miércoles, 30 de octubre de 2013

Desmesura y Activos Tóxicos


Entre 675.000 y 815.000 viviendas nuevas se encuentran sin vender en España en estos momentos y 500.000 más sin terminar. La conclusión: la actividad constructora casi ha desaparecido y todo un sector (empresas, profesionales, artesanos) no tiene trabajo alternativo que realizar, al menos en la mayor parte de la península ibérica. No es de extrañar que 2.000.000 de españoles vivan ya en el extranjero, la mitad de ellos en países de América Latina.

Ya hablaremos en otra ocasión del flujo migratorio, porque en esta entrada prefiero centrarme en las terribles consecuencias económicas de la burbuja inmobiliaria. A estas alturas de la película quizá José María Aznar ya haya dejado de alardear sobre los resultados económicos de una gestión que llevaría, con ayuda de las dos siguientes legislaturas socialistas claro, a España a la mayor crisis de los últimos 100 años. Guerra Civil aparte, por supuesto.

Durante los años de mayor actividad en la construcción, se construía en España a un ritmo de 600.000 viviendas al año. Hoy, en el primer semestre de 2013, apenas se han vendido 20.770. En muchos lugares de España, las viviendas no valen nada, bien por calidades, o bien por ubicación. Es terrible la conclusión de los expertos: "viviendas que no valen nada y que solo tienen costes para el contribuyente".

La Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) aprobó en marzo de 2013 un plan de negocio que reserva 103 millones de euros para demoliciones de edificios que nunca se terminarán de construir, en muchos casos esqueletos estructurales que llevan ya casi 5 años abandonados y que deriva un alto grado de deterioro que impediría la viabilidad técnica de su reciclaje. Pero además, ese stock perjudica gravemente al valor de las viviendas de su entorno, pues altera los precios de tasación (si es que las "tasaciones" tienen alguna legitimidad técnica y moral después de lo que ellas mismas -me refiero, entiéndase, a las sociedades de tasación y a los "profesionales" de la hoy denostada profesión de tasador- provocaron).

En cualquier caso la decisión a tomar indica que el camino pasa por terminar las obras de inmuebles que se encuentren en zonas consolidadas y demoler todas aquellas estructuras -castillos en el aire- cuyo coste de terminación fue superior al de demolición, en un panorama en el que las posibilidades de venta son prácticamente nulas.

Fuente principal: El País, la piqueta amenaza los edificios fantasma, vida&artes, página 26 y 27, martes 29 de octubre de 2013.

Luis Cercós
Buenos Aires