domingo, 12 de septiembre de 2010

De rehenes, expulsiones y premios


Pongamos que un periódico tenga una media de 60 páginas diarias, de la misma forma que una hora tiene 60 minutos. En la vida, durante multitud de horas no ocurre absolutamente nada. Horas completamente prescindibles. Horas en tiempos de guerra, incluso. De hecho, alguien definió una vez ese horror como un montón de tiempo libre y aburrido entre batalla y batalla.

Pero de pronto, entre dos absurdas y anodinas horas, ocurre algo imprevisible que cambia nuestras vidas.

Con los periódicos, salvando las distancias, me ocurre algo similar. Hay días en que los ojeo, paso rápidamente las páginas, leo los titulares y alguna columna, los cierro, los amontono y al cabo de unos días, los llevo inexorablemente al contenedor de papel para que vuelvan a resucitar con otras noticias, debates o palabras, más interesantes.

Otros días, sin embargo, la lectura del diario resulta apasionante. De pronto, todos los columnistas se ponen de acuerdo para decir cosas estimulantes y en lugar de estar desayunando te parece que estás en mitad de una de esas míticas tertulias que se celebraban en los cafés del mundo. En el Gijón de Madrid, por ejemplo.

Me pasó algo así con EL PAÍS del 8 de septiembre. La charla con los periodistas resultó, ese día, excitante y enriquecedora. Hablamos de la hipocresía de los gobiernos y las multinacionales que pagan a terroristas o piratas para salvar a rehenes que, a su vez, se embarcaron en aventuras para salvar a pueblos enteros o combatir, en la más de las veces desde su inocencia, en guerras lejanas o catástrofes naturales.

Nicole Muchnik, pintora y escritora, disertaba allí sobre los verdaderos motivos que han impulsado al gobierno francés a la expulsión masiva de gitanos, en contra de la Constitución Francesa y de la nueva Carta Europea de Derechos (concretamente de sus artículos 19, que prohíbe las expulsiones colectivas; el 22, que ordena respetar la diversidad cultural y el artículo 45, que defiende el derecho de los nacionales de los países miembros a la libre circulación y residencia).

Y casi al final, tras analizar la vuelta a la tierra de la selección española de fútbol (vapuleada por Argentina el día anterior), David Trueba nos habla del hecho de que cada 30 segundos se conceda, a alguien o a algo, un premio en España. Lo que no hace otra cosa que desprestigiar al hecho mismo de conseguir alguno.

De todo eso hablaremos en futuras entradas.

Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
luiscercos@hotmail.es

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