sábado, 23 de junio de 2018

Moi aussi


Iba a escribir otra cosa en la entrada de hoy, pero he leído un triste, aunque no tan triste, artículo sobre la última gira de Joaquín Sabina y he cambiado de idea. Voy a escribir sobre la canción que da nombre a la última, o penúltima, gira de Sabina.

Todos los sabemos. Ha sido una gira difícil (visitas al médico, suspensiones, ictus, cancelaciones, afonía, ...). La vida también es difícil, sobre todo cuando te vas haciendo viejo: visitas al médico, pérdida de audición, afonía, cancelaciones, ... ; así que la gira, última o penúltima, de Sabina es también epílogo o metáfora de lo que es él mismo.

Todos conocemos las canciones clásicas de Sabina, pero los fans, muy a menudo, nos negamos a escuchar los nuevos mensajes de los nuevos discos. Le pasa a todos los grandes. Le pasa a Serrat. Todos queremos escuchar "Mediterráneo" en los nuevos conciertos. Debe ser en cierto modo frustante escribir nuevas canciones y que la gente quiera escuchar siempre las viejas.

He leído el artículo sobre la gira de Sabina y he pensado en lo que ocurre en mi país (en el país en el que nací) y en otros países (aquí en Francia, en Argentina, en Brasil, en Chile, ... en Uruguay, aunque allí es siempre todo un poco menos intenso y un poco más relativo). Acoso y derribo al político en cuestión, exigencia absoluta de conciencias y vidas impecables. No queremos presidentes del gobierno que se hayan saltado semáforos, no queremos ministros que hayan conducido por la noche después de haber bebido, un día, una cerveza y media. No queremos políticos con impuestos pendientes de pago o que haya mentido en su CV o en su declaración de impuestos. Y claro, al final, tenemos lo que tenemos: una vida política alejada de cualquier realidad. Por eso nos gusta tanto el Mundial de Fútbol: es normal la anormalidad de que el seleccionador argentino no pueda ser despedido porque la Asociación de Fútbol Argentina debería pagarle una rescisión de contrato de 20 millones de doláres. En Argentina, hoy, donde la gente, mucha gente, apenas puede zafar mes a mes. Es normal que adoremos a Cristiano Ronaldo, que ha aceptado recientemente dos años de cárcel por sus "problemas" con el fisco español. No queremos políticos que se salten un semáforo pero aplaudimos los goles de las estrellas de fútbol, siempre que juegen en nuestro equipo. No nos importa que ellos, los futbolistas sigan haciendo su trabajo después de haber comido carne en viernes de Pascua, pero ese derecho a equivocarse se lo negamos a otros. Y en muchas ocasiones, nos negamos ese derecho a nosotros mismos. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Conclusión: ninguna. ´

"Pero yo también he defraudado a todos, empezando por mí. Lo niego todo, incluso la verdad"

Cada vez soy más escéptico en todo. Cada vez entiendo más los errores que la gente ha cometido, sobre todo cuando la vida se extiende. Es fácil tener un pasado intachable cuando tienes 15 años, cuando tienes 20 años. Es mucho más difícil cuando tienes 50.

Dice la leyenda que los inmortales, todos fueron, alguna vez mentirosos. Dice la leyenda que los abogados tienen doble moral. Dice la leyenda que los periodistas no piensan en su familia cuando escriben sobre las familias y los errores de otros. Dice la leyenda que algunos médicos fuman. Dice la leyenda que los jueces son humanos.

Un día conocí a un hombre que había copiado en un exámen, a un taxista que había alargado un trayecto cortito, a un carnicero que ponía más papel en la báscula del necesario. Y lo peor de todo: hubo una vez un hombre con la soga al cuello que aceptó una comisión.

El caso es que la canción de Sabina, habla de eso. Y yo, siento lo mismo.

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