El mayor reto que tuvo que enfrentar el arquitecto argentino Jorge Mario Jáuregui en su primer trabajo en una favela de Río de Janeiro hace 15 años era cómo usar sus conocimientos de arquitectura y urbanismo para cambiar un lugar que, como todas las favelas de la ciudad, había crecido caóticamente, sin planos ni reglamentos. En sus propias palabras: “Ningún arquitecto había hecho un proyecto de favelas nunca en su vida porque no era normal, no había ‘clientes’. A partir de este momento este rosarino exiliado a Brasil hace tres décadas para huir del gobierno militar argentino, se especializó en pequeñas intervenciones en los barrios más pobres y conflictivos de Río de Janeiro.
En su currículum figuran decenas de trabajos públicos, algunos gigantes, como el teleférico del Complexo do Alemão, inaugurado el año pasado para transportar hasta 30 mil personas por mes (inspirado en el Metrocable de Medellín, Colombia que hemos mencionado días atrás en este mismo blog).
Entre sus reconocimientos internacionales tiene el premio de diseño urbano de Harvard que ganó en 2000 y una invitación para exponer en el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York en 2010.
“Lo que al inicio parecía que hacer trabajos en favelas era una cosa de menor importancia, hoy se ha tornado en una distinción” (BBC Mundo).
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