domingo, 31 de octubre de 2010

A propósito del recibo mensual de la Seguridad Social o del mito de Sísifo

En una situación económica como la actual, en la que cada vez más empresas se ven obligadas a cerrar sus puertas, me resulta un enorme alivio comprobar que la domiciliación mensual de la seguridad social ha sido podido ser nuevamente pagada.

Bill Murray en el día de la marmota (Groundhog Day, Harold Ramis, 1993)estaba condenado a vivir indefinidamente el mismo día y algo así siento cuando compruebo las pocas alegrías que nos permiten los saldos medios de nuestras cuentas: apenas podemos repartir unos pocos euros entre aquellos a los que debemos dinero porque a su vez muy poco recibimos de los que nos deben a nosotros. En algunos casos hasta nos hemos olvidado ya de cobrar, después de golpear una y otra vez contra puertas cada vez más gruesas e inexpugnables.

Pero seguimos caminando. Alguna vez saldremos de los números rojos y quizá, incluso, les echemos de menos, pues se han convertido ya en algo tan próximo que parecen de nuestra familia.

El caso es que pelear por seguir vivo, en la acepción empresarial del término, nos está enseñando a ahorrar. Algo a lo que nos habíamos olvidado. Sacar los billetes de tren o de avión con días de antelación para pagar tarifas reducidas, estirar la ropa hasta que tenga el aspecto elegantemente raido de las cosas bien hechas y perdurables, elegir siempre el menú en lugar de comer a la carta, llevar los zapatos a reparar y sentir la satisfacción de calzarlos de nuevo sin miedo a rozaduras o ampollas, caminar por la ciudad en lugar de trasladarse siempre en vehículo, tomar el metro en lugar de pagar permanentemente absurdos peajes por aparcar, salir de casa con el café tomado, hacer la comprar ayudados de una lista que nos evite improvisar o comprar compulsivamente.
Cosas que hacen simultáneamente millones de personas.

Quizá algún día, no muy lejano, seamos capaces de desandar todo aquello que nos esclavizó y volvamos a trabajar por un sueldo digno que nos permita, sin fuegos artificiales, ser verdaderamente libres para pagar un alquiler en lugar de una letra, un día de descanso en lugar de acumular festivos trabajados, una noche tranquila paseando junto al mar en lugar de revisar las reuniones del día siguiente, una velada tranquila para hablar de nosotros y no siempre de todo lo que nos rodea.

Ojalá algún día volvamos a ser quienes somos y no sólo nuestras circunstancias.

Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/

El mito de Sísifo es un ensayo filosófico de Albert Camus, originalmente publicado en francés en 1942 como Le Mythe de Sisyphe. El ensayo se abre con la siguiente cita de Píndaro:

No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, sino que apura el recurso hacedero.

El título del ensayo proviene de un atribulado personaje de la mitología griega. En él, Camus discute la cuestión del suicidio y el valor de la vida, presentando el mito de Sísifo como metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre moderno, que consume su vida en fábricas y oficinas sórdidas y deshumanizadas.

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