martes, 30 de septiembre de 2014
Ana Juan
Ana Juan, una ilustradora española genial. 22 veces sus dibujos han sido portada de The New Yorker.
Su web es una delicia:
http://anajuan.net/
lunes, 29 de septiembre de 2014
Men in Black
¿Casualidad?, ¿Por qué los arquitectos visten de negro? De arriba a abajo: Mies Van der Rohe, Andrea Palladio, Miguel Ángel, Rafael Sanzio, Viollet le-Duc, Charles Garnier, Louis Khan, Jean Prouvé, Jean Nouvel, Norman Foster, Smiljan Radic, Ricardo Bofill, Tadao Ando y John Pawson.
domingo, 28 de septiembre de 2014
Zaguán de la casa Goycolea (making of)
Debajo de múltiples capas de pintura aparece en buenas condiciones el color original del zaguán, el primer color que tuvo el acceso a la antigua casa Goycolea. Trabajo combinado de restauradores y de albañiles hace el resto.
Luis Cercós
Director de Arte y Restauración de la antigua casa Goycolea y el antiguo Club Domingo Fernández Concha. Zona típica "Plaza de Armas". Santiago, Chile.
Ken Follet, 1949
En esta fotografía está Ken Follet visitando las obras de restauración de la catedral de Vitoria (España). Lo ha dicho él: esta catedral y estas obras me sirvieron de inspiración para la secuela de Los Pilares de la Tierra. Y a mí, Los Pilares de la Tierra me servían para enganchar a mis alumnos de Historia de la Construcción en mis años de profesor en la Universidad Alfonso X el Sabio. Tiempos pasados.
Hoy, desde Buenos Aires, he leído una entrevista a Ken Follet. Y me gusta comprobar que la vocación no entiende de profesiones. Todas las historias son muy parecidas, pero él lo cuenta mejor que yo. No en vano es escritor de éxito y de talento:
"La filosofía (Ken Follet estudió Filosofía en el University Collegue) te vacuna contra las ideas marcianas. Cualquiera que estudie eso está a salvo de caer en las garras de la Iglesia de la Cienciología".
"Nuestra carrera es la de un corredor de maratón. El triunfo me llegó en mi novela número 11".
"En esa novela, la número 11, apliqué mis investigaciones (haber leído mucho, pequeños detalles) y una estructura. En aquella novela, El ojo de la Aguja, existía una estructura que apliqué a rajatabla. Aunque el lector no debe notarlo, la estructura debe sostener el libro y convertirlo en algo satisfactorio para él".
"La importancia del plan (reflexión), de la investigación (tiene un equipo de 25 personas) y la estructura".
En fin, es clarísimo que el maestro habla de arquitectura. ¿O no?
Luis Cercós
Buenos Aires
Corinne Day (1965-2010)
Corinne Day fue una fotógrafa inglesa, nacida el 19 de febrero de 1965 y fallecida de cáncer el 27 de agosto de 2010. Durante los últimos años de su vida luchó contra la enfermedad y vendió casi toda su obra para pagar el tratamiento. Saltó a la fama gracias a un diario fotográfico (realizado con una Polaroid) en la que hablaba sin pudor de su vida (sexo, alcohol, drogas). Trabajó para revistas de moda. Me encanta esta fotografía de Kate Moss, aparentemente una chica inocente. Hermosa fotografía. No parecen realizadas por la misma persona que firma Corinne Day Diary. Hablaremos de ese diario en otra entrada de este blog.
Justin O'Shea
Justin O'Shea es el director compras e imagen de Beefeater. Supongo que le gustan los gin-tonics. Ya hemos hablado de ellos en alguna ocasión. Volveremos algún día. El caso es que suelo escribir de vez en cuando en internet las palabras "style", "style street" o "men's style". Y casi siempre aparecen fotografías de este "londoner" de origen australiano. Un hombre elegante. Creo yo.
¿Pantalones blancos?
Los pantalones blancos son siempre una difícil elección, pero como dice el tópico: "sin riesgo no hay victoria". ¿Quién se atreve?
Estética Hipster
Entre las fotografías: estilismo de la sastrería "Lander Urquijo" (el saco rosa), George Bernard Shaw, o Justin O'Shea. Las barbas aparentemente desarregladas son casi indispensables.
Valeria Luiselli (Ciudad de México, 1983)
Aunque compro EPS todos los fines de semana (EPS - El País Semanal, suplemento dominical del diario El País) no había reparado en ella -tiene una columna semanal- hasta el pasado lunes, cuando me lleve la revista a mi viaje casi diario para buscar a mi hijo a la salida del colegio. El trayecto dura más de una hora -entre la ida y la vuelta-. En letras negras sobre fondo blanco un párrafo mágico:
Hoy -nuestro último día de vacaciones- paseábamos junto al río Hudson con unos amigos, cuando en el cielo apareció uno de esos letreros de humo que va soltando un avión. Mi hija fue la primera en detectar las letras de la publicidad aérea.
En las un par de frases anteriores, la escritora mexicana nos había explicado que su hija todavía no sabe leer.
(La niña) alzó la vista, se le iluminó la cara y nos dijo: "miren una nube con forma de cuento".
sábado, 27 de septiembre de 2014
viernes, 26 de septiembre de 2014
Ignacio Vicens (Madrid, 1950)
Ignacio Vicens ha sido, quizá, el primer arquitecto que yo conocí en mi vida. De una manera casual, muy casual, un amigo mío me llevó a escuchar una charla de él en un colegio mayor de Madrid. Asistí, le escuché y me convenció. No debía yo tener más allá de 16 años. Tuve la suerte de viajar con él a Roma y de él la aprendí (Bernini, Borromini, los foros romanos, la Roma moderna). Su Roma, pronto se convirtió también en la mía.
Pasaron unos años. En la calle Barquillo de Madrid tenía por aquel entonces -lo tiene todavía- su estudio. Armonía. Atmósfera. Luz. Pasé allí unos días, pero no trabajando con él, o para él, o en uno de sus proyectos. Un amigo común y yo teníamos que redactar un trabajo de encargo: un sencillo campo de entrenamiento de fútbol para el Mundial 82 que iba a firmar el padre de mi amigo. Lo fusilamos (así se llama en España a lo que no era otra cosa que copiar de otro que ya había sido construido). Aquel pequeño trabajo lo pensamos, lo dibujamos y lo cubicamos allí, en una sala vacía que el maestro nos dejó. Todavía lo recuerdo. Y lo agradezco. No por dejarme un lugar para trabajar en un momento en que no teníamos dónde, sino por abrirnos su mágica guarida, su templo, quizá su santuario (aún recuerdo los libros pulcra y escrupulosamente desordenados, los objetos que decoraban las diferentes habitaciones de aquel antiguo piso del centro de Madrid). Quizá también la primera vez que entré en el taller de un arquitecto. En el mundo personal de un arquitecto de enorme talento.
Le vi unos años después, en una sala de esgrima. La misma en la que yo aprendí los rudimentos de la espada -nunca pasé de aprendiz. Otra casualidad. El era un buen tirador. No sé si seguirá practicando ese deporte. Me crucé con él en la puerta giratoria de un vetusto edificio, en la Gran Vía de Madrid, el viejo Casino Militar.
Entré en varias de sus charlas -siempre que tuve oportunidad-. Recuerdo una especialmente, en la que programó el momento en que paraba de vomitar ideas y palabras y se relajaba bebiendo un poco de agua. Mientras paraba de hablar, las diapositivas seguían pasando reforzando su discurso.
Cada vez que viajo a Roma, recuerdo sus lecciones sobre luces y sombras. O sobre la multiplicación de un mismo elemento constructivo. O la forma de intervenir arquitectura, sin tocar arquitectura, jugando con puntos de fuga, con falsas perspectivas, con juegos visuales. En cierto modo, la forma en que él explicaba lo que aprendió de los maestros barrocos.
Y cuando entro en Santa María la Mayor recuerdo que a la derecha del altar, todavía Bernini pide un Ave María por su alma. Y yo, librepensador y agnóstico, recuerdo al niño que la rezaba y repito esas palabras. Por Bernini, por mis maestros, por mi vocación y por mi destino. Ojalá.
Y ahora, desde Buenos Aires, escuchó de vez en cuando sus conferencias. Aquellas que alguien, en algún lugar, cuelga en la red.
Siempre es un placer volver a escucharlo.
Luis Cercós
Buenos Aires, Argentina
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