jueves, 3 de diciembre de 2009

AL MARGEN DE RUSKIN Y/O DE VIOLLET-LE-DUC









Navegando en internet he encontrado una intervención que me sirve de excusa para participar en un par debates complementarios, abiertos y recurrentes: “el entorno de los monumentos” y “el monumento y su entorno”, que parece lo mismo, pero no lo es.

Preguntaron una vez a Alejandro de la Sota sobre su consejo a la hora de intervenir en el centro histórico de las ciudades. Su respuesta fue magistral:

Lo que yo haría es contratar a un buen arquitecto.

La respuesta más allá de desconcertar indicaba el claro posicionamiento del arquitecto: todos los estilos son compatibles si se hacen bien.

En 1996, Rafael de la Hoz Arderius (1924-2000)[i] impartió la conferencia inaugural del III Congreso Internacional de Rehabilitación recordando su primer encargo, una pequeña casa en el único solar, nunca edificado, que existía en la Calle Real de Priego de Córdoba.

Como es sabido, el Barroco europeo acabó tardía y definitivamente en Priego de Córdoba. El problema a resolver era pues de carácter contextual: el edificio, además de ser posible en si mismo, habría de serlo con su circunstancia urbana. De entrada, las dos opciones de actuación que se ofrecían resultaban por igual poco atractivas. Abstenerse de intervención alguna, según la teoría de John Ruskin, supondría la negación a servir, renunciar a la esencia misma de la arquitectura. En el polo opuesto, imitar el lenguaje formal del siglo XVIII, mimetizando la obra nueva con las contiguas a la manera permisiva de Viollet-Le-Duc, no habría pasado de ser un pastiche inaceptable.

No conozco Celle, una ciudad de 70.000 habitantes en el norte de Alemania y en las fotografías su centro histórico se muestra tan supuestamente bien cuidado que parece de cuento (no es cuestión de aclarar el tipo de “cuento”). Pero el caso es que el Museo de Arte diseñado por el estudio de arquitectura Ahrens Grabenhorst (http://ahrens-grabenhorst.de/) surge de una idea (ya hemos dicho aquí, que no es posible “arquitectura” sin “idea”), la de ofrecer arte las 24 horas del día, pues su fachada de vidrio (10 metros de ancha por 10 de alta) se ilumina desde las cinco de la tarde (hora de cierre del museo) hasta las 10 de la mañana (hora de apertura) ofreciendo a quien pasa por allí montajes temporales, luz, color y un lenguaje arquitectónico distinto al que utilizan sus edificios vecinos, esos que por otra parte parecen mucho más viejos de lo que realmente supongo que son.

Y como decían en los comics por entregas que leía de niño “continuará”.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/


[i] El estudio RAFAEL DE LA HOZ ARQUITECTOS (fundado en 1920, http://www.rafaeldelahoz.com/) está dirigido en la actualidad por Rafael de la Hoz Castanys, tercera generación de arquitectos.



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