jueves, 27 de marzo de 2014

José Mujica, Montevideo, Uruguay, 1935


Este señor es el actual presidente de la República Oriental del Uruguay. Y la foto es reciente (se publicó en el suplemento dominical de El País del pasado domingo). El reportaje es de mi admirado Juan José Millás. Dice el escritor sobre la casa del presidente (y esto es, en mayor o menor medida, un blog de arquitectura):

Se ha dicho de ella que es una casa modesta. Es falso. Es (una casa) pobre. 

Pero más allá del valor de la casa, lo importante es que el político está, en esta ocasión, por vocación de servicio. Sin ninguna intención de enriquecimiento.

- Vamos a tomar un trago -concluye Mujica

Y nos vamos a la cocina, donde nos pone un güisqui y Jordi (Jordi Socías, el fotógrafo autor del reportaje) comienza a hacerle fotos, y no parece que estemos con un presidente ni nada parecido y yo me acuerdo de que este hombre dona el 87% de su sueldo a un proyecto de viviendas para pobres y le pregunto si le queda suficiente dinero para vivir y dice que sí, que a su señora, después de aportar al partido, le quedan unos 45.000 pesos, unos dos mil euros. 

- ¡Por favor -añade escandalizado-, con mi sueldo me sobra!

Yo creo en este hombre, en este presidente, y en este pequeño país de América del Sur. Y me encantaría tener allí, para mi familia y con mi familia (yo soy uruguayo consorte, "gallego" con suerte), una chacra como la del presidente. A ser posible, al borde del mar (el verdadero lujo, que siempre dice mi esposa).

Increíble, por cierto, la descripción de Millás de este mar uruguayo de color oscuro, tan alejado del lindo y amado Mediterráneo romano en el que tantas veces me bañé:

El mundo, al principio, eran las calles que bajaban hacia ese lugar rarísimo donde se encuentran las aguas del río de la Plata con las del océano Atlántico, dos monstruosidades naturales que copulan sin pausa. A veces, el mar penetra el río y a veces el río se introduce en el mar, depende de los vientos, de las mareas, de las lluvias, de las crecidas, de los efectos del cambio climático. Ese solapamiento afecta a la fauna: peces de mar que se precipitan de súbito en el agua dulce y peces de río que se encuentran de pronto en la dimensión de lo salado. 

- ¿Se mueren los peces cuando atraviesan la frontera? - pregunté a un pescador. 
- Se retiran a tiempo o se adaptan -dijo. 
- ¿Pero se mueren a veces? -insistí por una preocupación propia que acababa de desplazar a los animales.
- Yo creo que se retiran o se adaptan -insistió él. 

Fuente: EPS, domingo 23 de marzo de 2014

Luis Cercós