lunes, 15 de septiembre de 2014

Oscar Pistorius, Sudáfrica, 1986



El niño sonriente de la fotografía superior, nacido sin tobillos y sin peroné y los médicos tuvieron que amputarle las piernas por debajo de sus rodillas. A pesar de eso llegó a ser atleta olímpico (Londres 2012) y no como mera comparsa (fue semifinalista). Solo unos meses más tarde mató a su novia, la modelo Reeva Steenkeamp, La jueza desestimó la semana pasada la premeditación, pero confirmó el homicidio culposo, por lo que será condenado a unos 15 años de prisión.

Admiré mucho a Oscar Pistorius durante su carrera deportiva. Y además le consideraba, en cierto modo, un compañero. Él mismo decía que si hubiera nacido con pies quizá nunca habría pensado en el deporte profesional y habría estudiado arquitectura, la carrera que más le atraía.

Un 14 de febrero, mientras leía mi periódico, supe que mi admirado atleta (http://lc-architects.blogspot.com.ar/search?updated-min=2009-01-01T00:00:00-08:00&updated-max=2010-01-01T00:00:00-08:00&max-results=50) era también un paranoico que sentía amor y admiración por las armas.

He esperado mucho tiempo a escribir estas líneas. No sabía qué escribir, ni qué decir. Tampoco quiero borrar las entradas de este blog en las que se habla de él y de sus logros. Pero ya no le admiro.

Una familia, la de Reeva, lamentará el día en que Oscar la conoció. Nunca se sabrá qué es lo que pasó la noche del homicidio, aunque muchos de nosotros tendremos parecidas hipótesis. Las armas son siempre una mala decisión. No hay excusas que justifiquen su tenencia.

Quien ama a las armas, tiene un problema. Y los que están a su alrededor, también.

Sí, sí, sé que muchos dirán que la sociedad en que vivimos es peligrosa. Vivo en América Latina. No siento que este lugar sea más o menos peligroso que cualquier otro. Sé que un día me podrá pasar. Recuerdo haber vivido momentos peligrosos (fui asaltado hace ya muchos años, a punta de navaja, en los jardines de Murillo de la ciudad de Sevilla, en mi querida Andalucía). No sé cómo reaccionaría si alguien pusiera en peligro la vida de los míos. Imagino que intentaría combatir con objetos u herramientas caseras. Pero nunca tendré armas de fuego en mi casa.

No creo en la versión de Pistorius, mi admirado corredor de piernas amputadas. No creo en la versión del homicida. Lamento que su vida deportiva haya finalizado. Pero lamento mucho más que la vida de Reeva le fuera arrebatada de 4 absurdos y terroríficos disparos en la cara.

No lo puedo entender.

Luis Cercós
Buenos Aires, Argentina


La violencia es torpeza. No dispares contra tu futuro. No dispares contra tu vida. No dispares contra tu gente. Control de Armas ya. Amnistía Internacional. Armas bajo control.


Con las armas no se juega: desármate. Cambiemos las armas de juguete por algo mejor.

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