En diciembre de 2006 descubrí en la revista DISEÑO INTERIOR una intervención que por aquel entonces tenía relación con un proyecto frustrado de rehabilitación de un secadero de tabaco en la Vera de Cáceres. Debo reconocer que nuestro proyecto no llegó a realizarse, entre otras cosas, porque Jesús Castillo Oli (http://www.jesuscastillooli.com/) se nos había adelantado en otro lugar (Porquera de los Infantes, Palencia). Las conexiones entre nuestro secadero de Cuacos de Yuste (Cáceres, Extremadura) y el pajar palentino eran tantas que decidí esperar a otro momento para afrontar aquella autopromoción.
Antes del inicio de las obras, el proyectista y el autor del encargo, Fernando Gallardo, periodista dedicado a la crítica de hoteles, visitaron Japón (no es casualidad el jardín japonés situado en la zona no cubierta del viejo edificio) durante 20 días para ver lo más interesante de su arquitectura y ambos llaman a la nueva casa “la ruina habitada”, aunque yo en mi atrevimiento prefiero calificarla de “domesticada”.
Habitar implica poseer; por el contrario, domesticar simplemente moderar la aspereza de carácter, acostumbrar a la vista y compañía del hombre un lugar fiero o inhóspito. Y eso es lo que han conseguido con esta intervención de presupuesto razonable (122.948 euros sobre una superficie construida total de 153,24 m2).
Un proyecto que hace arquitectura sin incrementar el patrimonio construido; que respeta sin falsificar; que rehabilita sin destruir; que aleja lo rural de lo rústico; que recicla, integra y protege un patrimonio autóctono alejándose de criterios historicistas y superados.
“La comarca está marcada por un modelo de restauración ligado a unos criterios más decimonónicos que actuales; existe una perversa asociación entre casa de madera y piedra y restauración pastiche. La casa actúa como un grito, a veces en tierra de sordos …”
Y una vez terminada la obra el dueño tomó posesión de su nueva morada con tres libros de referencia bajo el brazo: Elogio de la sombra, de Junichiro Tanizaki, Rayuela de Julio Cortázar y, claro está, en un lugar donde los materiales ejercen su tiranía, Ornamento y delito de Adolf Loos (1908).
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
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