sábado, 21 de noviembre de 2009
HINNERK SCHEPER
El cambio en los gustos y el progreso tecnológico ha afectado a la existencia de una serie de oficios artesanales tradicionales que fueron copartícipes de la creación del patrimonio artístico y cultural europeo. Es por tanto razonable pensar que existe una relación entre la protección y promoción de las actividades artesanales y la conservación del patrimonio arquitectónico.
Y aunque hoy pienso, sinceramente y en contra de lo que pensé en tiempos pasados, que es posible conservar el patrimonio sin intervención artesanal (en otra ocasión hablaré de los pros y los contras de un posicionamiento y también de su contrario) es evidente que las actividades artesanales realizan (y por tanto, realizaron) una función insustituible en la vida social y cultural de la comunidad.
Ya en el Manifiesto de la Bauhaus de 1919, Walter Gropius formuló la exigencia de un trabajo conjunto entre artistas (los arquitectos, entre ellos) y artesanos, conciliando el arte y la técnica en una bipolaridad que él llamó “cultura y civilización”.
Teniendo en cuenta que la formación de maestros artesanos constituyó una parte esencial del concepto de reformas académicas de la Bauhaus y que para Gropius, su primer director e ideólogo, los talleres eran el corazón de la escuela, no parecería extraño encontrar entre quienes pasaron por allí (bien alumnos, bien profesores) a algún conservador (de monumentos, se entiende) y/o restaurador de prestigio.
En efecto, a pesar de que en su acepción actual la Bauhaus es solo el punto de partida del Movimiento Moderno, ese profesional existió en la persona de Hinnerk Scheper (Wulfen/Osnabruück, 1897-Berlín, 1957) que fue colorista, pintor y, a partir de 1945, conservador de monumentos de la Alemania de postguerra.
Scheper, procedente de la Escuela de Artes y Oficios de Düsseldor, fue estudiante en la Bauhaus entre 1919 y 1922, donde recibió clases de pintura mural con Itten y Schlemmer y posteriormente con Kandinsky. Una vez superado el examen de maestro ante la Cámara de Artesanos de Weimar inicia su carrera profesional en solitario como pintor y colorista, interviniendo en las pinturas del museo del castillo de Weimar.
Vuelve a la Bauhaus en 1925 y allí permanece hasta su cierre en 1933 como director del taller de pintura mural mientras realiza, entre otros encargos, trabajos de restauración y diseños de color en el museo Folkwang, en Essen.
Entre 1929 y 1931 solicita la excedencia en la Bauhaus para atender el encargo de Moscú para organizar el Maljarstroj, un puesto de información y taller de diseño para el empleo de color en la arquitectura.
Finalizada la II Guerra Mundial es nombrado en 1945 conservador de monumentos de Berlín y director de la oficina de conservación de monumentos trabajando en la reparación, conservación y reconstrucción de los edificios y monumentos dañados durante la contienda, cargo que compagina desde 1952 con su puesto de profesor de conservación de monumentos en la Technische Universität de Berlín, ciudad en la que moriría cinco años después.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
Y aunque hoy pienso, sinceramente y en contra de lo que pensé en tiempos pasados, que es posible conservar el patrimonio sin intervención artesanal (en otra ocasión hablaré de los pros y los contras de un posicionamiento y también de su contrario) es evidente que las actividades artesanales realizan (y por tanto, realizaron) una función insustituible en la vida social y cultural de la comunidad.
Ya en el Manifiesto de la Bauhaus de 1919, Walter Gropius formuló la exigencia de un trabajo conjunto entre artistas (los arquitectos, entre ellos) y artesanos, conciliando el arte y la técnica en una bipolaridad que él llamó “cultura y civilización”.
Teniendo en cuenta que la formación de maestros artesanos constituyó una parte esencial del concepto de reformas académicas de la Bauhaus y que para Gropius, su primer director e ideólogo, los talleres eran el corazón de la escuela, no parecería extraño encontrar entre quienes pasaron por allí (bien alumnos, bien profesores) a algún conservador (de monumentos, se entiende) y/o restaurador de prestigio.
En efecto, a pesar de que en su acepción actual la Bauhaus es solo el punto de partida del Movimiento Moderno, ese profesional existió en la persona de Hinnerk Scheper (Wulfen/Osnabruück, 1897-Berlín, 1957) que fue colorista, pintor y, a partir de 1945, conservador de monumentos de la Alemania de postguerra.
Scheper, procedente de la Escuela de Artes y Oficios de Düsseldor, fue estudiante en la Bauhaus entre 1919 y 1922, donde recibió clases de pintura mural con Itten y Schlemmer y posteriormente con Kandinsky. Una vez superado el examen de maestro ante la Cámara de Artesanos de Weimar inicia su carrera profesional en solitario como pintor y colorista, interviniendo en las pinturas del museo del castillo de Weimar.
Vuelve a la Bauhaus en 1925 y allí permanece hasta su cierre en 1933 como director del taller de pintura mural mientras realiza, entre otros encargos, trabajos de restauración y diseños de color en el museo Folkwang, en Essen.
Entre 1929 y 1931 solicita la excedencia en la Bauhaus para atender el encargo de Moscú para organizar el Maljarstroj, un puesto de información y taller de diseño para el empleo de color en la arquitectura.
Finalizada la II Guerra Mundial es nombrado en 1945 conservador de monumentos de Berlín y director de la oficina de conservación de monumentos trabajando en la reparación, conservación y reconstrucción de los edificios y monumentos dañados durante la contienda, cargo que compagina desde 1952 con su puesto de profesor de conservación de monumentos en la Technische Universität de Berlín, ciudad en la que moriría cinco años después.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/
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