Hay escasísimos artistas que gustan de concebir su obra como un divertimento propio enfocado a dar consistencia energética a las miradas prójimas, generando la suficiente conciencia estilística como para resultar discutibles, fervientemente comprendedores de que proceso y resultados han de maridar en lo siempre lúdico, inescandalizador y, por supuesto, irremunerado. Algunos de ellos son inarquitectos (proyectan sin preproyecto) y a la vez constructores (levantan lo que impreproyectan) y, más a la vez aún, subsiguientes moradores de su propio impreproyecto, que ya es real sin haber sido nunca virtual. Toda una loa a la preclara y contradictoria imprevisión. Entonces dejan de ser inarquitectos para convertirse en antiarquitectos, abocados a abandonar su misión recién estrenada (nada más puede quedar por construirse, pues sólo uno mismo conoce las cuatro esquinas de su necesidad). También son antiarquitectos porque crean sin sistema y, al tiempo, el producto constructivo que legan es rebatido por los sistemáticos, siempre en abrumadora y canoniquísima mayoría.
Y luego Friedensreich Hundertwasser, que fue aquello sin ser esto. Y también lo de más allá.
“Cualquiera debería ser capaz de construir y ser verdaderamente responsable de los cuatro muros entre los que vive y arriesgarse a que esa fantástica estructura autoerigida pudiera derrumbarse más tarde, sin escapar del sacrificio que este nuevo modo de edificios demanda, quizá demanda... Debemos dejar de trasladar a los humanos a barrios reticulados, como si fueran pollos o conejos enjaulados”. (1)Un optimista ingenuizador de edificios que acabó siendo edificador de ingenuidades. Qué gusto.
“Un arrendatario debe permitirse asomarse a su ventana y, entonces, arañar el revoco exterior de su edificio y luego pintarlo con el pincel más largo que encuentre, al máximo, hasta donde alcance su brazo. Así le será visible desde lejos, a cualquier transeúnte, que allá vive alguien distinto del preso, esclavo, estandarizado vecino de la puerta contigua”. (2)Una especie de arreferenciado con sobredosis de serotonina. O un Gaudí con resaca. Desde la obra del catalán, no se tenía noticia en Occidente de semejante anatema hacia la cabezonería euclidiana.
“Es bien conocido el irresponsable vandalismo de los arquitectos constructivos, funcionales. Simplemente quisieron cargarse las preciosas casas de fachadas de estuco de los años noventa del siglo XIX y del Art Noveau y levantar sus propias estructuras vacías. Por ejemplo Le Corbusier, que quiso dibujar un París en línea recta, levantando allá sus monstruosas construcciones ortogonales. Ahora, en nombre de la justicia, las obras de Mies van der Rohe, Neutra, Bauhaus, Gropius, Johnson, Le Corbusier, Loos, etcétera, deberían ser demolidas, ya que han caducado para una generación y se han convertido en moralmente inaceptables”.Uno de esos pensadores muy a su pe(n)sar, que justifican sus obras sólo después de parirlas, sin mucho empeño, a la picassiana: los bocetos postcediendo a la obra, el recién nacido pariendo a su madre.
“(…) ¡Es hora de que la industria de la edificación reconozca su misión fundamental, cual es la de abrazar el modelado creativo!” (3)
“La característica fundamental de cárceles, jaulas, rediles o corrales es su prefabricada estructura “a-priori”, la definitiva terminación del edificio antes de que el preso o el animal se muden a esa estructura, lo que resulta innatamente incompatible a uno u otro, aparejado con la categórica restricción de que el nuevo inquilino modifique nada en ésa “su” casa, que en realidad se le ha impuesto”. (4)Antitodo, no. Proalgo:
“Daré una lista de alguna ejemplar y saludable arquitectura contemporánea, lista desafortunada y vergonzosamente corta:Jamás se autocoronó arquitecto. Y, lo que es mejor, sus edificios tampoco pronuncian tal marchamo, sabedores de que ningún profesional del predogma aplaudiría semejantes monumentos al capricho gozador.
1. Los edificios de Gaudí en Barcelona.
2. Ciertos edificios Art Nouveau.
3. La "Watts Tower" de Simon Rodia, en una zona residencial de Los Angeles.
4. "Le Palais du Facteur Cheval" en la Drôme, Francia.
5. Los barrios bajos de ciertas ciudades.
6. Las casas de campesinos y primitivos, hechas a mano, como antes.
7. Las antiguas “schrebergärten” (casas-jardín de los trabajadores).
8. Las casas norteamericanas ilegalmente construidas.
9. Las casas-barco holandesas.
10. Edificios de los arquitectos Christian Hunziker, Lucien Kroll y otros pocos”. (5)
“La única función del arquitecto debería ser la de asesor técnico, respondiendo a las dudas acerca de materiales, estabilidad, etcétera. Debería estar subordinado al ocupante (arrendatario, propietario, arrendador) o, al menos, a sus deseos. Todos los ocupantes deben sentirse libres para crear sus propias “pieles exteriores”, y determinar y transformar en su edificio la envolvente que da a la calle”. (6)Es fácil decirlo, cuando te llamas “Reino de la Paz Cientos de Aguas”.
Puso la arquitectura occidental patas arriba, muy a su pesar. Cualquiera que contemple uno de sus edificios entenderá que discutible no significa atentador. Cuando le dio por morirse, fiel a su metabolismo, lo hizo cabeza abajo. Desde entonces (2000) sus restos reposan bajo un árbol, en Nueva Zelanda.
Los hombres deberían honrar siempre a sus hogares. Los de Hundertwasser honran a los hombres.
Copyrights Hundertwasser Archive, Vienna. (Trad.: Jack Babiloni).
“Desde que vivo en la "Darmstadt-Waldspirale", hace más de tres años, me siento en paz y feliz y muchísima mejor persona. Mis amigos dicen que es una casualidad.Notas 1, 3, 4, 5 y 6: Mouldiness Manifesto against Rationalism in Architecture, 1958/1959/1964. Copyrights Hundertwasser Archive, Vienna. (Trad.: Jack Babiloni).
Disiento”.
(Andreas Kupka, alquilado).
Notas 2 y 7: Window Dictatorship, enero 1990.
“Algunos dicen que las casas constan de muros. Yo digo que constan de ventanas”. (7)
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