martes, 25 de mayo de 2010

ZP, Valèry y Andor Lilienthal



Construir una sociedad que acepte a todos los inmigrantes.
  1. Dar prioridad a la educación y crear empleo estable.
  2. Dar a los padres más tiempo para pasar con sus hijos y cuidar a los ancianos.
  3. Promover la cultura.
  4. Convertir a España en un país admirado por ayudar a los más necesitados.
  5. Ayudar a éstos con iniciativas de calidad.
  6. Fomentar la democracia, adecentar la política y promover los valores por encima de los intereses coyunturales.
José Luis Rodríguez Zapatero, actual presidente del gobierno de España, parecía un hombre de suerte. Quizá lo sea, quizá ya no lo sea. El 25 de junio de 2000 anunció su intención de presentarse a la secretaría general del PSOE, paso previo y necesario para su posterior designación como candidato por su partido a la presidencia del gobierno.

En su discurso de presentación hizo la sencilla declaración de principios que encabeza esta entrada. La suscribo en su totalidad.

El 22 de julio de 2000, de forma inesperada, consiguió su designación al frente del partido por solo 9 votos (414 frente a 405 sobre un total de 995 sufragios). Luego vendrían sus dos victorias electorales. Parecía ser un hombre de suerte.

El 12 de mayo de 2010 anunció de manera solemne en el Congreso de los Diputados del Reino de España un durísimo ajuste económico que le ha situado en sus más bajos niveles de popularidad. Su suerte está cambiando.

Dicen que Paul Valéry (1871-1945, http://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Val%C3%A9ry ) pronunció, casi al final de su vida, cuando las cosas se le empezaban a torcer, la siguiente frase:

     Nunca es tarde para comenzar a tener mala suerte.

Y eso ocurrirá siempre en la vida de todos los que intentan arriesgar. La lista sería interminable.

Me viene a la cabeza esta reflexión a propósito de la muerte el pasado día 8 de mayo de un personaje singular, Andor Lilienthal, el que era considerado el más anciano (1911-2010) de entre los grandes maestros vivos del ajedrez contemporáneo.

Se hizo famoso y ganó dinero (como el protagonista de El Buscavidas, The hustler, Robet Rossen, 1961) en los cafés de Viena, Berlín y en el legendario Café de la Régence de París, donde en un día memorable derrotó por 3-1 al entonces vigente campeón del mundo, Alexánder Aliojin (a veces transcrito como Alexánder Alekhine).

Cuando el campeón le pidió revancha, nuestro personaje la rehusó con esta frase:

“Compréndame, prefiero recordar este éxito el resto de mi vida”.

La anécdota es buena y es verídica pero mucho me temo que yo habría aceptado jugar una nueva partida.

Por eso estamos como estamos.

Y si no que se lo pregunten también al juez Baltasar Garzón. ¿O es que alguno de ustedes duda que el juez va a seguir arriesgando?

Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/

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