiencia simplemente genial”.
Oscar Pistorius, un hombre al que admiro de verdad. 
Luis Cercós (LC-Architects)
Buenos Aires