domingo, 16 de febrero de 2014

Las llaves de Sefarad


Si yo pudiera algún día llegar a considerarme "escritor" (en realidad me gusta más la palabra "escribidor"), quisiera serlo a la manera en que lo es mi admirado Manuel Vicent. Y contar desde la contratapa de un periódico dominical, sencillas grandes historias. Como él ha hecho por ejemplo hoy a propósito de las llaves de los judíos expulsados de Toledo. 

En algunos hogares de Israel, de Estambul y de Tesalónica muchas familias de judíos sefarditas aún conservan la llave de la casa que sus antepasados habitaron en España, su añorada Sefarad, antes de ser (mezquinamente, esto lo digo yo) expulsados de este país por los Reyes Católicos (¿? el paréntesis también lo pongo yo) en 1492. A lo largo de cinco siglos esa llave ha pasado de padres a hijos como una herencia simbólica que contiene, a la vez, la fatalidad de un destino y la esperanza de un retorno. 

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Al ser aventados a un exilio apátrida los judíos se llevaron la ciencia y el comercio. Aquí quedaron los cristianos viejos con el tocino, la hidalguía (la absurda hidalguía, todavía anquilosada en la sociedad española -también lo añado yo-), el jubón raído y la hoguera. 

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En el bazar de Estambul un sefardita comerciante de ámbar (recuerdo aquí los versos de Kavafis, compra coral, ámbar y ébano) me contó que sus antepasados vivían en Toledo y él había realizado varios viajes a España con la llave de una puerta que solo estaba en sus sueños. La puerta y no existía, pero pensó que, tal vez, la cerradura pudiera estar en manos de algún chamarilero. Después de recorrer cientos de anticuarios por toda España un día se produjo el milagro. Entre los cachivaches de una almoneda, que regentaba un gitano (también perseguidos, por cierto) de Plasencia, el safardita encontró una cerradura herrumbrosa del siglo XV en la que su llave encajaba y funcionaba perfectamente. La adquirió a buen precio con certificado. En el bazar de Estambul el sefardita me hizo una demostración. Metió la llave en la cerradura, la accionó varias veces y con palabras pronunciadas en ladino meloso me dijo: así es como se abre y se cierra el destino.