miércoles, 6 de mayo de 2015

Buenos Aires, Argentina


Soy esposo y padre de porteñas. Buenos Aires es una linda ciudad. Pero más allá de los lugares, yo creo que están las sensaciones: el bullicio, el eclecticismo, la pasión, la manera de andar y de hablar de sus gentes, el sabor de sus desayunos, la cerveza con los amigos, el asado de los domingos, la tonada, los besos entre los hombres -algo así como formar parte de la "familia" (y quien haya visto El Padrino sabe a lo que me refiero), los diminutivos, los apelativos cariñosos, el lunfardo, el caos organizado y el orden arbitrario, el pasado común de todos los porteños -sus abuelos, sus bisabuelos, llegaran de donde llegaran y fueran de donde fueran-, el río de la Plata, los extremos que se atraen, la bipolaridad, ... las conversaciones de los tacheros, los vendedores ambulantes, la viveza criolla, el dulce de leche -hasta el exceso, pero no importa-, ... Una experiencia. Buenos Aires es sobre todo una forma de ser y de sentir. Difícil de amar, imposible de no amar, un lugar para añorar. Una ciudad generosa y abierta. Ciudad sin ley, pero llena de códigos. Hay que ir. Al menos una vez en la vida.

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