Hoy ha muerto en su querido Montevideo un uruguayo que decía las cosas con una voz y una cadencia especial. Conocí su obra a través de mi esposa, uruguaya de nacimiento y en casa tenemos varios de sus libros y grabaciones. Últimamente estaba mayor. Cada vez que pasábamos por Montevideo, nos gustaba parar en el Cafe Brasilero (Ituzaingó 1475 y 25 de Mayo, Ciudad Vieja), por sí él estaba por allí. Un día me pareció verlo. ¡Qué más hubiera querido yo! Intercambiar unas palabras y darle la mano. En esta vida, ese encuentro ya no podrá ser.
Me gustaba escucharle leer fragmentos de sus libros.
Últimamente se le veía cansado a través de la televisión. Se ha ido relativamente joven, con solo 74 años de edad.
La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
El hambre desayuna miedo. El miedo al silencio aturde las calles. El miedo amenaza: Si usted ama, tendrá sida. Si fuma, tendrá cáncer. Si respira, tendrá contaminación. Si bebe, tendrá accidentes. Si come, tendrá colesterol. Si habla, tendrá desempleo. Si camina, tendrá violencia. Si piensa, tendrá angustia. Si duda, tendrá locura. Si siente, tendrá soledad.
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