Todas las etapas por las que atraviesa el hombre, entendido como especie animal y no como género sexual, son en mi opinión absolutas (terminantes, decisivas, categóricas) y de ahí la enorme aventura de vivir, constantemente sometidos a modificación del propio concepto de vida.
Miro a mis hijos crecer y veo, o intento imaginar, a través de sus ojos, de sus sonrisas, de sus llantos o de sus incredulidades, cómo empiezan a entender el hecho de que cada día descubrirán algo que les modifique.
Modificar en el sentido ético o moral de cuestionar aquello en lo que antes creían o en lo que antes pensaban.
En pocos meses atravesaré la barrera psicológica que me acerca más a la mitad del siglo que a la cuarentena y sin embargo, cada vez disfruto más de la vida, de mi pareja, de mis hijos, de mis lecturas, de mis estudios y de mi trabajo.
No es que crea que esté pasando por el mejor momento de mi vida.
Simplemente, a pesar de las dificultades, lo es.
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