En un momento en el que se debate la posibilidad, prácticamente confirmada, de ampliar la edad de jubilación hasta los 67 años voy a permitirme un poquito de demagogia. Sí, ya sabéis,
“demagogia” en el sentido político del término: dominación tiránica de la minoría mayoritaria. Y con esta casi cínica excusa voy a traer aquí a una octogenaria en activo: la singular creadora francesa
Andrée Putman (
http://www.andreeputman.com/), para Le Monde
“la diosa vestal del diseño inmaculado”.
A pesar de que no añoro en absoluto dormir en un lugar como ese, reconozco la serena elegancia del que dicen ser el primer hotel boutique del mundo, el mítico
Morgan de New York (
http://www.morganshotel.com/). Tampoco volaré ya en los interiores que diseñó para el
Concorde de
Air France y mucho menos seré invitado a debatir en el despacho que
Jack Lang, ex ministro de cultura, tenía en el
Palais Royal de París.
El gusto excesivo por el detalle o la aparentemente austera sofisticación de los interiores de la Putman se enfrentan irreversiblemente a mi actual obsesión por la búsqueda de una atmósfera que me sugiera o de una textura que me envuelva.
Pero dicho todo esto, no puedo por menos que asumir que hay algo en el trabajo de esta mujer que me emociona y que posiblemente esté en la utilización de un método puramente visual que me resulta familiar, pues dicen de ella que no trabaja con planos o perspectivas y que visita el espacio y se imagina el resultado final.
Por eso no dudo que la posibilidad de trabajar con ella, o con gente como ella, supondría una oportunidad ineludible.
Luis Cercós (LC-Architects)
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