Aunque es este un blog de arquitectura y no de arte, hay varias cosas en la vida y en la obra de este artista mejicano que me hacen hoy traerlo a colación. La primera, cómo no, la casualidad. Nunca hasta el pasado lunes había oído hablar, ni de él, ni de su obra.
Hace 47 años que Martín Ramírez murió en un psiquiátrico estadounidense donde había vivido sus últimos 30 años. La exposición del Museo Reina Sofía, la primera en Europa, abierta hasta el 12 de julio, incluye 62 obras realizadas mientras estuvo internado y aporta dos importantes novedades: hasta la fecha, su obra sólo se había exhibido en colectivas compartiendo protagonismo con otros artistas con enfermedades mentales y nunca antes se había mostrado en una pinacoteca dedicada al arte contemporáneo.
Estamos ante lo que podría definirse como su presentación mundial pues esta muestra pretende ir más allá del diagnóstico de la enfermedad mental que sufrió, para analizar la calidad y el valor artístico de sus dibujos.
Para crear su obra y entre cama y cama, el artista recogía materiales de la basura, como trozos de papel, cerillas y lápices, para dibujar sobre las sábanas de papel que se utilizaban en el centro. Dada su situación y su falta de formación artística clásica y de recursos económicos muchas de sus obras fueron quemadas por persistir un cierto de riesgo de contagio de tuberculosis (el artista utilizaba como pigmento una mezcla elaborada a base de su propia saliva, patatas, féculas y pan).
Viendo la obra de Martín Ramírez la pregunta es, y por eso hablamos de él, ¿Estaba verdaderamente loco o fue una victima de esta sociedad?
La respuesta de la comisaria de la exposición deja abierta la respuesta:
Estuviese enfermo o no, sufrió reclusión, no fue comprendido en su momento y tiene un lenguaje muy consistente de gran sofisticación formal, que no responde a los tópicos del expresionismo, sino que posee una forma de representación única.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com
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