jueves, 8 de mayo de 2014
Ghery Residence, Santa Monica, USA, 1978
Ayer se dio a conocer el ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Artes: el arquitecto Frank Ghery. Pero más allá de los edificios que le han dado fama en la segunda parte de su vida y de su carrera (empezó a ser conocido a los 50 años, como ocurrió también con Louis Khan), me gusta la historia sobre la reforma de su casa en Santa Mónica, realizada simultáneamente con los trabajos que desarrollaba en su estudio de arquitectura, alejados de su posterior estilo. Una película sobre su trabajo lo cuenta bien. Ghery, por aquel entonces trabajaba habitualmente para un empresario de centros comerciales. Coincidiendo con la inauguración del último edificio convencional que diseñó para él, invitó al empresario a cenar en su recién remodelada vivienda (cuenta la leyenda, creo que verdadera, que la reforma la hizo el mismo, con material de ferretería, como un aficionado al bricolage más). Al entrar en la vivienda, el empresario se quedó sorprendido y le dijo: "¿quién sos vos como arquitecto, el que diseña mis edificios o el que ha diseñado y vive en esta casa?. Porque si sos el segundo, no debes permitir trabajar para mí. Te estoy coartando". Escribo de memoria, pero ese día cuentan que Ghery decidió seguir el consejo de su cliente y abandonó el trabajo seguro de la construcción y diseño convencional de centros comerciales. Cuenta que fueron años difíciles, siempre al filo de la quiebra y de la ruina.
La historia me parece, en cualquier caso, una historia de catarsis, de búsqueda del propio camino. Me sugiere también que la arquitectura es, fundamentalmente, una profesión de madurez. Y quizá, al filo de los 50 años, en esa frontera, es donde los arquitectos empiezan a ejercer verdaderamente su profesión.
Lo demás, como ocurre en tantas otras cosas de la vida, es aprendizaje.
Luis Cercós
Buenos Aires, Argentina