Picar es destruir. Limpiar es restaurar. Por eso la importancia de la "deconstrucción" (eliminación de capas en sentido contrario a como se decantaron sobre un monumento) o de la "limpieza" en mis proyectos de restauración.
jueves, 9 de enero de 2014
Técnicas de Limpieza de Monumentos
Solo unas líneas de reflexión sobre técnicas de limpieza que combinen la utilización de abrasivos. Bajo mi punto de vista, un sistema no es malo ni bueno en sí mismo. Todo depende de la persona que lo use. Si tiene formación adecuada, podrá utilizar cualquier sistema. Si no tiene formación adecuada, no podrá utilizar ninguno. Es el factor humano el más importante.
Suelo utilizar estas técnicas a efectos de conseguir un rendimiento económico óptimo que permita la salvación de capas de sacrificio que en otras circunstancias hubieran sido sustituidas -me refiero, por ejemplos a revocos antiguos que hoy siempre planteamos salvar por la información que encierran: en cuanto al color original, o histórico, o muy antiguo de un revestimiento; pero también referido a un valor testimonial y/o social de las circunstancias en que antiguamente se construía o se reparaban edificios-.
Picar es destruir. Limpiar es restaurar. Por eso la importancia de la "deconstrucción" (eliminación de capas en sentido contrario a como se decantaron sobre un monumento) o de la "limpieza" en mis proyectos de restauración.
Picar es destruir. Limpiar es restaurar. Por eso la importancia de la "deconstrucción" (eliminación de capas en sentido contrario a como se decantaron sobre un monumento) o de la "limpieza" en mis proyectos de restauración.
Las pruebas de limpieza que un día -con buena voluntad y criterio empresarial de las empresas que las ofrecen- suelen fallar estrepitosamente por razones generalmente vinculadas más con la
elección del material de proyección que con el propio sistema de limpieza ofertado.
La presión de la
máquina -por ejemplo- no es un problema grande, aunque intuitivamente la gente le dé mucha
importancia: si proyectasemos -sunponiendo que eso fuese posible- bolas de goma (baja dureza) o talco –el
material más blando en la escala de Mohs-, no importaría la presión de proyección, pues no
habría riesgo de rayar el soporte o este riesgo sería muy pequeño.
La boquilla y el operario son más relevantes que la presión.
Los fracasos están motivados generalmente con la
pésima elección del material de proyección que se elije en este tipo de muestras: vidrio molido. El vidrio, en la
escala Brinell es un material con una dureza de 500. Un material muy duro que solo se raya con diamante.
Si proyectamos vidrio sobre mármol, rayamos el mármol porque el mármol es dureza 3 en escala
de Mohs y raya el yeso porque el yeso es 2 en la escala de Mohs –los materiales
más blandos entre los 10 materiales de referencia que usa este sistema de
medición de dureza-.
Por eso, en los protocolos franceses de limpieza combinada (ademas de presión, perfil de los trabajadores y otras circunstancias- se incide en la elección del material a proyectar (por cuestiones que tienen que ver con su dureza respecto del soporte y también con su forma geométrica -de la que hablaremos en otra ocasión-.
Básicamente: cualquier sistema mecánico de limpieza de monumentos debe proyectar un
abrasivo con dureza inferior a la capa que se quiere proteger. Si es así, no hay riesgo de
rayado o el riesgo estará muy minimizado.
Se adjuntan dos links que aclaran todo esto:
La parte interesante de todo esto: hay un camino
que nos permitirá, con las limitaciones que describo antes, industrializar los trabajos de limpieza. Entendiendo la "limpieza" como uno de los primeros procesos a realizar en la mayoría de las restauraciones.
Luis Cercós
Santiago, Chile