miércoles, 24 de diciembre de 2025

Seis ficciones de la restauración contemporánea de arquitectura

En restauración —y, más ampliamente, en las prácticas actuales de intervención sobre lo heredado— persisten una serie de ficciones intelectuales que convendría identificar.

La primera es el fetichismo normativo. La norma, concebida como herramienta, se transforma en un fin. Se invoca como garantía moral y como sustituto del juicio crítico. Cumplir pasa a ser más importante que comprender.

A ello se suma la confusión entre técnica y ética. La corrección técnica se presenta con frecuencia como equivalente a la corrección moral. Pero saber cómo hacer no responde a la pregunta de por qué hacerlo, ni para quién.

Una tercera ficción es la negación del duelo. Restaurar implica aceptar pérdidas: de materia, de función, de significado. Intervenir sin asumir ese duelo conduce a simulacros de continuidad que niegan la historia real del objeto recibido.

Persiste también un eurocentrismo metodológico apenas cuestionado. Se universalizan categorías nacidas en contextos culturales, climáticos e históricos muy concretos, aplicándolas como si fueran neutras y exportables sin fricción.

De ahí deriva la ilusión del estado original. Se persigue un origen hipotético, raramente documentado y casi nunca verificable. Pero lo que recibimos no es un origen, sino una acumulación: proyecto culto, usos, abandonos, accidentes, reparaciones y cuidados.

Por último, la neutralización del acontecimiento. La intervención contemporánea tiende a borrarse a sí misma, como si no quisiera asumir que también es historia. Sin embargo, toda restauración es siempre un acontecimiento técnico, cultural y político.

Tal vez restaurar hoy consista menos en aplicar recetas correctas y más en aceptar la incomodidad de pensar. Intervenir es siempre tomar posición. No intervenir, también. O intervenir distinto. O intervenir después del duelo y la reflexión.

LC, París, diciembre 2025.

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