martes, 17 de abril de 2012

decadente METRÓPOLI

Supongamos que allá por 1994 un presidente del gobierno del Reino de España hubiese vendido a empresas o corporaciones extranjeras parte del litoral español (que es de todos los españoles, como es bien sabido). ¿Qué pasaría si ese presidente hubiese vendido también la posibilidad de la explotación eólica española o la exclusividad energética solar? Sí, ya lo sé, son solo suposiciones, pero imagino que todos los españoles que ahora están contra la decisión de la presidencia de la República Argentina de recuperar YPF aplaudirían a un gobierno español que recuperase para sus nacionales la soberanía sobre los recursos ibéricos.

Más allá de la lamentable comparecencia de ayer de los ministros españoles de asuntos exteriores y de industria (lamentable por su tono amenazante, ultranacionalista, arrogante "mala noticia para Argentina", y el uso de palabras prebélicas: “hostilidad”, “hostil”, “aliados en la zona”, “la hostilidad contra una empresa española lo es contra España” ¿?, …) el asunto debe ser tratado con cierta imparcialidad.

Y a mí se me ocurren, desde mi posición de ciudadano español compatible con la de futuro residente y actual padre y cónyuge de ciudadanos argentinos, los siguientes matices:

En 1999, siendo una compañía de irrelevante trayectoria internacional, REPSOL desembolsó (endeudándose) 15.169 millones de dólares por la casi totalidad de las acciones de la empresa argentina (no lo olvidemos, empresa argentina) YPF.

Con los fondos y beneficios obtenidos de la explotación de los yacimientos petrolíferos argentinos, REPSOL-YPF comenzó a invertir en Norteamérica (Alaska), Brasil, Golfo de México, el Caribe y el norte de Africa (Argelia y Libia). El crecimiento de REPSOL en otros mercados internacionales se realizó básicamente con el capital obtenido de las ganancias de YPF.

Solo entre 2001 y 2006, REPSOL repartió dividendos entre sus accionistas por valor de 8200 millones de dólares, a los que habría que añadir los beneficios del resto de los años y los obtenidos por la venta posterior de un importante paquete de acciones (pero manteniendo una amplia mayoría) a un grupo argentino. Además, entre 2007 y 2010, sumó otros 5100 millones de dólares de beneficio. En total, ingresos atípicos aparte, REPSOL repartió entre sus accionistas beneficios por valor de 13.300 millones de dólares y pagó los préstamos con los que se endeudó para comprar YPF.

Si esto es así, y parece que es así, REPSOL ha hecho un magnífico negocio en Argentina y lo hará todavía mayor pues aún falta fijar el precio del 51% de las acciones que el Estado Argentino va a expropiar (por cierto, un derecho de los Estados que también existe en el marco jurídico español).

En consecuencia y a bote pronto (aunque seguiré escribiendo sobre esto en los próximos días), REPSOL no es mártir sino todo lo contrario.

Por cierto, ¿de dónde procede el petróleo que la empresa “española” (aunque sin mayoría de capital español) extraía en Argentina? Cambiemos “petróleo” por “oro” y veamos de nuevo como se repite la historia de una decadente, cada vez más decadente, metrópoli.

Luis Cercós (LC-Architects)

Buenos Aires - Madrid

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