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jueves, 11 de abril de 2013
Clorindo Testa (Nápoles, 1923 - Buenos Aires, 2013)
Adiós Maestro. In Memóriam.
Caminando por Buenos Aires me sorprendió un día encontrar un edificio magnífico. Le pregunté a la mujer que me trajo a Argentina (madre que siempre será de la más chiquita de mis hijas) y ella me dijo que era la Biblioteca Nacional. Una obra maestra. Luego supe que era de Clorindo Testa, de quien inexplicablemente nunca había oído hablar en Europa. Nacido en Nápoles, Italia, en 1923, Clorindo Testa vive en Buenos Aires desde sus primeros meses. Se recibió arquitecto en la Universidad Nacional de Buenos Aires (la UBA) en 1948. Integrado rápidamente en la Oficina del Plan Regulador de la Ciudad. Posteriormente viajó a Italia y, desde su regreso en 1952, compagina la arquitectura con la pintura. Por aquel entonces gana su primer concurso -asociado a los arquitectos Dabinovic, Gaido y Rossi-: el anteproyecto para la sede de la Cámara Argentina de la Construcción. Autor del magnífico ex Banco de Londres y América del Sur, es miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes. En 1998 es seleccionado finalista del Premio Mies van der Rohe de Arquitectura Latinoamericana por el Auditorio de la Paz.
Ya he comentado en alguna parte de este blog que me identifico con Siza en el cuestionamiento de la necesidad de terminar todo completa y perfectamente. Hay un enlace en el margen derecho de este blog que hace referencia a las palabras del maestro. Me ha alegrado encontrar unos declaraciones de Testa en el mismo sentido. Procede la transcripción del libro "Señores Arquitectos ... diálogos con Mario Roberto Álvarez y Clorindo Testa" (Ana de Brea y Tomás Dagnino, ediciones UBROC, 1999, página 38):
- Clorindo, yo le escuché decir en una charla que usted no le prestaba demasiada importancia a los detalles. Recuerdo algo así como que le importaba más la idea global, que los detalles eran como una suerte de faltas de ortografía, que si bien no debía escribirse con faltas de ortografía, éstas podían corregirse, que no era lo principal, refirió Ana de Brea, tal vez asociando aquello de Mies acerca de que "Dios está en los detalles".
Responde Clorindo (magnífico):
Lo de las faltas de ortografía es de una traducción del libro "El Criticón", que encontré en la casa de mi abuelo en París, del 1600; era un italiano que había traducido El Criticón a su idioma. Se ve que el tipo era muy inteligente, refinado. Y en el prólogo decía que se había puesto a traducir este libro sin tener la menor idea del español, no lo conocía. Lo había traducido porque una señora le había dicho que lo leería si él lo traducía, entonces para él fue como una orden. Y en el prólogo decía que las cosas aburridas del libro las había dejado de lado, que había cambiado los nombres de los personajes porque el italiano no conocía esos nombres españoles, y otras cosas por el estilo; pero también decía sobre el final que los errores de ortografía, que eran fruto de la impaciencia y del apuro, le daba vergüenza decir que se corrigieran, porque esa era tarea de pedantes y no de gente ingeniosa. Es como los que de repente ven una obra y comentan: "Mirá el zócalo qué mal resuelto está". En realidad, dentro de la arquitectura clásica te encontrás con cosas espantosas, con ángulos que no están bien, pero no hacen a la apreciación total que vos tenés de la obra.
Y yo, maestro, estoy completamente de acuerdo con usted.
Luis Cercós (LC-Architects)
Madrid - Buenos Aires - Santiago de Chile